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Todo va mal y pronto se tornará mucho peor. En las siguientes semanas el fantasma del covid-19 impactará al país en pleno como nunca antes ninguna calamidad lo ha hecho. Los vertiginosos acontecimientos de los últimos días en realidad son la muestra gratis de lo que hará la pandemia global al irradiarse imbatible por Colombia. El lunes la preocupación por 45 casos confirmados obligó al Gobierno a tomar una de las primeras medidas sorprendentes: sacar a los niños de las aulas y cerrar las escuelas; pero no para evitar la propagación del virus, sino para ralentizarla. La guerra contra el coronavirus parte del concepto de que es imposible detenerlo.
Para el lunes el germen malicioso, denominado SARS-CoV-2 por la ciencia, cosechaba 160.000 casos en 140 países (cinco días después serían 213.000 en 153 naciones). Colombia fue el número 86 en la lista de contagiados. Arrancando la semana habló el doctor Guillermo Prada, uno de los infectólogos más experimentados en el territorio nacional, y llamó la atención sobre varios errores que pueden resultar letales. Por ejemplo, lavarse las manos a la carrera, con un poco de jabón y luego secarse con una toalla común o en el pantalón; o las reuniones familiares donde “el nieto consentido mata al abuelo adorado”. El doctor Prada, quien desde hace 30 años se niega a saludar de mano, advirtió que las personas mayores de 60 años deben tomar medidas de protección muy serias.
Es probable que la Iglesia católica haya escuchado su clamor. Al final del lunes, la arquidiócesis anunció que suspendía los cultos públicos en sus templos y que, en adelante y hasta nueva orden, habrá misa de exequias para difunto, pero “sin trasladar el cuerpo al templo”. El país también canceló las tradicionales procesiones de Semana Santa en Tunja, Mompox, Pamplona e incluso en Popayán “por primera vez en 464 años”. Una tentación menos para que los mayores salgan de casa. La temperatura del miedo y la preocupación fueron subiendo con cada boletín del Ministerio de Salud. El martes ya reportaban 65 casos de coronavirus y nuevas medidas.
En las iglesias católicas se acabaron las misas comunitarias y las exequias con el cadáver presente. Entre tanto, la gente se volcó a los supermercados en búsqueda desesperada de productos de higiene.
Foto: Guillermo Torres - Semana
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Es probable que la Iglesia católica haya escuchado su clamor. Al final del lunes, la arquidiócesis anunció que suspendía los cultos públicos en sus templos y que, en adelante y hasta nueva orden, habrá misa de exequias para difunto, pero “sin trasladar el cuerpo al templo”. El país también canceló las tradicionales procesiones de Semana Santa en Tunja, Mompox, Pamplona e incluso en Popayán “por primera vez en 464 años”. Una tentación menos para que los mayores salgan de casa. La temperatura del miedo y la preocupación fueron subiendo con cada boletín del Ministerio de Salud. El martes ya reportaban 65 casos de coronavirus y nuevas medidas.
Para ese momento el desconcierto ya era general. El precio del dólar superó las nubes. La gente salió a comprar papel higiénico como si no hubiera un mañana. Hombres en trajes de aislamiento fumigaban los sistemas de transporte masivo en Bogotá, Medellín y Cali. El gobernador de Boyacá cerró sus ‘fronteras terrestres’ con los departamentos vecinos de Santander, Cundinamarca, Casanare, Arauca y Antioquia. El mandatario de Quindío decretó un día de oración durante el cual los ciudadanos rezarían, diez minutos cada hora, para conjurar el coronavirus.
En Bogotá, Medellín y Cali hombres en trajes de aislamiento fumigaban los sistemas de transporte público para tratar de contener la propagación del virus.
Foto: Raul Arboleda - AFP
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Y mientras que el delirio se tomaba algunas oficinas de Gobierno, la ciudad apurada se fue quedando sola. Cine Colombia había cerrado sus 300 salas. Lo mismo hicieron varias cadenas de hoteles, las universidades públicas y privadas, los 24 Parques Nacionales Naturales, la red de museos del Banco de la República. También los gimnasios Bodytech y Smart Fit en cientos de sedes a lo largo del país, así como los locales de Starbucks, Domino’s y Archies. Una oleada de negocios cerrados que su sumó a la previa cancelación de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (Ficci) y el Festival Vallenato en Valledupar. Juan Valdez decidió no apagar sus máquinas, pero retiró las sillas de sus tiendas. Solo café para llevar.
En el ámbito de la política el enredo era mayúsculo. En los medios debatían qué tan ‘saludable’ y legal era que el Congreso retomara labores el martes con su primera sesión plenaria del periodo legislativo, un evento que concentraría al menos 4.000 personas. La salida fue una colombianada. El presidente de la Cámara, Carlos Cuenca, aplazó y convocó para el 3 de abril, mientras que el del Senado, Libio García, citó para el 13 de ese mes. El lío es que la Constitución ordena instalar el Congreso en pleno, no Cámara y Senado por aparte. Pero el embrollo quedó atrás esa misma noche, cuando Iván Duque dijo “esto es serio” y oprimió el botón rojo de la declaratoria de estado de emergencia.
El presidente explicó que le preocupaban en particular los adultos mayores. Italia es el referente mundial del horror: 41.000 casos de coronavirus dejan 3.405 muertos. La peste muestra en ese país su máximo nivel de letalidad, de 9,6 por ciento entre los septuagenarios, de 16,6 por ciento entre los octogenarios y de 19 por ciento entre los nonagenarios. Esas cifras llevaron a Duque a ordenar a los mayores de 70 años no salir de sus casas desde el 20 de marzo hasta el 31 de mayo. En uno de los decretos de la emergencia económica y social están las proyecciones de contagio del país. El Gobierno nacional calcula que habrán 3,9 millones de colombianos infectados por covid-19, así: 3.251.730 enfermos leves (81 por ciento), 187.523 pacientes críticos (4,7 por ciento) y 550.600 con afectación severa (13,8 por ciento). Es claro que el sistema de salud no cuenta con cama pa tanta gente.
Los centros comerciales están vacíos. El Gobierno cerró bares y discotecas. Los restaurantes solo despachan domicilios.
Foto: Guillermo Torres - Semana
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El miércoles el miedo se exacerbó con la historia en Cartagena de Arnoldo de Jesús Ricardo Iregui, un taxista de 57 años que murió por una neumonía agravada. ¿Se trató de la primera víctima mortal del coronavirus en Colombia? El Instituto Nacional de Salud aún no ha podido asegurarlo o descartarlo. El misterio indica que el paciente arrojó negativo en el test de covid-19, pero su hermana y cuidadora dio positivo. El INS dice que se requiere más investigación para determinar si hay un nexo epidemiológico entre los dos casos. El taxista entró en estado crítico luego de transportar a dos turistas italianos que estornudaron varias veces, según contó su hermana, Liliana Ricardo. La mujer narró en diversas emisoras que el servicio de salud la aisló a ella con a su hermano en una misma habitación como sospechosos de contagio, pero que no les daban agua ni comida, por lo que ella salió muchas veces a las calles para buscar alimentos. “A mi hermano se lo llevó el coronavirus y el mal servicio de salud de este país”, concluyó Liliana desde el lugar de su cuarentena.
El panorama en los aeropuertos era abrumador. Veintiún pasajeros procedentes de Barajas, España, con escala en Bogotá, llegaron al aeropuerto Camilo Daza de Cúcuta y se negaron a someterse a los protocolos de bioseguridad alegando que en la capital ya habían hecho ese proceso. Los viajeros inconformes increparon a las autoridades y se saltaron los controles sanitarios. Luego tuvieron que buscarlos por la ciudad para asegurar su aislamiento preventivo, pero a seis de ellos no los lograron ubicar porque habían cruzado hacia Venezuela.
De otra parte, en El Dorado, en Bogotá, decenas de grupos de extranjeros quedaron varados sin poder ingresar a Colombia, aunque también bloqueados para marcharse a sus países. Noticias RCN detectó que en los vuelos nacionales las medidas sanitarias para contrarrestar el coronavirus eran nulas. Y cuando el director Juan Lozano trató de entrevistar al gerente de la terminal aérea, este solo dijo que no le respondería. Eso le costó el cargo luego de que acudieron el CTI, la Procuraduría y hasta la Contraloría. Opain nombró como nuevo gerente a Andrés Ortega, quien de inmediato reforzó varias medidas y declaró con claridad: “Esta es la crisis más grave en la historia de la aviación. Yo estuve en El Dorado cuando llegó el SARS, el MERS, el H1N1 y el ébola. Todos fueron virus contenidos y marginales. El coronavirus se sale de todos esos precedentes”.
En las principales ciudades la percepción del riesgo ha aumentado. Se observa un panorama desolador en calles, plazas y aeropuertos.
Foto: Esteban Vega La-Rotta - Semana
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El jueves copó la crítica agenda el choque entre el Gobierno nacional y los mandatarios locales por cuenta de un decreto en el que la Casa de Nariño recalcó que el manejo del orden público corresponde al presidente de la república. Algunos temieron que el decreto tumbara buena parte de las disposiciones que alcaldes y gobernadores habían tomado para enfrentar la pandemia, empezando por el simulacro vital de Claudia López en Bogotá. Surgieron entonces en cascada los cuestionamientos contra el Gobierno, incluso con amague de cacerolazo. Duque tuvo que salir a apaciguar las aguas. El presidente aclaró que solo se trataba de “actualizar las medidas locales” en coordinación con el Ministerio del Interior, y dejó en pie el simulacro en la capital. Pero además dio un viraje en su postura de mantener El Dorado abierto solo para el ingreso de colombianos provenientes del exterior. Durante un mes no podrán ingresar nacionales ni extranjeros al país. Ante el avance del virus, Colombia dio un paso sin precedentes hacia el aislamiento preventivo.
En las principales ciudades la percepción del riesgo ha aumentado, por lo que un panorama desolador se ha tomado las ciudades. Los Rappi y demás servicios de envíos a domicilio no dan abasto. En los centros comerciales el abandono es más evidente. Los despachadores en los supermercados usan guantes de látex y lucen agotados. Los estantes de productos de aseo están desmantelados. El gel antibacterial se agotó en todo el país. En algunos almacenes de Carulla, D1 y ARA solo se permite el ingreso de clientes por turnos y el de los ancianos a cierta hora.
El ministro de Salud, Fernando Ruiz, ha advertido que la crisis se prolongará por meses.
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Los médicos y las enfermeras ya están al tope, y deberán redoblar esfuerzos. Son los grandes héroes en el peor de los momentos. El Gobierno ampliará las unidades de cuidados intensivos y alquilará habitaciones de hotel para contar con más espacios de aislamiento para los contagiados. También está solicitando ayuda de Corea del Sur a fin de replicar su exitosa estrategia. De entrada se requiere una inversión de 4,6 billones de pesos para ejecutar diversas medidas de choque.
El viernes, al cierre de esta edición, Colombia registraba 145 casos, es decir 100 casos más que el lunes. Y en el mundo iban 242.488 casos y 9.885 muertos. El ritmo galopante del virus sobrecoge por igual a expertos y a ciudadanos del común. Dos cosas son claves para evitar la debacle general: 1) Aumentar las pruebas de detección del covid-19. Hoy en Colombia hacen apenas 2.200 pruebas diarias, mientras que Corea, con la misma población de Colombia, alcanza 15.000 pruebas cada día. 2) Que los ciudadanos contribuyan decididamente con las pautas de aseo y el aislamiento social –es decir, aislamiento físico–, el instrumento más eficaz contra la propagación del coronavirus. El ministro de Salud, Fernando Ruiz, ha explicado que la crisis durará meses. Para salir adelante se requiere serenidad y unión como nunca antes, pues lo más difícil está por venir.
Como preparación para una cuarentena general, el viernes comenzó la primera jornada, exitosa, del simulacro vital en Bogotá. La escena de personas con tapabocas ya es común en las ciudades de Colombia, como ocurre en Beijing.
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