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REINO UNIDO ESPANIOL

14  Algunos instrumentos de la banda de guerra llegan al desfile escoltados por la Policía, por el valor que tienen. FOTO: VISITENGLAND/DIANA JARVIS diplomático, que no por discreto será me-nos importante. Muchos mandatarios se alojan en la residencia de sus embajadas o en un hotel, pero el presidente Santos y su esposa han sido invitados a hospedarse en el Palacio de Buckingham. Eso quiere decir que sal-drán directamente del aeropuerto –en un Bentley color borgoña adornado con la bandera nacional– a Horse Guards Parade, el antiguo cuartel general del Ejército británico, donde la rei-na y el duque de Edimburgo les darán la bienvenida. Y no solo ellos, sino alre-dedor de 200 soldados de ca-ballería (incluido Carlos Flórez Serna, un colombiano) con sus uniformes escarlata y añil, cora-zas de plata y cascos relucientes rematados con penachos de pelo de yak y –en el caso de los mú-sicos– ataviados con casacas de hilo de oro. Las piezas más im-ponentes Comparados con los eventos del primer día, los demás carecen de la misma pompa, pero poseen mayor sustancia política. son los timbales de la banda de guerra, repujados en plata sólida; y como su molde fue destruido hace ya muchos años para evitar réplicas, su valor es tal que tienen que ser transportados a cada desfile en compañía de una escolta policial. Los espléndidos potros negros, mez-cla de caballo irlandés de tiro y purasan-gre inglés, son entrenados en las barracas de Hyde Park, donde viven una existencia de sultán al cuidado de una veterinaria de ojos luminosos y un batallón de herreros que los calzan con herraduras ortopédicas al menor asomo de lesión. Pero son los caballos de palacio, unos tordos mosqueados criados en Windsor desde el reinado de Victoria, los que tirarán del carruaje que llevará al pre-sidente Santos y a la reina hasta el Palacio de Buckingham. Cuando Toby Browne, el caballerizo de la Corona (un tipo con porte y maneras de aristócrata que se ruboriza como una adolescente cuando su teléfono nos interrumpe con el tema de Misión Imposible), me dice que el carruaje escogido por la reina fue construido en 2014, no puedo ocultar mi desilusión. Pero aunque es en verdad un pastiche, su diseño es tremenda-mente ingenioso. Lo que lo hace único es el interior, cuya marquetería es un mosaico de reliquias de la historia de la Gran Bretaña: fragmentos del manzano de Newton, del trineo de Robert Scott en la Antártica, del May-flower, de la cabina de un caza Spitfire, de las vigas de todas las catedrales y castillos de la isla, de una bala de mosquete usada en la ba-talla de Waterloo… Claro que cuando uno se entera de que las manijas de las puertas están adornadas con 130 zafiros y 24 diamantes, es difícil no simpatizar con el espíritu republica-no, incluso a sabiendas de que el coche se pagó con donaciones y no con los impuestos de los de a pie. Ese carruaje será el centro de atención del fastuoso desfile que recorrerá todo el Mall –la famosa avenida pavimentada con asfalto rosa y decorada ese día con las banderas de ambos países– hasta desembocar en el Palacio de Buckingham. La primera dama y el duque de Edimburgo los seguirán en otro carruaje algo más modesto, aunque el término ‘modesto’ es muy relativo en este contexto. El presidente y su esposa, me dice el vicealmirante Tony Johnsto-ne- Burt, el amo de la Casa Real (no un mayordomo, ni mucho menos, sino el jefe de operaciones del Palacio de Buckingham), se hospedarán en la Suite Belga, bautizada en honor del rey Leopoldo II de Bélgica, el tío favo-rito de la reina Victoria (y, curiosamente, también de su esposo Alberto), quien no lograba conciliar el sueño en ninguna de las otras 51 habitaciones de huéspedes del palacio. Allí no solo se hospedó Barack Obama sino que nacieron los príncipes Andrés y Eduardo. Johnstone-Burt, un exmarino afable y sonriente que tiene mucho de patricio y poco de lobo de mar, es el encargado de organizar el banquete de Estado para 150 invitados, vestidos con frac en el caso de los hombres y tiaras en el de las mujeres. La reina escoge el menú con dos semanas de anticipación, pero Johnstone-Burt sabe que necesitará 5.500 piezas de Reino Unido


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