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ESPECIAL TOLIMA ESPANOL

XXXX XXXXX 20 que atestiguan que cumple con los criterios mun-diales de comercio justo. El perfil de su taza es de dulzura media, con fragancia y aroma de manda-rina, jazmín y miel, y un cuerpo aterciopelado. Los caficultores han aprendido a reconocer estas propiedades a medida que el negocio ha ido evolucionando y que le han puesto el pecho por cuenta propia, sin intermediación de la Federa-ción Nacional de Cafeteros. El año pasado, diez contenedores de café de Agprocem llegaron a Estados Unidos y Japón. Ahora le están apos-tando a la tostación del café y a la venta de su marca propia. Fuentes de la Gobernación del Tolima afirman que los cafeteros han ganado 7.500 millones de pesos más gracias a estos cafés, pero mucha de esta plata se ha quedado en los inter-mediarios y todavía no se percibe en la vida de los dueños de la tierra. Vaquiro Mendoza, repre-sentante legal de Agprocem, promociona su producto en la Feria de Cafés Especiales, evento que organizó la Gobernación como un símbolo de que el grano es una esperanza de futuro. Para algunos habitantes del sur del Tolima este futuro es incierto, pues no saben qué sucederá después del plebiscito. Aseguran que los enfren-tamientos y los muertos sí cesaron desde que se definió el cese del fuego unilateral. Un visitante, por ejemplo, cuenta que borraron un grafiti que decía ‘muerte a los sapos’. LA SOMBRA DE LA GUERRA Según el general Andrés González Cepeda, comandante de la Fuerza de Tarea Zeus, que opera en el Sur del Tolima, 700 de sus hombres resultaron muertos o heridos en combates con las Farc antes de decidirse el cese del fuego, y de los 15 frentes que tenía la guerrilla en la zona, actualmente queda el frente 21, que cuenta con 120 hombres. En Herrera, un corregimiento víctima de las Farc a donde la Policía volvió hace tan solo tres meses con 21 hombres luego de 21 años de ausencia, muchos de sus habitantes quieren paz, porque ya no estallan los cilindros en la esquina de sus casas, y porque no quieren sumar más muertos ni revivir el silencio y el sigilo que debie-ron guardar por años para evitar ser estigmati-zados en cualquiera de los bandos de esta gue-rra. Sin embargo, la postura no es homogénea, y muchos temen que la guerrilla vuelva y se apo-dere de sus tierras y de sus vidas. Por ahora, un banco llegó ya ofreciendo créditos. Por Gaitania, corregimiento incrustado en las montañas desde donde bajaban los hombres de las Farc con facilidad para apoderarse del pueblo, los fantasmas de la historia se pasean por las calles. Allí está la esquina donde un hombre murió con la bala certera que disparó un guerri-llero desde el filo de una montaña y al cual desde entonces apodaron Tirofijo, y también camina por ahí su hijo discapacitado, a quien todos cono-cen. Son las historias de un pueblo en el que los muertos amanecían en la calle principal, como cuenta uno de sus habitantes, y quienes conocían el lugar de entonces y vuelven ahora resaltan el comercio que se ha creado y la forma más rela-jada de las personas al saludar. En Gaitania se vive un presente mejor, pero el pasado no se ha ido del todo. Cerca de 100 de sus mujeres bajaron de las montañas para una videoconferencia desde La Habana con Vic-toria Sandino, guerrillera que lideró los debates sobre género, días antes de que se diera a cono-cer el acuerdo al respecto en las negociaciones en Cuba; querían saber de sus hijos, que un día, hace años, la guerrilla les quitó. También preguntaban si la firma de los acuerdos se los traerá de vuelta, o si con ella concluirán sus años de incertidum-bre: si se enterarán de que han muerto y dónde están enterrados sus cuerpos. Mientras tanto, Gaitania sigue produ-ciendo café de calidad. Dos caficultoras de sus tierras han ganado el concurso ‘La taza de la excelencia’ por la calidad del café de sus fincas, un logro que trae reconocimiento mundial, y por las calles se sigue vendiendo el pan caliente y el tinto de la esquina preparado a la manera tradi-cional, sin muchos adornos y sin un local como el de Mildred, pero con el mismo amor por el grano y con un sabor y un aroma difíciles de igualar. Las nuevas generaciones de Gaitania esperan que el pasado quede atrás. foto: álvaro cardona


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