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Los perros de la guerra

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Atila, la promesa

Una perra que apenas comienza su servicio ya tuvo una responsabilidad de dimensiones nacionales: encontrar los cuerpos de los periodistas asesinados por Guacho. Así fue como lo logró.

Un avión de la Policía aterrizó en Bucaramanga con la única misión de recoger a Atila, una pastor belga malinois de un año y medio de edad, experta en buscar cadáveres. El 20 de junio de este año, la perra llegó junto a su guía, el patrullero Leonardo Quiroga, a Tumaco. Dos meses atrás, hombres de alias Guacho, capo abatido del narcotráfico sobre la frontera sur del país, habían secuestrado a tres trabajadores del diario El Comercio, en un acto que conmocionó a dos naciones y a la prensa mundial. El tiempo había pasado y aún no había certeza de lo sucedido con el equipo periodístico. Atila, que se enfrentaba a su tercera misión como perra policía, tenía la responsabilidad de encontrarlos.

Apenas llegaron al puerto nariñense, hombres del Gaula le explicaron a Quiroga el panorama de la misión. Por un informante, tenían indicios del sitio donde podrían estar los cuerpos de Javier Ortega, Paul Rivas y Efraín Segarra. El operativo, sin embargo, no sería fácil, pues el área estaba en disputa entre la Fuerza Pública y la disidencia guerrillera del Frente Óliver Sinisterra. Ese 20 de junio, los llevaron en helicóptero cerca al área señalada. Pero aún no podían comenzar la búsqueda. Primero, los explosivistas tuvieron que hacer un barrido palmo a palmo por un terreno sembrado de minas. En esas se les fue el día. El patrullero Quiroga y Atila pasaron esa noche en la selva.

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Atila: la perra que encontró a los periodistas asesinados por Guacho

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Atila es una pastor belga que desde hace casi un año trabaja en llave con el patrullero Quiroga en la búsqueda de cuerpos.

El coronel Carlos Bulla, jefe del área de guías caninos de la Policía de Carabineros, explica que hay alrededor de 900 perros en esa unidad, distribuidos por todo el país, dedicados a buscar explosivos, drogas, divisas ilegales y también a rastrear la fauna y la flora que los traficantes intentan sacar ilegalmente de Colombia. Todos estos perros pasan por procesos de selección rigurosos, en los que les analizan desde cachorros sus habilidades para el juego, sobre todo su voluntad por aferrarse a sus juguetes y buscarlos hasta el cansancio. Entre las especialidades, la búsqueda de cuerpos, que es la de Atila, es la más selectiva. Se calcula que entre 400 cachorros que se analizan para este trabajo, escogen a 1.

Atila y Quiroga estaban cerca a la orilla del río Mira, en un área húmeda y boscosa, con árboles altos y vegetación corta y espesa. A la mañana siguiente cogieron camino de nuevo. Era la primera misión de la perra en la selva y eso se notaba en su actitud, se comportaba distinto. En la ciudad, es un perra extrovertida y dispuesta al juego todo el tiempo. Ahora se movía con cautela y permanecía en silencio, sin despegarse de los pasos de Quiroga, como consciente del peligro que, en todo caso, era fácil de advertir, pues las explosiones de los tatucos y las balas no dejaban de sonar. Eso les recordaba que alrededor de ellos había un gran despliegue de uniformados que se enfrentaban a los disidentes para proteger la misión de Atila.

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La especialidad de búsqueda de cuerpos es una de las más exigentes para los perros. Se calcula que entre 400 cachorros que se analizan para esta labor, solo se escoge uno.

Al mediodía, después de acordonar el área indicada, los agentes llamaron a Quiroga y a Atila. No tenían certeza de que los cuerpos estuvieran allí, pero la tierra tenía unas grietas que los hacía sospechar. El patrullero Quiroga pidió que todos los hombres se retiraran del área rodeada con cinta, y se quedó allí a solas con Atila. Agarró una varilla y empezó a hacer huecos en la tierra, en forma de cruz, para remover el olor subterráneo. Entonces soltó a Atila. La perra rodeó la zona y de repente se detuvo y comenzó a escarbar. Finalmente ladró. Esa era la señal.

El patrullero Quiroga había recibido a Atila a comienzos de este año. La entrenó como lo señalan los instructivos. Asoció el olor de la carne en descomposición a una pelota roja. Cada vez que el animal encontraba su objetivo, recibía su juguete favorito.

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Atila fue escogida para una de las labores de búsqueda más complejas que afrontó la Policía de Carabineros en 2018: el hallazgo de los cuerpos de los periodistas ecuatorianos asesinados por Guacho.

Esta vez, en la selva nariñense, los policías excavaron justo en el lugar señalado por Atila y encontraron dos cuerpos enterrados. Fue la primera vez que Atila encontró cadáveres. En sus dos misiones previas no lo logró. Había atendido un deslizamiento que arrastró un camión en la vía Pamplona - Bucaramanga, y una creciente que se llevó un carro en la carretera Piedecuesta - San Gil. En ambos casos hubo muertos, pero la naturaleza fue tan implacable que los encontraron lejos de donde Atila los buscaba.

Aún en caso de que los exámenes genéticos confirmaran que habían encontrado a los ecuatorianos, faltaba uno. Entonces los expertos señalaron otro punto en la tierra, que no tenía grietas ni mostraba ningún indicio, pero sobre el que sospechaban a partir de las informaciones recogidas. Se repitió el procedimiento. Atila y Quiroga se quedaron solos en el terreno. El patrullero removió la tierra y la perra volvió a ladrar. Desenterraron otros dos cuerpos.

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La Policía de Carabineros tiene alrededor de 900 perros entrenados no solo para detectar cuerpos, explosivos o drogas, también rescatan fauna y flora y descubren divisas que entran al país ilegalmente.

"No es una labor como de mucho orgullo decir que encontramos tantos muertos. Este es el perro que uno menos quiere que trabaje. Pero la satisfacción es entregarle a las familias el cuerpo". Días después, cuando Atila y Quiroga estaban de regreso en Bucaramanga, el patrullero se enteró por las noticias de que los cuerpos hallados eran los del equipo de El Comercio y, al parecer, el de un disidente las FARC. Para Atila no había otra recompensa aparte de recibir su juguete favorito, su pelota roja.

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Atila ni siquiera ha cumplido dos años y ya es una de las promesas de la Policía en la búsqueda y rescate de cuerpos, luego de su buen trabajo en el caso de los ecuatorianos asesinados por Guacho.