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Los ‘diablos rojos’: del cielo al infierno

En los ochenta, el América de Cali se convirtió en el monarca indiscutible del fútbol colombiano. El año pasado regresó al trono, pero tuvo que sobrevivir maldiciones y pactos con el diablo.

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En 1931, cuando todavía no existían los torneos oficiales de fútbol colombiano, ya había nacido el América de Cali. Y también la rivalidad eterna del clásico vallecaucano. Ese año, jugaban una final contra el Cali Football Club -considerado como el antecesor del Deportivo Cali- y la cosa se puso caliente: el árbitro anuló dos goles del América alegando fuera de juego, y al final el Cali se impuso con un 1-0.

Pero un diablo debe ser rebelde, como el ángel caído desafiando a Dios. Por eso, lejos de quedarse de brazos cruzados, unos “allegados” del equipo escarlata publicaron volantes protestando contra el arbitraje, lo que provocó que la federación expulsara al América de la Sucursal del Cielo por un año. ¿Qué hacer con un equipo ya armado y sediento de gloria? Pues, al igual que el diablo, rodear la tierra y andar por ella (Job 2:1-7). O más bien, por la tierrita. Los directivos decidieron emprender una gira nacional. Era el primer equipo en hacerlo y esa experiencia -fruto de la rebeldía los consolidó en el camino hacia la leyenda como uno de los cuadros más importantes de Colombia.

Vagar por el desierto

Incluso los diablos pueden ser víctimas de maldiciones. Por aquel entonces jugaba en el América el odontólogo Benjamín Urrea, apodado Garabato. Según cuenta la historia oficial, él estaba en contra de la profesionalización del equipo que ya los directivos estaban llevando a cabo. Por ello, no solo dejó el equipo, también lo maldijo: “que lo vuelvan profesional, que hagan con el equipo lo que quieran… que, por mi Dios, América nunca será campeón”. Pero la veracidad de este embrujo no está en las palabras exactas, sino en que durante las siguientes cuatro décadas el América de Cali no ganó ni una sola vez el título nacional.

No fue hasta 1979 que Garabato y los directivos del equipo se reunieron en el estadio Pascual Guerrero para hacer una misa y firmar un documento en el cual “se declaraba un equipo renovado y se le ponía fin a la maldición”, según relata la página oficial del equipo. Lo cierto es que ese año, el América de Cali ganó su primera estrella y abrió las puertas a la época en la que fue el monarca indiscutible del fútbol colombiano: los años ochenta.

Pacto con el diablo

Durante la siguiente década, el América conquistó cinco títulos consecutivos (1982-1986), algo nunca antes visto. Los ‘diablos rojos’ se habían tomado Colombia, y teñían también de rojo las arenas internacionales. Llegaron tres veces seguidas a la final de la Copa Libertadores. La última fue la más dolorosa, en 1987, cuando el Peñarol de Uruguay marcó el gol de la victoria a menos de diez segundos del final del partido. Fue por esta misma época que se forjaron los ídolos de los que oía hablar la periodista deportiva Mábel Lara en el comedor con su familia. “En mi casa mi mamá y sus primas eran futboleras: me contaban en esa época de Willington Ortíz, Roberto Cabañas, Ricardo Gareca y Julio César Falcioni. Vi llorar a mi mamá por las pérdidas de las Copas Libertadores…”, relata.

“El hincha de la Mechita está destinado a sufrir. Se ha sufrido. Pero la alegría es ver cómo el equipo ha resurgido entre las cenizas. Emociona hasta los tuétanos”

Mábel Lara
Presentadora

Esa sangre roja es lo que la hizo sufrir tanto cuando, llegado el siglo XXI, la ‘Mechita’ empezó a apagarse. En 1995, el Gobierno de Estados Unidos decidió bloquear a todas las empresas y personas que tuvieran relaciones con dinero proveniente del narcotráfico y en aquella ‘Lista Clinton’ apareció el América. Expuesto el pacto con el diablo, el equipo escarlata se vio sumido en una fuerte crisis económica. El descenso a los infiernos culminó en 2011 cuando el América, una de las leyendas de la historia del fútbol colombiano, bajó a la B.

Sus seguidores tuvieron que esperar cinco años para ver a los ‘diablos rojos’ caminar de nuevo por la superficie. Lo aguantaron con estoicismo hasta su regreso en 2016 y lo celebraron pintando el estadio de rojo cuando el América volvió a ocupar el trono -por decimocuarta vez- en el torneo pasado. Ellos siempre tendrán diablos dentro. Y no quieren que nadie los exorcice.