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ESPECIAL RIO MAGDALENA

Hoy, en Colombia más de 2,3 millones de personas son menos vulnerables a los riesgos de perder la vida en desastres naturales, gracias a las acciones del Fondo Adaptación. En 2010, justo cuando estaba en auge el tema del cambio climático, Colombia vivió uno de los mayores desastres de su historia a causa del llamado fenó-meno de La Niña, que produjo una temporada invernal sin precedentes. Entonces se afectaron más de 4 millo-nes de colombianos y, por supuesto, las ayudas humanitarias fueron insuficientes. Pero tal como lo promueve la filosofía oriental, el país convir-tió una crisis en oportunidad. El gobierno del presidente Juan Manuel Santos, recién posesio-nado, creó Colombia Humanitaria para atender las necesidades inmediatas de los damnificados. Se fortaleció el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo, en cabeza de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), y por primera vez se pensó en la necesidad de adaptar el país al cambio climático. Así nació el Fondo Adaptación, cuya misión inicial fue atender la construcción, recons-trucción, recuperación y reactivación económica y social de las zonas afectadas por los eventos derivados del fenómeno de La Niña de los años 2010 y 2011. Sin embargo, el presidente Santos se dio cuenta de que era necesario ir más allá. Por eso en 2015, con la expedición de la Ley 1753 de ese año, mediante la cual se adopta el Plan de Desarrollo 2014-2018 ‘Todos por un nuevo país’, se le atribuyó al fondo la facultad de ejecutar proyectos integrales de gestión del riesgo y adaptación al cambio climático con un enfoque multisectorial y regional. En otras palabras, por primera vez en Colombia se pensó en tener políticas y accio-nes que permitieran adaptar al país a los cam-bios climáticos. Durante muchas décadas, las acciones de atención después de temporadas invernales resultaron ser paliativas, de corto plazo, y en la mayoría de ocasiones peleaban contra la natu-raleza. Hoy, el Fondo Adaptación trabaja en la construcción de viviendas, colegios, hospitales, acueductos y vías adecuadas al cambio climá-tico, y crea las condiciones necesarias para que los colombianos no peleemos más con la natu-raleza, sino que nos adaptemos a ella. Muestra de lo ante-rior son las casas palafíti-cas, cuyo diseño permite que en temporada de llu-vias el agua entre y salga por debajo del inmueble sin que se inunde. Así mismo, estamos tomando acciones en el Canal del Dique, La Mojana, el Jarillón de Cali o Gramalote, regiones donde adelantamos grandes pro-yectos de largo plazo, pero con el componente funda-mental de la adaptación. Dejamos de ‘entubar’ el río y tapar las ciénagas. Ahora buscamos que el río vuelva a respirar, que circule con normalidad por donde sabiamente lo debe hacer, y que la población que habita a su alrededor aprenda a vivir con él y a sacarle el mejor provecho. Hoy estamos entendiendo que la clave para enfrentar el cambio climático es saber adaptarnos a él. Así hemos logrado, con las obras del fondo de los últimos tres años, que más de 2,3 millones de personas sean menos vulnerables. INTRODUCCIÓN POR Iván Mustafá Gerente del Fondo Adaptación Dejamos de ‘entubar’ el río y tapar las ciénagas. Buscamos que el río circule por donde lo debe hacer, y que la población que habita a su alrededor aprenda a vivir con él. Adaptación, la clave en el estrecho, el río mide 2,20 metros de ancho, y en el municipio de Plato (Magdalena) su dimensión es de 1.073 metros. 35


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