Un periodista y miembro de la inteligencia naval del Reino Unido fue el creador de James Bond. Su perfil se asemeja al del agente secreto: incansable investigador, mujeriego, amante de los carros y un buena vida.
El Reino Unido ha sido cuna de buen periodismo y de novelas policíacas como los clásicos de Agatha Christie. Por eso, no es de extrañarse que allí surgiera la historia del espía más famoso del mundo. Antes de convertirse en escritor, Ian Lancaster Fleming (1908-1964) fue profesor universitario en Austria y Alemania. Hombre culto, lector ávido y coleccionista de grandes clásicos de la literatura, trabajó como periodista en la agencia Reuters. Tuvo un breve paso como corredor de bolsa con el fin de hacer dinero, pero no era lo suyo.
Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó para la Dirección de Inteligencia Naval del Reino Unido, y dicha experiencia le sirvió como inspiración para crear las tramas y los personajes de las novelas de James Bond. “Les añadí un héroe, un villano y una heroína”, declaró alguna vez. Tras la guerra siguió trabajando en medios periodísticos, pero cuando se trasladó a Jamaica escribió la primera novela del agente 007, Casino Royale, publicada en 1952. En total, escribió 14 novelas y pudo ver las dos primeras películas, Dr. No y De Rusia con amor, antes de su muerte prematura a los 56 años.
Se dice que el nombre James Bond surgió porque así se llamaba el otorrino más famoso del Caribe y Fleming buscaba un nombre que sonara “lo más ordinario posible”. Al igual que Bond, Fleming fue un mujeriego toda su vida y tenía como lema “todo hombre quiere a una mujer que pueda encender y apagar como un interruptor”. Además, era miembro de clubes nocturnos para adultos, le encantaban los huevos revueltos, como buen inglés, el golf, ir a los casinos, vestirse con elegancia, fumar cigarrillos Morland y beber Martini seco, “agitado pero no revuelto”.