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ESPECIAL RIO MAGDALENA

Perdonar para crecer Para conmemorar el Día Nacional de una de las actividades que más contamina al río Magdalena es la extracción de oro que se hace, principalmente, en el Bajo Cauca antioqueño, Córdoba y el sur de Bolívar. 128 las Víctimas, el 9 de abril de 2015, un grupo de mujeres de Puerto Triunfo, que se sobrepuso al dolor de ver morir a sus seres queridos en la ola de violencia que recorrió el Magdalena Medio en los años ochenta y noventa, promovió una manifestación simbólica de la que hizo partícipes a los que ocasionaron muerte y comunitarias más reconocidas del municipio. Al norte, las comunidades de los 29 municipios del Canal del Dique dina-mizadas por el Programa de Desarrollo y Paz (PDP) que lleva su nombre, se organizaron en torno a la producción de la actividad piscícola para hacerles frente a los problemas de abandono, miseria, desempleo y escasísima infraes-tructura. Al sur, María Isabel Espinosa, conocida como la poetisa del río Cauca, el principal afluente del Magdalena, rescató con sus versos la memoria de muchas almas de los cuerpos que se avistaban a orillas del municipio de Car-tago, norte del Valle, y que más arriba encontraban descanso, pues habitan-tes de Beltrán, municipio de Marsella (Risaralda), los recogían y los adop-taban con gran sentido humanitario, mientras Medicina Legal establecía su identidad. Con estas experiencias se encon-tró Reconciliación Colombia en su recorrido por el río Magdalena durante su primera etapa. Las tres iniciativas encierran un profundo sentido de lo que significa la reconciliación, palabra que ha resultado esquiva para los colombia- En estos tiempos de reconciliación, hacer memoria de lo que representa el río y la gente que vive en sus riberas también significa darle un lugar para nuestro presente y futuro. POR Ricardo Santamaría* María Isabel Espinosa rescató con poesía y versos la memoria de los cadáveres arrojados al río Cauca. * Director d e la Corporación Reconciliación Colombia foto: federico ríos escobar desolación. Durante el solemne recorrido, lanzaron pétalos de rosas al cauce del río Magdalena cuando alcanzaron la ribera, a la altura de esta población antioqueña. Fue un acto de reconciliación que, por la crueldad de los hechos que padeció la zona, hizo poner la piel de gallina a los invitados. Entre las valientes mujeres se encontraba Jeny Castañeda, una joven antioqueña que en 2014 prota-gonizó una de las historias de recon-ciliación más emblemáticas para el país, al acudir a la celda de Ramón Isaza, exjefe paramilitar, para exten-derle su perdón por la muerte vio-lenta que le ocasionó a Damary Mejía, su mamá, una de las líderes


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