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ESPECIAL TOLIMA ESPANOL

125 español, que data de 1539, se hizo en un lugar ya ocupado por indígenas ondaimas y gualíes. Un siglo después, en 1643, Honda accedió al título de villa y se la consagró a San Bartolomé. Como los rápidos impedían el paso de embarcaciones, allí era necesario hacer tras-bordo y pasar las mercancías y los pasajeros a mulas y carruajes. En 1897 se puso en servicio el Ferrocarril de La Dorada, que une a esa ciu-dad con Honda, y a partir de 1907, la red se extendió hasta Mariquita y Ambalema. El clima, muy cálido y seco, propio del valle del alto Magdalena, se presta para que la piscina y el baño de río sean actividades casi obligatorias para quienes van a pasear a Honda. Pero no es lo único que se puede hacer allí. Honda es una ciudad que vale la pena recorrer a pie. Lo ideal es hacerlo cuando cae la tarde y el calor no es tan inclemente. Quie-nes estén dispuestos a trepar monte disfruta-rán de la subida a pie al alto de la Cruz, que ofrece una vista privilegiada de todo Honda, Puerto Bogotá, un buen tramo del Magdalena y las montañas circundantes. La zona colonial, que gira alrededor del Alto del Rosario (donde se encuentra la catedral), está conformada por calles empinadas que lle-van a la catedral y su parque. Algunas de ellas están reves-tidas de piedra. La más cono-cida de todas es la calle de Las Trampas, que bordea la loma del Alto del Rosario y desem- boca en la plaza de mercado, un edificio muy destacado. Además de casas coloniales y repu-blicanas (varias de ellas remodeladas y con visos de arquitectura contemporánea), de tarde en tarde aparecen casas de estilos más recientes, como el art déco. Cerca de Que-bradaseca y bordeando el Magdalena está el Museo del Río. Pero si el solo casco urbano de Honda amerita una visita, los alrededores también son de una gran belleza. Muy cerca de Honda, yendo hacia La Dorada, está el río Guarinó y la charca de Guarinocito, ya en el departa-mento de Caldas. En ese trayecto, y yendo hacia Mariquita, se pueden apreciar pequeños cerros con forma de meseta, muy característi-cos de la zona. También se ofrecen paseos en lancha por el río Magdalena. Cierto, en Honda hace mucho calor. Pero bien vale la pena asumirlo y recorrerla con calma, disfrutarla y dejarse sorprender por su diversidad, su agitado comercio, su arquitec-tura, sus ríos y sus montañas. Si el solo casco urbano de Honda amerita una visita, los alrededores también son de una gran belleza. Muy cerca de la ciudad está el río Guarinó y la charca de Guarinocito. Navarro; cuando uno les habla de una ciudad de una belleza sin par, donde con-vive un pasado de calles empedradas y viejas caso-nas republicanas y colonia-les, y un presente propio de los pueblos de tierra caliente, de piscinas, hote-les y la constante presencia del río Magdalena. Honda es una ciudad que no solo cuenta con sus hoteles tradicionales de hace 40 o 50 años, sino donde también funcionan hoteles boutique, y varios propietarios de casas remodeladas las alquilan a aquellos que quieran com-binar unas vacaciones de tierra caliente con la visita a una ciudad con muchas historias para contar. Es una ciudad en forma de ele, que ha cre-cido más que todo alrede-dor de las carreteras que la unen con La Dorada, hacia el norte, y Mariquita, hacia el oeste. Su forma no solo la han determinado esas dos vías sino también su topografía escarpada, y los ríos Gualí y Quebradaseca, que la atraviesan de occi-dente a oriente y han gene-rado los valles y mesetas donde se han construido la mayor parte de sus casas. Estos dos ríos, más el Magdalena, han hecho necesarios los más de 40 puentes con que cuenta la ciudad, y que son una de sus principales característi-cas. Dos puentes de metal cruzan el Magdalena a la En la ciudad convive un pasado de calles empedradas y un presente de piscinas, hoteles y la constante presencia del Magdalena. altura de Honda. Uno de ellos es el puente Luis Ignacio Andrade, por donde pasa la carretera. El otro, peatonal, es el puente Navarro, uno de los principales atractivos de la ciudad, ubi-cado en uno de los pasos más angostos del río Magdalena. De hecho, los rápidos que forma el río convirtieron desde tiempos prehispáni-cos a la ciudad en una parada obligada. Dato significativo es que los historiadores no hablan de la fundación de Honda sino de su descu-brimiento, puesto que el primer asentamiento CULTURA


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