Page 26

ESPECIAL TOLIMA ESPANOL

TOLIMA departamento indican que su nombre viene de la cacica Dulima, una de las tres lideresas indígenas que defendie-ron 26 su territorio del avasallamiento español. UN FUTURO ESPERANZADOR Sin duda, mientras que el género masculino abanderó la guerra, el liderazgo femenino se perfila para llevar las riendas en el posconflicto. La Red de Mujeres Chaparralunas por la Paz fue fruto de una de las asambleas por la paz que a principios de 2000 sectores de la sociedad civil impulsaron en los departamentos y municipios afectados por la violen-cia para hacerles frente a los seña-lamientos y la estigmatización. “En ese momento había muchas mujeres comerciantes acusadas de rebelión y algunas de ellas encarceladas”, recuerda María Ximena. Yuly Marcela y María Ximena representan el proceso de abrirse camino a punta de esfuerzo y dedi-cación, como la gran mayoría de las iniciativas con las que Reconciliación Colombia se ha venido encontrando. En este caso, el descubrimiento del silencioso proceso de Amocal y de la Red de Mujeres Chaparralunas vino de la Iniciativa de Mujeres por la Paz (IMP). Son los vientos del poscon-flicto, cuando el arraigo popular está siendo valorado y separado de lo que antes se consideraba bajo sospe-cha de ser subversivo. En febrero de 2014, uno de nuestros reporteros escribió sobre la gente del Cañón de Las Hermo-sas, también en el Tolima, y cómo sus mujeres se resistían a seguir padeciendo el conflicto armado y, en su lugar, desarrollaron un sofisti-cado trabajo organizativo que les ha venido protegiendo del fuego cru-zado. “Nos organizamos para tener la oportunidad de hacer algo distinto a los oficios domésticos y ganar algo de plata”, dijo en aquel entonces Alcira Fajardo Caicedo, que redon-dea ya casi los 60 años, y que encon-tró en la Asociación de Mujeres de Las Hermosas (Asmur) un espacio de encuentro femenino, mientras en la vereda Rionegro, a dos horas de la entrada del cañón, las 14 mujeres de la asociación se dedican a las labores apícolas. Asmur y otras tres asociacio-nes de mujeres en el corregimiento permanecen activas: la Asociación de Mujeres de El Cairo (Asomucar), la Asociación de Mujeres Progresis-tas de San Jorge (Asomuprosj) y la Asociación de Mujeres de El Esco-bal (Asmues). Existe otra más, de carácter mixto, llamada Asociación de Productores de Fruta (Aprofrus), en la vereda Aguabonita. Para nuestra corporación, esto se llama empoderamiento. Y eso es lo que el posconflicto va a traer para las regiones y sus gentes, sobre todo las menos favorecidas, que también son las que más duramente ha afec-tado el conflicto. Colombia está en un momento en el que debe perderle el miedo a la democracia, lo que no solo implica la elección popular de mandatarios locales, regionales y nacionales, sino perderle el miedo a que la gente se organice y haga sentir su voz. Es la forma de enfrentar los fantasmas –esos que persiguieron a la gente chaparraluna y que han incentivado la violencia–, para darle paso a la reconstrucción de confianza en las gentes, sus territorios y sus institu-ciones, pues una institucionalidad fortalecida le garantizará a Colom-bia dar pasos contundentes hacia la reconciliación. Son los vientos del posconflicto, cuando el arraigo popular está siendo valorado y separado de lo que antes se consideraba bajo sospecha de ser subversivo. Skate Plaza, Ibagué. foto: andrés arenas


ESPECIAL TOLIMA ESPANOL
To see the actual publication please follow the link above