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ESPECIAL TOLIMA ESPANOL

56 El cultivo del algodón ha sido decisivo para el desarrollo agroindustrial del país. Esto es especialmente cierto en el Tolima, donde la cadena Algodón Textil Confecciones desarrolló uno de los clústeres agroindustriales más importantes, y donde el sector ha generado cerca del 5 por ciento del empleo en los últimos cinco años. Este departamento cultivó en la dé-cada de los cincuenta en promedio 43.000 hectáreas anuales; en los sesenta, 68.000; en los setenta, 63.000; en los ochenta, 56.000; en los noventa, 37.000; en la primera década del siglo XXI, 14.000, y en lo corrido de esta década, el promedio solo llega a 10.000, siendo 2016 el año con menor área sembrada, con apenas 6.800 hectáreas. Esta drástica caída en las áreas sembradas de algodón se ha dado en todo el país, como consecuencia de la crisis de ren-tabilidad que enfrenta el cultivo y que no solo afecta a la gene-ración de empleo rural, sino también a la competitividad de la industria textil y de confecciones. No obstante, los agriculto-res del Tolima han logrado incrementar sus rendimientos año tras año, y han convertido a esta en una de las mayores zonas productoras del mundo: en los años cincuenta se producían en promedio 350 kilos de fibra de algodón por hectárea, mientras que en los ochenta el promedio era de 705 kilos y actualmente alcanza los 1.100 kilos. El cultivo del algodón fue el primer producto con desgravación arancelaria, incluso antes de la firma del TLC con Estados Unidos. En contraprestación, en 2005 se aprobó el llamado Conpes algodonero, que estableció un precio mínimo de garan-tía (PMG) durante un periodo de diez años, con el propósito de lograr la competitividad del cultivo a través de aumentos en la productividad y reduc-ción en los costos de producción. Ahora que el periodo estable-cido por el Conpes ha finalizado, si bien es cierto que la productividad se incrementó notablemente y el pre-cio interno ha mejorado, como con-secuencia de la devaluación y de los precios internacionales, los costos de producción, muy por encima del pro-medio mundial, están poniendo en riesgo la sostenibilidad de la actividad. Los altos costos de una tierra que com-pite directamente con la del arroz y el maíz, y un incremento en los precios de los principales insumos, como fer-tilizantes, herbicidas, pesticidas y semi-llas, hacen de los costos el principal reto de los agricultores. Con el propósito de lograr que el algodón siga siendo generador de riqueza y empleo en el campo colom-biano, Conalgodón le propuso al gobierno una nueva política algodo-nera. La idea es apoyar inversiones que aumenten el rendimiento, redu-cir costos a través de la adquisición y modernización de equipos, y mante-ner temporalmente y con disminu-ción gradual un apoyo al precio. De esta manera podemos lograr que en un departamento como el Tolima, en donde están las empresas y los agricul-tores más eficientes, el cultivo se man-tenga a la espera de aprovechar las condiciones internacionales favorables que se están pronosticando. 2 algodón A pesar de vivir un momento difícil, una política adecuada permitiría sacar provecho de las buenas condiciones que se avecinan. POR César Pardo Villalba Presidente de Conalgodón Los agricultores del Tolima han logrado incrementar sus rendimientos año tras año y han convertido a esta en una de las mayores zonas productoras del mundo. foto: andrés arenas LA TIERRA QUE SOÑAMOS


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