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La Fragua

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Foto: Cotesía La Fragua

“La banda nos ha puesto entre la espada y la pared”

La Fragua, joven banda de Medellín dedicada al género ‘Caribe psicotropical’, que ha presentado en Colombia, Cuba, México y Estados Unidos, fusiona ritmos que van del rock hasta la cumbia y la salsa. Esta es su historia.

Una de las mejores experiencias que ha vivido La Fragua tuvo lugar en Belencito Corazón, un barrio popular ubicado al suroccidente de Medellín. El 14 de agosto de 2016, durante las Fiestas de la Antioqueñidad, el grupo se presentó ante miles de personas que ocuparon cinco cuadras del barrio. Su introducción “psicodélica” dio pie a la primera canción del concierto: un cover de El ventarrón, de Afrosound , y rápidamente prendieron la fiesta. “Era un gentío. Era impresionante estar en tarima y ver ese río de gente gozándose la presentación. Casi no nos dejan bajar del escenario”, recuerda David Suárez, uno de los guitarristas.

Belencito Corazón, un lugar que ha sido mencionado en las noticias por manifestaciones de violencia –como las ‘fronteras invisibles’, extorsiones y amenazas contra los conductores de bus- los recibió con tanta emoción que para la banda, “fue una gratitud personal muy grande”. Más importante aún, según explica Suárez, esa presentación resultó determinante para cambiar su mentalidad. Cuando empezaron el grupo se enfocaron en conquistar escenarios alternativos y a tocar en eventos especiales. En Belencito se dieron cuenta de que –la mayoría de las veces- pasan mejor “en un festival de barrio que en una fiesta súper ‘play’”.

La Fragua ha vivido varias transformaciones en sus seis años de recorrido. Empezó como “un parche de fines de semana”, pero cuando ingresó Sebastián Adarve –guitarrista líder- decidieron volverla algo más formal. Así, con el tiempo han ido madurando sus propios conceptos. En cuestión de géneros, cada miembro venía de una experiencia musical diferente: unos tocaban rock, punk, otros salsa y otros pop, y precisamente esa mezcla de sonidos le ha dado a la banda su identidad.

“Antes no había un norte muy bien definido. Pero empezamos a experimentar varios sonidos desde lo que cada uno sabía y el resultado fue una fusión de ritmos tropicales latinos. De ahí salió un híbrido especial”, explica Adarve. Y ese híbrido al que se refiere no solo es producto de la mezcla de ritmos. Es la esencia de la banda. “Una fragua es un horno donde se funden hierros y metales. Pero para nosotros es un bailecito sabroso, donde se agarra a la pareja para bailar y apretarla”, dice Suárez. Adarve completa: “Es un horno donde se funden influencias, los estilos de cada uno. Es una fusión de vidas y de personalidades que se convierten en una sola”.

La banda también ha tomado elementos de influencias tradicionales. Hay ritmos que basan en la música del salsero puertorriqueño Héctor Lavoe , en la mezcla de mambo, el jazz, la salsa y el rock de La Fania All-Stars , en los ritmos tropicales del Joe y Fruko y sus Tesos y la cumbia de Pastor López.

En términos más actuales, artistas alternativos como Bomba Estéreo y Systema Solar también han alimentado su sonido.

La Fragua ha hecho de América Latina su motivo para crear. “Esta banda es un intento de recoger la cultura latinoamericana, de sintetizarla y de exportar los resultados”, señala Adarve. Por eso, según cuenta, en cada una de las giras que han hecho por Cuba, Estados Unidos y México, han recogido elementos culturales e instrumentos típicos para aplicarlos a la hora de hacer su música. Por estas razones el grupo suena “al ‘chucu-chucu’ que se baila con las tías en las rumbas caseras”, a chicha, a psicotrópico y a cumbia psicodélica.

La Fragua, un proyecto de vida

Son seis músicos, cada uno con una profesión a la que ha tenido que renunciar, parcialmente, para mantener vivo el sueño. David Suárez y Daniel Velásquez (vocalista líder) son comunicadores sociales, Sebastián Adarve es ingeniero de sistemas y músico y Santiago Bouckenooghe (baterista y percusionista) es ingeniero civil. Alexander Sierra (bajista) y Juan Felipe Chavarría (percusionista) son músicos. En su mayoría, dedican medio tiempo a su profesión y el resto a la banda. Pero el dilema es cada vez más claro y, pronto, tendrán que decidir entre una y otra. Adarve recuerda que en una ocasión tuvo que renunciar a su trabajo por el tiempo que debía dedicarle a La Fragua, y al bajista una vez le cancelaron el contrato laboral por los viajes que debía hacer con el grupo.

“Para mí la banda es todo. Es un proyecto de vida y es algo que hace parte de mi esencia. Va más allá de que me guste tocar guitarra. Es el hecho de que la banda nos ha puesto entre la espada y la pared y le seguimos apostando a esta”, relata Suárez. Para Adarve, por su parte, “el grupo pasó la línea entre el hobby y la profesión. Es un proyecto al que le dedicamos todo nuestro esfuerzo. Aquí hay varias personas que encontraron un camino en común en el que hay que darla toda. Nos apasiona y nos divierte”.

Precisamente, gracias a la vehemencia y al empeño que le han puesto a este trabajo, los miembros de La Fragua ya tienen programadas varias giras en Estados Unidos el próximo año. Además, tienen pensado postular su trabajo a premios internacionales. Van en serio pues sueñan con posicionarse “para rescatar nuestra cultura y exportarla al mundo”, cuenta Adarve. Para Suárez, la meta es tener tan buena acogida a nivel mundial que la gente de otros países cante sus letras y baile sus ritmos con todo el “sabor fragüeño”, así no hablen español. Que la gente los vea y “viva una experiencia y se transporte al Caribe”, así como ocurrió ese 14 de agosto en el barrio Belencito Corazón.