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ESPECIAL TOLIMA ESPANOL

* Sociólogo de la Universidad de París, miembro-fundador, director y profesor del IEPRI d e la Universidad Nacional, ex presidente de la Comisión Nacional de Reparación y R econciliación, Relator d e la Comisión de Historia del Conflicto y s us Víctimas (La Habana, Cuba). 23 guerrillas móviles, tuvieron su prin-cipal zona de influencia en el sur del Tolima, en especial el antiguo municipio de Chaparral (que com-prendía los actuales municipios de Ataco, Chaparral, Planadas, Rio-blanco, Roncesvalles y San Anto-nio), cuna de grandes figuras de la historia nacional como José María Melo, Manuel Murillo Toro y Darío Echandía. En la II Conferencia Guerri-llera que tuvo lugar en la vereda de Irco (Chaparral) a fines de 1950, estos destacamentos guerri-lleros tomaron el nombre de Ejér-cito Revolucionario de Liberación Nacional y actuaron conjuntamente con las guerrillas liberales que orientaron Gerardo Loaiza y sus hijos. El centro de operaciones de las guerrillas comunistas y libera-les en el Tolima en aquella época estaba ubicado en el Cañón del Cambrín (Rioblanco), en el mítico campamento del Davis, sobre el cual se han tejido muchas historias. En estos años llegó a la región un joven aserrador liberal, Pedro Antonio Marín, proveniente de Gé- nova, Quindío, escapando de la violencia con un grupo de primos. Tirofijo, quien más tarde adoptaría el nombre de un dirigente sindical comunista de Medellín, Manuel Marulanda Vélez, inicialmente se integró a las guerrillas liberales de sus familiares, los Loaiza. Sin embargo, cuando se desató en 1952 una guerra sin cuartel entre las gue-rrillas liberales (los limpios) y las guerrillas comunistas (los comu-nes), el futuro comandante de las Farc ya había ingresado al Partido Comunista y enfrentó, armas en mano, a sus antiguos aliados. En 1953, el general Gustavo Rojas Pinilla propuso su política de paz. Miles y miles de guerrilleros liberales se acogieron a esta política y depusieron las armas. No así las guerrillas comunistas, que tomaron la decisión de no entregar las armas y retornar a su condición de auto-defensa campesina. Para ello, se desplazaron hacia algunas regiones vecinas (en el norte del Cauca y del Huila), pero, ante todo, se dirigie-ron hacia la región de Villarrica en el oriente del Tolima. Y la historia se repitió. El gobierno cívico-militar de Rojas Pinilla consideró inaceptable que hubiera aparatos armados desa-fiando al monopolio estatal de las armas e inició un cerco militar en la región, desatando un nuevo ciclo de enfrentamientos armados: se trató de la terrible Guerra de Villarrica, que se prolongó hasta los inicios del Frente Nacional. En 1957 y 1958 se volvió a respirar en el país un ambiente de paz. La Junta Militar de Gobierno y el primer presidente del Frente Nacional, Alberto Lleras Camargo, abrieron nuevos espacios para la reconciliación nacional. Se creó una Comisión Especial de Reha-bilitación y la Comisión Nacional Investigadora de las Causas de la Violencia con el fin de superar defi-nitivamente la Violencia. Desgraciadamente, las gue-rrillas comunistas de nuevo toma-ron la decisión de no entregar las armas y decidieron volver a la autodefensa campesina, iniciando lo que se ha denominado la “colo-nización armada” hacia distintas regiones del país. La cúpula de las guerrillas comunistas, encabezada por Manuel Marulanda, se desplazó hacia el sur del Tolima e instaló su principal asentamiento en la región de Marquetalia, en el corregimiento de Gaitania. La constitución de zonas cam-pesinas en armas que desafiaban al monopolio estatal fue otra vez fuente de profundas controversias. El dirigente conservador Álvaro Gómez Hurtado denunció en el Congreso de la República la exis-tencia de unas “repúblicas indepen-dientes” que, en el contexto de la revolución cubana y la emergencia de grupos guerrilleros en todo el continente en aquellos años, gene-raba enormes temores. Guillermo León Valencia tomó, entonces, la decisión de cercar Marquetalia y retomar el control estatal de esta compleja región en 1964. Tras los enfrentamientos, el Partido Comunista ordenó a las autodefensas transformarse, una vez más, en guerrillas móviles, las cuales recibieron inicialmente el nombre de Frente Sur –por su ubi-cación en el sur del Tolima– durante la I Conferencia Guerrillera que se celebró en esta zona a finales de 1965. Un año más tarde, en la II Conferencia Guerrillera, tomaron el nombre de Fuerzas Armadas Revo-lucionarias de Colombia (Farc). El ciclo autodefensa-guerrillas había terminado. Ahora era la guerra total por el poder del Estado. Pero la historia no había termi-nado. Muchos años más tarde, tras la muerte de Manuel Marulanda en el año 2008, el nuevo comandante general de las Farc, Guillermo Sáenz (Alfonso Cano), decidió ins-talar sus cuarteles generales en el mítico cañón de Las Hermosas. Es decir, decidió regresar nuevamente a la zona originaria de las guerrillas comunistas, al sur del Tolima. Así, pues, en el Tolima tuvie-ron lugar algunos de los momentos más decisivos en la historia de las Farc. Este hecho se ha visto refle-jado en los resultados del plebiscito del pasado 2 de octubre en torno a los Acuerdos de Paz: el ‘No’ con 243.150 votos derrotó ampliamente al ‘Sí’, que solo obtuvo 164.061 votos. En 38 de los 47 municipios triunfó el ‘No’, en especial en las poblaciones más afectadas por el accionar de las Farc, tales como Chaparral, San Antonio, Rovira, Dolores, Villarrica, Planadas y Ataco. El Tolima quiere la paz y el fin de las Farc. Pero les exige a las Farc que asuman su responsabilidad histórica. Si la paz es un profundo anhelo nacional, para el Tolima –una región que ha sido especialmente martirizada por la violencia política– es, sin duda, un acontecimiento. INTRODUCCIÓN


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