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Charles King

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Foto Sebastián Jaramillo

"La champeta de hoy es como un reguetón camuflado"

Charles King, uno de los primeros en hacer champeta cuando el género apenas nacía en las calles de Cartagena, sigue cantando y defendiendo las tradiciones palenqueras y africanas que están detrás del ritmo.

La champeta nació en Cartagena en los años ochenta, cuando la música que llegaba de África se mezcló con la cultura negra, asentada en los barrios marginales de la Ciudad Amurallada, y que venía de San Basilio de Palenque, Bolívar.

Al principio, la champeta se dio a conocer por medio de ‘los picó’ –sistemas de sonido ambulantes, con consolas y amplificadores, que ruedan por los barrios populares de la ciudad–. Pero con los años dio el salto a zonas más exclusivas, a Barranquilla y al resto del país. Hoy es uno de los ritmos más populares de Colombia, y en las discotecas suenan canciones como La despelucada, El serrucho, Bandida o La invité a bailar a la par con el famoso reguetón.

Charles King creció en Palenque, fue uno de los primeros en llevar sus canciones a las emisoras, y se presentará en el próximo Festival Estéreo Picnic. Fue el rey a finales de los ochenta, a comienzos de los noventa, y aún hoy es una de sus voces más respetadas. SEMANA habló con él sobre los inicios del género y sus críticas a la champeta de hoy.

SEMANA: Usted hace champeta desde los años ochenta, ¿cómo llegó al ritmo?

Charles King: Nosotros crecimos con la música africana, de la cual tomamos influencias para hacer nuestra música. La gente decidió llamarla ‘champeta africana’ a partir del momento en el que empezamos a interpretarla con nuestro grupo, Anne Swing. Fue una iniciativa que nació con el fin de revolucionar la música, al ver la similitud entre lo que nosotros hacíamos y la música que nos llegaba de África. El resultado de eso es lo que se conoce hoy como la champeta. El origen, sin duda, son los diferentes ritmos africanos, con los que nos conectamos, porque en nuestro torrente sanguíneo corre esa misma identidad.

SEMANA: Al inicio, la champeta pegó sobre todo en los barrios marginales de la ciudad, ¿por qué?

C.K.: En estas zonas, las periferias de Cartagena y Barranquilla, están los 'picó'. Allí se difundían canciones o LPs de diferentes artistas africanos que llegaban a la ciudad. Eran muy famosos los 'exclusivos', como les llamaban a las canciones que solo sonaban en determinado picó, porque el dueño le quitaba el sello o la calcomanía original al LP y ponía otra, para que nadie más supiera cuál era el original y lo buscara. Por eso la champeta nació allá. Además, hay que tener en cuenta que Cartagena es el primer puerto negro de Colombia, por dónde entró la mayor cantidad de población de África. Por eso, la influencia africana es masiva y eso ayudó a que esa música conectara aún más.

SEMANA: Pero poco a poco se fue esparciendo a las zonas exclusivas, a otras ciudades, ¿por qué en algún momento la champeta tuvo tanto éxito?

C.K.: Fue un proceso de difusión gradual. Comenzó hacia 1986 con el grupo Anne Swing. En esa época empezamos a andar por todo el territorio nacional; fuimos a Manizales, Bogotá, Medellín, por todo el Caribe colombiano, y estuvimos en programas importantes como El show de Jimmy. Allí tuvimos la oportunidad de mostrar la champeta junto con un baile llamado ‘terapia’ que servía de gancho para atraer a la gente. Eso ayudó a masificar el género y hoy en día todo el mundo lo conoce.

SEMANA: ¿Qué tanto influyó el hecho de que usted haya crecido en Palenque?

C.K.: De ahí viene todo. Palenque ha sido el pueblo que más le ha dado relevancia a la música venida de África, que es de donde se origina la champeta. No por nada el picó más popular en Cartagena era 'El conde' (de Palenque), el que más ponía música con ese concepto. De hecho, los picós que se han hecho populares en Cartagena, lo fueron primero en Palenque. Prácticamente, el pueblo es el motor desde el cual prolifera esta música.

SEMANA: Sus canciones son sociales, hablan de los problemas de la ciudad, son una crítica a la pobreza, la marginalidad, la violencia, ¿por qué le interesa el tema?

C.K.: Yo crecí en un ambiente en el que me inculcaron una consciencia de crítica a la situación social. Además tuve la influencia de artistas que hablaban de esos temas sin tapujos y que me enseñaron que la música no solo es para rumba, también para transmitir las necesidades y las problemáticas que vive una sociedad. De hecho, eso no solo se ve en mis canciones. Hay varias que aunque a simple vista parecieran tener letras sin mucho significado, en el fondo tratan una problemática social, así sea con un lenguaje que solo se entiende dentro de algunos sectores de la ciudad. Por eso, casi todas las canciones de champeta son una especie de mensaje social.

SEMANA: ¿Qué opina de la champeta que se hace hoy?

C.K.: Tenemos un poco de controversia sobre algunas formas de hacer la champeta hoy y sobre la influencia del reguetón en el género. He dicho que algunas veces siento que las canciones de champeta actuales son como un reguetón camuflado. La champeta tiene unas características que hicieron posible que toda la ciudad se identificara con ella, y muchas de ellas se han perdido en la actualidad. Las viejas generaciones no se identifican con lo que hacen las nuevas (hablando de intérpretes y de público). También es una manipulación de los productores modernos que están vendiendo algo que no es champeta como champeta. Yo entiendo a los artistas, que tienen deseos de triunfar y eso los lleva a, muchas veces, dejarse manipular.

SEMANA: ¿Qué elementos tradicionales de la champeta se han perdido

C.K.: Lo más importante, y lo que la gente más identifica, es el uso de la guitarra y el ritmo. La champeta que se hace hoy suena más a dance hall y a reguetón. Y creo que la forma de interpretarla también ha cambiado mucho; uno puede identificarlo fácilmente si escucha la champeta de antes y la compara con la de hoy.

SEMANA: A pesar de esto, ¿hay champeta para rato?

C.K.: Mientras haya artistas que la sigan difundiendo y que intenten rescatar el género desde sus orígenes, con buenos contenidos sociales y mucha sensibilidad, la champeta va a durar mucho tiempo. Si no, pasará como con muchos géneros musicales que se pierden en el tiempo. Por lo pronto, yo creo que seguirá retumbando.