EL ATRATO:
UN RÍO SIN PAÍS
SEMANA recorrió cerca de 700 kilómetros de una de las vías fluviales más importantes y más sufridas de Colombia. Texto y fotos de Álvaro Sierra Restrepo
TRAVESÍA
¿Cómo es ese otro país donde la guerra, el abandono, la pobreza sin esperanza y un régimen de tiranía son la realidad de cada día?
TURBO
El ‘Wafe’, el puerto de Turbo, al amanecer. La capital del Urabá antioqueño ha sido también por años la ‘capital del refugio’ para los habitantes del bajo Atrato que huyenn de todas las violencias desde la tristemente célebre operación Génesis de 1997, una vasta ofensiva militar y paramilitar que causó uno de los desplazamientos masivos más grandes del país.
BOCAS DEL ATRATO
Lanchas atracadas en el último pueblo del río Atrato antes de salir al mar. Entre róbalo frito, patacón y manos de jaiba, este caserío remoto ofrece uno de los desayunos mejores y más desconocidos de Colombia.
PUENTE AMÉRICA
Este caserío es la puerta de entrada al río Cacarica, uno de los muchos afluentes del Atrato que está bajo control de las Farc. En voz baja y pidiendo que no se les identifique, la gente dice que aquí, como en otros lugares, la guerrilla mantiene una milimétrica vigilancia sobre quién entra y quién sale por la boca de los ríos. La Armada controla el Atrato; las Farc, sus afluentes.
LA HONDA
Dos sillas solitarias en las que nadie se sienta hace más de tres meses marcan el caserío, abandonado por todos sus pobladores desde enero. Ellos dicen que les causó temor la cercanía de algunos supuestos guerrilleros y por eso se fueron. Su retorno está en preparación.
RIOSUCIO
Esta es la población más importante del bajo Atrato. Sin acueducto, como casi todos los pueblos de la región, el río al amanecer es lugar de baño, de lavar ropa y de encuentro.
RIO TRUANDÓ
Los indígenas embera katíos y los afros que viven en las cuencas sacan madera talada en largas balsas que conducen hasta los centros poblados para vender los tablones. Según se dice en voz baja, las Farc cobran por cada trozo de madera que deja la región en esta tala gota a gota que saca de los bosques los mejores árboles.
QUIPARADÓ
Luego de una función de títeres, Francisco Montoya, director de la organización cultural juvenil de Turbo Cuarto Creciente, anima una conversación sobre cómo lavarse las manos con indígenas embera katíos en la comunidad. La presentación y la charla deben ser traducidas, pues pocos indígenas hablan español. La ong Oxfam, que facilitó llegar hasta la zona, tiene un programa para proveer filtros y tanques de agua potable a estas comunidades.
DOMINGODÓ
Los poblados son escasos a lo largo del río y todos ofrecen, invariablemente, el mismo espectáculo: una hilera de casas de tabla y techos de zinc y, como única construcción en concreto, las columnas que soportan los tanques de agua que alimentan al pueblo.
CURBARADÓ
Los paisas son una presencia constante en el río y sus tiendas surten a miles de personas, como esta, que pertenece a Hugo Arteaga (de gafas), que aparece aquí con sus paisanos Darío (camiseta amarrilla) e Iván Zuluaga y Franklin Moya, su empleado local.
NAPIPÍ
Flavio Waldo, uno de los motoristas del río, conduce su bote al atardecer, en el brazo de Montaño.
ISLA DE LOS PALACIOS
La pesca es una actividad ancestral, que se aprende desde niño. En esta subienda, el pescado escaseaba, según las quejas de todos a lo largo del río.
VIGÍA DEL FUERTE
Una lancha de la armada patrulla frente a Vigía del Fuerte, el pueblo más grande en todo el recorrido hasta Quibdó.
BOJAYÁ
Cerrada para siempre, salvo para las conmemoraciones cada año por la masacre del 2 de mayo de 2002 en la que 79 personas fueron asesinadas por un cilindro explosivo lanzado por las Farc en medio de un combate con los paramilitares, la iglesia de Bojayá alberga la lista de los muertos. Unas monjitas vivieron hasta hace poco en el pueblo. Ahora, solo Jose, que atiende una gasolinera se encuentra en este paraje, el más desolado de todo el Atrato.
BOCA DE BEBARÁ
El pueblo queda en la boca del río del mismo nombre, uno de los del medio Atrato que está viendo llegar las retroexcavadoras de la minería ilegal y que se encuentra bajo drástico control de las Farc.
BETÉ (Medio Atrato)
Botes esperando ser revisados por la Policía en el muelle de Beté. Pese a que se respira más tranquilidad en el Atrato en estos últimos años, la Policía dispara al aire cuando alguien intenta pasar por el río sin acercarse para la requisa de rigor.
QUIBDÓ
Las capturas de presuntos integrantes de las denominadas ‘bandas criminales’ o bacrim son el pan de cada día en el Chocó. Sin embargo, los urabeños, el grupo más poderoso, está en un proceso de expansión que parece incontenible.
QUIBDÓ
Alojada provisionalmente en la parroquia de Fátima, una exposición con los nombres de docenas de víctimas de la violencia en el Chocó espera su traslado al Convento, a la orilla del Atrato. De las 79 víctimas de la masacre de Bojayá solo hay fotos de 32. El primer registro es de 1973.
QUIBDÓ
Justo frente a la catedral, en Quibdó, un grupo de la Red Departamental de Mujeres Chocoanas mantiene desde hace varios años La Paila de mi Abuela, uno de los mejores restaurantes de comida típica del Pacífico. A la derecha en la foto, Nimia Teresa Vargas, la directora ejecutiva de la red, y, a la izquierda, Anny Raquel Córdoba, otra de las personas claves del proyecto.
LLORÓ
Lloró está en la confluencia entre los ríos Atrato y Andágueda, y en el centro de una de las zonas de mayor concentración de minería ilegal en Colombia. Yúber Moreno, dueño, editor, reportero y locutor de Lloró Stéreo, la única emisora del pueblo, hace toda clase de denuncias y ha adelantado recientemente una campaña de defensa del medio ambiente frente a la explotación minera.
ANDÁGUEDA
Lloró está en la confluencia entre los ríos Atrato y Andágueda, y en el centro de una de las zonas de mayor concentración de minería ilegal en Colombia. Una draga manejada por brasileños y aparentemente propiedad de una compañía de ese país, generó un conflicto con la población y ha dividido a los dos consejos comunitarios de Lloró. Uno de ellos le dio autorización para operar, pero el otro se resiste.
Carretera Lloró-Yuto
En la ruta por tierra entre Lloró y Yuto es evidente la devastación ambiental causada por la minería.
Diseño y montaje web: Carlos Arango (Periodista de contenidos multimedia e interactivos)