Un laboratorio de medicamentos veterinarios, que desarrolla y comercializa alimentos para mascotas, aves, porcinos y pecuarios, se alista para conquistar el mercado internacional. Su rentabilidad supera a la de su sector.
Basic Farm se salió del molde cuando trajo la primera crema dental canina al país. Demostró que una compañía familiar puede comportarse de manera eficiente, rentable y ambiciosa como cualquier multinacional. Extendió el mapa de la industria veterinaria en Colombia y sorprendió con una estrategia internacional que la puso en todos los niveles del espectro, dentro y en el extranjero.
Con 29 años en el mercado, esta compañía antioqueña de origen no solo amplió su catálogo de productos para mascotas, porcinos, pecuarios y avícolas. También incursionó en otros servicios como la inocuidad alimentaria y la desinfección. Un portafolio que reinventó presionada por crisis económicas como la de 2010, que casi la obliga a cerrar, y por los milimétricos procesos de innovación que está implementando con dos productos nuevos al año.
Clientes como Pollos El Bucanero S. A., Agrocampo S. A. S, Ivanagro S. A., Avícola Santander, Italcol Mascotas y Distraves nutren los ingresos operacionales de la firma, que se calculan en más de 10.000 millones de pesos en 2016. Basic Farm hace parte del top 25 de las empresas que más aportan en Colombia.
Su secreto: el capital humano y el compromiso con el ambiente. Un proceso que se replica en Ecuador, Panamá y Costa Rica, a través de sus diferentes unidades de negocio que pronto llegarán a México, Puerto Rico y Chile.
En ese escenario, la compañía vive un proceso de constante transformación que la obliga a crecer para responder a los volúmenes de la demanda. Los directivos de la compañía trazaron como uno de los objetivos por cumplir en 2018 expandir las bodegas y plantas donde opera en su sede principal en Bogotá. Tienen la meta estratégica de ampliar el mercado para elevar la rentabilidad socioeconómica y financiera y para seguir impactando positivamente la vida de sus 57 empleados permanentes.
Para la gerente general y fundadora de Basic Farm, Flor Marina Yepes, los resultados económicos reflejan el compromiso de todos en la compañía. "Trabajamos por grupos y el pilar fundamental es el empoderamiento de cada uno de los colaboradores. No hay organigramas de poder. Nos enfocamos en el ser, desde el conocimiento, sus habilidades y desarrollo", explica. El método se fundamenta en tres círculos de energía: creativa, que incluye las líneas de venta, investigación, desarrollo y mercadeo; constructora, con logística, producción y despacho; y facilitadora, que abarca contabilidad, recursos generales y financieros.
La estrategia ha dejado resultados transversales al funcionamiento de la compañía. El buen momento que atraviesa en medio de una desaceleración económica lo refleja, pero también la cultura organizacional. Cada uno de los espacios evita que los problemas escalen y rápidamente los resuelven. La empresa desterró el individualismo y piensa como equipo.
Los empleados de Santander, Antioquia, Valle del Cauca, Cundinamarca y costa Atlántica, por ejemplo, decidieron que las comisiones de venta irían a parar a una sola bolsa. Al final, todo se reparte en partes iguales. Un incentivo similar al que se registró hace dos años, cuando en Navidad repartieron los premios por las ventas entre todos los empleados de la compañía, sin exclusión alguna. ¿La razón? Funcionan como un engranaje en el que cada movimiento es fundamental y al final es recompensando.
En el ADN de Basic Farm se impone el desarrollo de los colaboradores a nivel profesional, pero también personal. Por eso, trabaja constantemente en sus proyectos de vida y ya han impactado 25, lo que sin duda tiene efectos directos en su productividad. En una ocasión, una de las jóvenes veterinarias que trabajan en ventas tenía serias dificultades de relacionamiento con los clientes. Hicieron todo un proceso para apoyarla y ahora es una de las mejores vendedoras de la compañía, explica la directiva.
Pero para que una empresa sea realmente productiva a largo plazo no solo debe ejercer su responsabilidad con sus empleados, sino también a nivel social y del medio ambiente. Estos temas aparecen a lo largo de la historia de Basic Farm y se traducen en sus buenas prácticas con los clientes y los proveedores de Argentina, Sudáfrica, España y Estados Unidos. Por un lado, impulsa la recolección de los envases de sus productos a nivel nacional; por otro, está comprometida con el uso de moléculas biodegradables y no agresivas con el medio ambiente en sus productos.
En el caso de los productos dermatológicos, trabajan con una molécula que solo existe en Brasil: Fosbac. Es un antibiótico bactericida distinto a lo que los clientes encuentran en el mercado, y por ser biodegradable no daña el ambiente. Muchos de estos productos terminan en los vertederos o entran en contacto con carne o huevos de consumo humano; por eso, no tienen nada tóxico y buscan que sean inocuos, dice Yepes. De hecho, en el más reciente informe de vigilancia farmacológica presentado ante las autoridades no tuvieron un solo caso de efecto secundario por reportar.
Hasta ahora, Basic Farm no solo empieza a abrir su espacio en un mercado altamente competitivo, sino que muestra cómo la buena gestión del talento humano potencia la productividad y el bienestar de sus empleados hasta convertirse en protagonista en el terreno veterinario latinoamericano.