Page 17

SEMANA_EJE_CAFETERO

Introducción 17 quién fue. Además, los políticos son muy descarados, se lo encuentran a uno y quieren que les firme el mama-rracho donde uno les hace la crítica. SEMANA: ¿Qué cree que le queda a la gente después de reírse con sus caricaturas? M.: El humor es un arma contun-dente porque las caricaturas se quedan en la memoria colectiva de la gente que las consume. Por ejemplo, algunos memes son didácticos y a la vez rayan en lo filosófico. El humor puede desenmascarar, transgredir y enseñar. Así mismo, puede incomo-dar, y si incomoda es porque se hace bien. Hoy me dicen vainas por redes sociales y eso me parece válido, ya no mandan al sicario ni lo golpean a uno. Al pobre Lucas Caballero alguna vez un pájaro conservador lo vio en un sitio público y le dio un puñetazo. SEMANA: ¿La caricatura que se hace en Pereira es diferente a la de otras regiones? M.: Claro, en la costa usan mucho la ‘mondá’ para caricaturizar. El humor del interior es más del chascarrillo refinado. Alberto Salcedo Ramos tiene la teoría de que en la mitad del ‘sándwich’ del humor de la costa y el del interior, está el humor paisa. La cultura paisa tiene una gran tradición oral, que era cuando los antioqueños iban a las fondas a contar cuentos, a contar historias de espantos. Tene-mos esa verbalidad, esa capacidad de hablar mierda y de saber vender. SEMANA: A pesar de las oportunidades de trabajo, usted se quedó en Pereira. ¿Por qué? M.: Fui una vil copia de Roberto Fontanarrosa. Él creció en Rosario, a tres horas de Buenos Aires y nunca se quiso ir. No sé si eso tenga valor pero es de admirar la gente que se queda e igual triunfa. Fontanarrosa trascendió fronteras con su obra, pero nunca se fue de Rosario porque amaba el fútbol, la ciudad y sus mujeres. Grandes amigos con los que trabajé en Pereira, como Her-nán Sansone y Luis Carlos Cifuen-tes, se fueron a Bogotá por razones laborales. Yo conté con la fortuna de no irme y eso es lo raro de esta situación. SEMANA: ¿Por qué raro? M.: En 1999, trabajando en el Diario del Otún, Hernán Sansone me abrió la puerta de la caricatura política. Él era el director de arte del periódico, y cuando le preguntaron por un cari-caturista, me dio la oportunidad a mí. Fue mi primer padrino. Cuando yo era niño leía libros de Daniel Samper que me encantaban y nunca imaginé que años después él sería mi maestro y luego mi amigo. La vida es muy querida porque nunca tuve que irme a Bogotá para trabajar con él. Aún hoy envío los mamarrachos a El Tiempo desde aquí. SEMANA: ¿Cuándo se dio cuenta de que quería ser caricaturista? M.: A los nueve años sabía que quería ser publicista y caricaturista. Hay una frase muy bonita que dice: “Uno nunca debe traicionar los deseos de cuando era niño”. Mi papá me tiraba pedazos de cuero que le sobraban por debajo de la mesa para que yo los rayara, y vea lo que pasó. Los niños tienen una capacidad que la sociedad les va cortando, los van podando para dejar una planta muy bonita, pero sin la esencia de lo que quería ser. SEMANA: ¿Cómo le va con la bicicleta en Pereira? M.: Lo bonito es que cuando salgo me encuentro guayabas y mangos caídos, me siento a comer en la vía y me río por eso. Es que acá la vida es muy feliz porque es muy simple, en las pequeñas cosas simples está la felicidad. Ya parezco un motiva-dor (risas). SEMANA: ¿Qué es lo mejor de vivir en esa ciudad? M.: El color verde que lo rodea a uno por todo lado. A cinco minutos de acá tengo la carretera con mon-tañas a lado y lado. La topografía, el clima y las mujeres, yo creo que esas tres cosas. Claro que no puedo dejar afuera al Deportivo Pereira, que aun-que no ha ganado nada, sigue siendo el equipo del terruño. “Lo bonito es que en Pereira cuando salgo me encuentro guayabas y mangos caídos, me siento a comer en la vía y me río por eso. Acá la vida es muy feliz porque es muy simple”. ILUSTRACIONES: CORTESÍA REVISTA SOHO


SEMANA_EJE_CAFETERO
To see the actual publication please follow the link above