La Casa de la Cultura es la obra más emblemática de la reconstrucción de El Salado.

LEY DE VÍCTIMAS: EL GRAN DESAFÍO

El duro camino a la reconstrucción

En El Salado y en San Basilio están en marcha dos modelos pioneros de alianzas público-privadas para encarar el posconflicto y el desarrollo.

 

Un pueblo sumido en la pobreza desde siempre, busca dar los primeros pasos para salir de ella mediante un plan de desarrollo apoyado por tres fundaciones y la Gobernación de Bolívar.

 

Por su lengua Ri Palengue o lengua palenquera, sus danzas, su música, sus peinados, el Lumbalú (el ritual que acompaña los sepelios), su organización social en kuagros, así como las prácticas culturales cotidianas, San Basilio de Palenque fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2007.

 

Pero la comunidad es tan famosa como paupérrima. En lugar de acueducto, hay una ‘pluma’ que da agua durante algunas horas. No hay alcantarillado, la red eléctrica da lástima y muchos pobladores viven del rebusque en la cercana Cartagena. La gente ha librado una larga lucha contra la discriminación. A lo cual hay que añadir la dosis de violencia, despojo y terror que vivió el pueblo, al igual que el resto de la región de Montes de María. Y que trajo, además, comunidades desplazadas de otros lugares, que se instalaron en Palenque y se sienten, a su vez, discriminadas.

 

Buscando fórmulas para enfrentar esta situación, la Gobernación de Bolívar, con el apoyo de las fundaciones Carvajal, Saldarriaga Concha y Semana están montando una experiencia piloto de lucha contra la pobreza. El plan se llama Palenque 2015 y, como en El Salado, fue concertado con la comunidad y tiene como eje construir un futuro acorde con la cultura local. Si en El Salado la apuesta es por el posconflicto, en San Basilio de Palenque es por un modelo alternativo de desarrollo humano.

 

Después del terror, la tierra

Después de quedar desierto hace 12 años a raíz de una de las mayores masacres cometidas por los paramilitares, el corregimiento de El Salado, en El Carmen de Bolívar, es hoy escenario de un proyecto de reconstrucción inédito.

 

La gente, que empezó a volver por su cuenta una década atrás, recibió desde 2009 el acompañamiento de un grupo de 70 empresas e instituciones públicas y la Fundación Semana. La intervención le apostó desde el inicio a un plan construido por la comunidad, porque lo esencial era rehacer los lazos entre la gente, destruidos por la masacre. Así, en tres años hicieron entre todos el acueducto, el alcantarillado, el jardín infantil Aeiotú, y mejoraron la carretera a El Carmen. Lavaron el piso de cemento del campo de fútbol donde los paramilitares mataron a cerca de 100 personas y lo volvieron camposanto.

 

La obra más emblemática es la Casa del Pueblo. Los habitantes de El Salado todavía recuerdan cómo los paramilitares sacaron los instrumentos musicales de la casa de la cultura para tocar mientras jugaban fútbol en la cancha con las cabezas de sus víctimas. Entre todos destruyeron la vieja casa y construyeron la nueva.

 

La violencia pasó, pero no la pobreza. Aunque se ha avanzado en curar las heridas, se enfrenta ahora a una pregunta: ¿Cómo construir una economía viable, que no dependa de ayudas externas, en un entorno en el que el 95 por ciento de los hombres gana 180.000 pesos al mes y dos tercios de las 356 familias de la zona no tienen tierra propia ni perspectivas de comprarla, pues esta quedó en manos de empresarios del interior y su precio, hoy, es inalcanzable?

 

La respuesta se busca mediante un proyecto para que 300 familias dispongan de una hectárea de tierra cada una, que se explote de manera tecnificada y cuya producción se venda asociativamente. Lograr que una parcela de ese tamaño sostenga dignamente a una familia no será fácil, y depende, entre otros, de que se consigan los recursos para un distrito de riego y de que se resuelvan complejos problemas de tenencia de la tierra.

Se trata de desafíos que le suenan familiares a cientos de comunidades en Colombia que se asoman al posconflicto y que, si se pone fin al conflicto armado, pondrá a todo el país a buscar respuestas viables.