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ESPECIAL RIO MAGDALENA

30 No hubo ahí, aquí, el aspaviento amargo que se suele escapar cuando se ve y se siente el Bogotá en estado terminal. A Wade Davis le parece que da señales de vida y cuenta que en el mundo hay ejemplos de ríos casi muertos que con leyes severas fueron rescatados. “En los años cincuenta del siglo pasado el Cuyahoga, en Cle-veland, se incendió de lo contaminado que estaba”, recuerda. Y añade que los dos ríos que ruedan por Nueva York y que ahora refrescan y otros muchos en Estados Unidos, eran veneno puro. Eran. A partir de ahí, de esa desem-bocadura que es el cruce con una realidad para muchos oprobiosa, lo que siguió fue un canto al optimismo. Wade cree que una cruzada para rescatar el Magdalena puede ser el gran reto nacional que se vuelva una bandera de unión: “Este es el río-país –piensa–, el corazón de Colombia, en el que sucede lo bueno y lo malo, y, como Colombia misma, sigue su cauce. No se puede comprender a Colombia sin entender el río Magda-lena. Imagínense lo que sería para el país si al mismo tiempo que se consiga un acuerdo de paz se decide limpiar el Magdalena como un símbolo de este acuerdo”. Dice que no hay en Colombia nada que cohesione tanto como los 1.540 kilómetros del Magdalena y su paso por 728 municipios. Y nada que tenga más significado de columna vertebral de la cultura colombiana como el Magdalena: “En un día de correría, se pasa por diez Colom-bias distintas. Por eso este debe ser símbolo de la potencia del país y el reto para hacer cambios profundos: todo movimiento social histórico ha comenzado con una idea que al prin-cipio ha parecido imposible”. Todo eso cree –y más– Wade Davis, que fue reuniendo argumen-tos río abajo y ya ha tenido ocasión de exponerlos ante el presidente de la República. Las teorías económi-cas a su paso por Barrancabermeja; sus puntos de vista urbanísticos cuando ancló en Mompox; los pai-sajísticos cuando divisó la magnitud de los 1.030 metros de ancho que mide el río por los lados de Plato. Todo aquello. Todo aquello del Magdalena que Wade se ha metido en su alma como los métodos de pesca con cometa en los amaneceres de Bocas de Ceniza y ese goce con el fiestononón en el que participó en Nueva Venecia, en la Cié-naga de Santa Marta, en donde volvió a exhibir ese poder de tomarse una cerveza en dos tragos. O la siguiente demostración de hacer visible que por muy canadiense que sea y muy graduado en Harvard y muy profesor en Vancouver, sabe exactamente en dónde está: una mañanita en Mompox, una de las expedicionarias de Savia le hizo una observación amable: –Se te rompió la camiseta, Wade –le señaló. –Sí, fue anoche la mujer cai-mán –se sonrió. Su paso por Mompox (foto), Barrancabermeja y Plato le sirvió a Davis para hablar sobre el río con el presidente Santos. foto: césar david martínez “Imagínense lo que sería para el país si al mismo tiempo que se consiga un acuerdo de paz se decide limpiar el Magdalena como un símbolo de este acuerdo”. EL RÍO QUE SOMOS


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