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Ver informe del Cinep "CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA DURANTE 2011"

Las paradojas de la guerra
Por Álvaro Sierra, editor jefe de SEMANA

En medio del proceso de paz iniciado con las Farc, la guerra sigue en Colombia. Y su realidad es de lo más paradójico: pese a que cada día hay menos acciones bélicas, son más los civiles afectados. Esta es una de las peculiares –y preocupantes– características del conflicto armado actual en Colombia.

¡Qué paradojas las de la situación de Colombia! Hace mucho el conflicto armado no tenía tan baja intensidad: según un reciente reporte, el 2011 arrojó el número más bajo de acciones bélicas y combatientes muertos en ellas desde 1990. Sin embargo, el año terminó con más del doble de violaciones al Derecho Internacional Humanitario (DIH) que el anterior, es decir, con más civiles víctimas de los actores armados.

Esta es una de las caracterizaciones centrales que hace el informe “Conflicto armado en Colombia durante el 2011”, del CINEP y el Programa por la Paz. Pese a que en el 2011 hubo un total de 301 acciones bélicas (enfrentamientos entre actores armados), 7 por ciento menos que en el 2010, las cuales dejaron 334 combatientes muertos, 53 por ciento menos que el año anterior, se cometieron 1.389 infracciones al Derecho Internacional Humanitario, más del doble que el año pasado.

La paradoja también es geográfica: las infracciones al DIH afectan casi el doble de municipios que las acciones bélicas, es decir, la victimización de civiles es mucho más extendida que las acciones de guerra propiamente dichas entre actores armados. Mientras las infracciones al DIH tuvieron lugar en 249 municipios, hubo acciones bélicas apenas en la mitad de ellos, 127.

Además, la geografía de las acciones bélicas continuó reduciéndose -los municipios afectados por ellas fueron 52 menos que en el 2010- en tanto que las infracciones al DIH se mantuvieron casi en el mismo número de municipios que en el 2010. Como en muchos otros conflictos armados en el mundo, los civiles llevan la peor parte y los grupos armados parecen preferir atacar impunemente a personas desarmadas que al enemigo uniformado.

Los cifras provienen de la base de datos de actores y dinámica del conflicto que mantiene el CINEP. Y arrojan otras conclusiones interesantes.

Las acciones bélicas emprendidas por las FARC aumentaron 8 por ciento en el 2011 y estuvieron muy concentradas en zonas de Cauca, Norte de Santander, Antioquia, Arauca y Nariño, a las que se han replegado. Sus violaciones al DIH aumentaron mucho más: 43 por ciento. Esta guerrilla es la responsable de la quinta parte de este tipo de actos. Los que más violan el DIH son los grupos sucesores de los paramilitares, cuyos actos contra civiles vienen en aumento. El informe les atribuye el 60 por ciento de todas las infracciones del año 2011.

Las infracciones atribuidas a la fuerza pública disminuyeron 25 por ciento, según el CINEP, frente al 2010, y están por debajo de las cometidas por las FARC, aunque se les adjudican 11 casos de ejecuciones extrajudiciales, heridos y detenciones arbitrarias.

Los datos y las conclusiones del informe coinciden con los de otros analistas. La confrontación bélica se está focalizando en Colombia, concentrándose en algunas zonas en disputa entre los distintos actores armados: las zonas de retaguardia a las que se han replegado las FARC y a las que las nuevas fuerzas de tarea de los militares dirigen su ofensiva, y algunos centros cocaleros con presencia de grupos herederos de los paramilitares y/o guerrillas. En todas esas regiones, los civiles son las principales víctimas.

La consecuencia es obvia. La necesidad de una salida negociada ha vuelto a ser parte del debate público, después de varios años de estar proscrita. Pero, pese a que el Estado y la guerrilla han iniciado un proceso de conversaciones y negociación, mientras tanto, ruge la guerra y sigue la afectación de los civiles cogidos entre todos los fuegos. Eso, sin contar con el papel que mantiene el narcotráfico como alimentador del conflicto armado.

Así lo concluye el informe, redactado antes de que se conocieran los diálogos entre el gobierno y la guerrilla en Cuba. Con la idea de que es esencial acercar el final del conflicto una negociación, el reporte plantea tres propuestas: la necesidad de una estrategia que a la vez que combata a todos los factores de violencia, involucre a la sociedad en la discusión de paz; nuevos enfoques para tratar el problema del narcotráfico, y “encontrar el tamaño de la paz que es posible en la actualidad para detener el conflicto”. Tres ideas tan pertinentes como difíciles de aterrizar en la difícil realidad actual de la guerra y la paz en Colombia.