MAURICIO BONNETT Escritor SUECIA Y EL FUTURO PERMANENTE Cada vez que prendemos un Desde la cremallera y los fósforos, hasta las casas que funcionan con calor humano, los inventos suecos revolucionan al mundo. ¿Qué tanto les debemos? fósforo deberíamos pensar en Suecia. Ese simple acto algu-na vez fue tan peligroso que encender una vela durante una cena romántica podía terminar no solo con la incineración de los comensales, sino también de la casa y del vecindario. Pero gracias a Gustaf Erik Pasch, que separó el componente in-flamable de la cerilla y lo puso en el rastrillo de la caja, desde 1844 millones de veladas han transcurrido sin contratiempos, y hemos podido encender hogueras, estufas, chimeneas y asa-dores sin arriesgar la vida. De hecho, si fuéramos tan obsesivos como para in-vocar al inventor de cada objeto que usamos a lo largo del día, los suecos no nos abandonarían casi nunca. Al desayuno, por ejemplo, abriríamos la nevera (una precursora de la cual fue inventada por Baltazar von Platen y Carl Munters en 1922), graduada, como debe ser, a 4 grados centígrados o Celsius (llamados así en honor a Anders Celsius, el matemático sueco FOTO: ANDREW RICH / ISTOCK Suecia
SUECIA
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