RESUCITAR EN EL DESTIERRO El exilio es una vivencia traumática: es desplazamiento, es dolor, es des-tierro, es ruptura brusca y radical de un proyecto de vida. Es algo para lo cual nunca estamos preparados. No importa el lugar de destino, ni la condición social o intelectual del deste-rrado: este se enfrenta siempre a situaciones impensadas, a la pérdida del contacto con sus cercanos, al abandono de su espacio familiar, laboral y cultural, todo lo cual compromete el ámbito afectivo. Sal-tan así las frustraciones y surgen las nostalgias que serán más o menos agudas según el contraste entre el país que se deja y el de acogida. El genocidio político contra la Unión Patriótica, que comprometió la vida de la mayoría de mis compañeros de actividad en el Cesar, me obligó a dejar Valledupar un so-leado día de julio de 1987. Me desplacé a Bogotá. Creí po- IMELDA DAZA COTES Integrante de la UNIÓN PATRIÓTICA Retrato de una colombiana que fue acogida por Suecia, un país donde, según ella, el exilio puede llevarse en mejores condiciones que en el resto de Europa. 48 Militantes del partido político Unión Patriótica. Tres mil de sus miembros fueron asesinados. FOTO: ÁLVARO SIERRA Suecia
SUECIA
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