El historiador -amateur- ha publicado más de 40 libros del balompié nacional. Su propósito es preservar la memoria de este deporte que tanto hace vibrar a los colombianos.
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En la repisa detrás de su escritorio, una pequeña colección de pocillos de Millonarios delata de quien es hincha. Guillermo Ruiz colecciona balones, tiene alrededor de 3.000 libros en su biblioteca y más de 2.000 negativos (algunos incluso sin revelar). Sus días se pasan entre los salones de clase de la Universidad Sergio Arboleda, en donde dicta la cátedra Historia del fútbol, y largas jornadas escribiendo en su estudio.
De pequeño jugaba de centrodelantero en el Ingenio Sancarlos, en Tuluá, donde nació y se crió. No era el mejor de la clase, pero serlo tampoco era su prioridad. El miércoles -o más bien, todos los miércoles- dedicaba la tarde libre que le daba su colegio para practicar el balompié. De forma recreativa, eso sí.
Su papá no era amante del fútbol. Su mamá, tampoco. El ‘Tío Barbas’, un empleado de su padre, era quien lo llevaba al estadio. Él, al igual que Guillermo, era un fanático del deporte. “Él era mi mompa” (amigo en caleño), menciona el historiador. Una vez, estando en Tuluá, se embarcaron en un viaje en bus para ver jugar al Botafogo de Brasil, en Bogotá. Salieron el sábado en la tarde y llegaron al estadio a las 11 de la mañana del domingo, una hora antes de que comenzara el partido. Así vivió su infancia y adolescencia: llena de momentos y experiencias que todavía lo hacen sonreir.
Años más tarde dejó Tuluá y llegó a Bogotá. “La vida me puso a elegir: o es el fútbol o es el estudio… y no tuve remedio. Así fue como me dediqué a estudiar psicología” en la Universidad de La Sabana. Pero nunca se desenganchó del fútbol. Cuando terminó su carrera trabajó en Medellín como vicerrector de un colegio por un par de años y después llegó a la Dimayor.
También fue asistente de presidencia del Deportivo Cali y años más tarde se vinculó a Millonarios por seis años. Laboró para otros equipos nacionales, incluyendo el América. Allí trabajó en la gerencia deportiva organizando a los equipos, sobre todo a los de las inferiores.
Cuando alguien le pregunta si se arrepiente de no haber ejercido su profesión por más tiempo, responde que “la psicología está en cualquier actividad de la vida. Y cuando tienes un grupo de jóvenes que formar y orientar; cuando lidias con familias con problemas económicos, sociales o afectivos, ahí está la psicología”.
En la década de los ochenta comenzó a publicar libros. Uno de los más emblemáticos para el autor es ‘Colombia y su fútbol’, que lo lanzó previo a un partido de Colombia y Argentina en Barranquilla. “La venta fue muy mala. Fue una desilusión tremenda. Llevé 1.000 libros a La Arenosa y regresé a Bogotá con 1.001. ¡Hasta con el de muestra!”, recuerda Ruiz.
Pero no desistió. Empezó a recopilar todas las revistas deportivas que el ‘Tío Barbas’ le regaló de pequeño, las investigaciones, los negativos, etcétera. Fue así como pudo redactar libros de Millonarios, Santa Fe, Once Caldas, Junior, América, Deportivo Cali, de la Copa América, de la Selección, entre muchos otros. Libros que llenan un vacío en el país porque, tal y como él lo asegura, “en Colombia son realmente muy pocas las personas que escriben de fútbol y lo estudian”. Desde la década de los ochenta hasta hoy ha publicado cerca de 40 libros.
Su memoria es envidiable. En su cabeza tiene cada partido, el año, el marcador, quién fue el técnico, el árbitro y el onceno que disputó el encuentro.
La locura más grande que su amor por el balompié lo ha llevado a hacer fue cambiar su Mazda 626 blanco por dos cajas llenas de negativos de fútbol en la década de los setenta. Negativos que aún no ha terminado de revelar y que conservarán -por un muy buen rato- los recuerdos del balompié nacional. A falta de museos del deporte en Colombia, tenemos a Ruiz Bonilla, la ‘Biblia’ del fútbol colombiano.
