Antes de llegar a Montería, Jaguares de Córdoba recorrió varias ciudades del país en busca de apoyo económico para posicionarse en la categoría Primera A. Y lo logró. A pesar de los cambios de sede, su hinchada sigue fiel.
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Julián Villota, de Jaguares, controla la pelota. En la tabla de descenso de 2020, Jaguares arranca a 12 del penúltimo de la tabla.
Para The Guardian, “de todas las indignaciones que pueden ser infligidas a un club de fútbol, la relocalización puede ser la más controversial de todas. Desarraigar a un club de su casa histórica y de su hinchada es visto como un pecado capital”. La afirmación la hizo hace un año en una publicación dedicada al Real San Andrés, un equipo de la Primera B que nació en Santander y que en 2018 se trasladó al archipiélago por falta de apoyos económicos y de recursos.
La historia de Jaguares de Córdoba, de la categoría Primera A, es similar a la del equipo isleño, pero contradictoria a la afirmación del diario inglés. Legalmente, el equipo está constituido en Montería desde 2013, pero su historia comienza en 1990, en la ciudad de Bogotá. El club, antes de constituirse como ‘Jaguares’, pasó por varias ciudades y municipios del país en busca de apoyo monetario hasta que aterrizó en Montería, su sede actual. Allí tiene la mayor afición de su historia y cerca de 7.000 asistentes por partido
La trayectoria de lo que hoy es Jaguares se remonta a 1990, cuando se fundó en la capital del país bajo el nombre de ‘Academia Bogotana’. Participó en el torneo profesional de ascenso de 1991, pero, pocos años después, en busca de recursos que le facilitaran posicionarse en la A, se trasladó a Girardot, Cundinamarca, con Rafael Corrales como director técnico. Su nombre cambió. Se llamaría ‘Girardot Fútbol Club’.
Allí comenzaron los logros del equipo. El grupo cundinamarqués, que jugó en la categoría Primera B hasta 2008, alcanzó el subcampeonato del torneo de la Segunda División en la temporada 1995-1996. Quedó a 6 puntos del Cúcuta Deportivo, campeón del certamen.
En 2009, después de que se concretara un acuerdo entre el presidente del club (Nelson Soto Duque), la Gobernación de Cundinamarca, y la industria de licores de ese departamento, se trasladó a Palmira, en el Valle del Cauca, donde se asentó poco tiempo. Al año siguiente llegó a Buenaventura, debutó el 6 de febrero de 2010 y fue rebautizado como ‘Pacífico Fútbol Club’. El 13 de diciembre de 2011, después de que culminara la asamblea de clubes de la Dimayor, se notificó la aprobación para trasladar al equipo de Buenaventura a Sincelejo, ciudad en la que permaneció hasta 2012.
El equipo, finalmente, llegó en 2013 a Montería, su sede actual. Desde ese momento se llama Jaguares de Córdoba. Su primer partido lo disputó en febrero de ese año bajo el mando de José Alberto Suárez, en Montería. Al año siguiente, se coronó campeón del Torneo de Apertura de la Primera B, después de vencer al América de Cali 4-1 en el partido de ida y de empatar 1-1 en el de vuelta.
Dos años después (2015), Jaguares hizo historia y ascendió a la primera categoría del fútbol colombiano con Héctor Estrada dirigiéndolos. Para lograrlo tuvo que vencer a Deportes Quindío. Aunque el equipo cordobés perdió el primer encuentro 2-0 en el estadio Centenario de Armenia, ganó 3-0 en el de vuelta, cinco días después en la capital de Córdoba. Con este resultado, Jaguares se convirtió en el primer equipo de su ciudad y de su departamento que compite en la máxima categoría del fútbol profesional colombiano. El ascenso fue el 14 de diciembre.
A pesar de todos los cambios de sede –y a diferencia de lo que establece The Guardian–, el presidente del equipo, Nelson Soto, asegura que la hinchada de Jaguares está intacta: “En cada ciudad hemos marcado una huella, y los aficionados entregan su corazón al equipo. Aún así, el máximo crecimiento ha sido en Montería. Ahí se disparó la hinchada. Somos uno de los equipos que más afición tiene, con un promedio de entradas entre 6.000 y 7.000 personas por partido”.
