1La lucha sin terminar contra los grupos ilegales

El presidente saliente combinó las armas y el diálogo para combatir a los grupos armados ilegales. En 2010, Santos recibió a las Farc en un momento de repliegue, luego de sufrir los reveses militares más contundentes de sus cinco décadas de existencia, pero tratando de recuperar terreno. Al Eln lo encontró en una especie de declive, como un enemigo secundario. El mapa lo completaban al menos 8 estructuras criminales residuales de la desmovilización de las Auc que estaban en confrontación y crecimiento. En el final de su mandato, las Farc, que fueron la amenaza más grande contra el Estado, ya no hacen parte de este panorama, pero quedaron varias disidencias que, pese a no tener el mismo poder, pueden generar violencia y controlar el narcotráfico en algunas regiones. El Eln, que intenta expandirse mientras negocia la paz, pasó de ser un objetivo secundario a la principal guerrilla a derrotar. Y las varias estructuras postparamilitares se han agrupado en tres, de las cuales, el Clan del Golfo, la más grande y peligrosa, estudia su sometimiento. Santos continuó con la estrategia, que venía del gobierno de Andrés Pastrana, de modernizar a las Fuerzas Militares y la Policía, dotarlas de presupuesto y fortalecerlas. Pese a que quedan muchas amenazas latentes, el escenario es muy diferente al que existía hace ocho años.