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Ni la amenaza de deportación se interpuso en el matrimonio de dos jóvenes iraquíes en Colombia.Por José Guarnizo Álvarez

Hace menos de un mes, un joven que venía sin visa en un vuelo procedente de Turquía estuvo a punto de ser deportando, a su paso por el aeropuerto El Dorado. Pero su historia tomó un rumbo insospechado.

A veces la vida suele dar giros inesperados. Hace menos de un mes, Riyam Hady, una chica iraquí que hace dos años vive como refugiada en Colombia, estaba afuera del aeropuerto El Dorado, de Bogotá, con el alma en vilo, desesperada.

Su esposo Husam Atta Awad, con quien Riyam no se veía hacía cuatro años, había sido declarado por las autoridades migratorias como inadmitido en el país, debido a que no tenía visa ni papeles para pisar suelo colombiano.

Husam estaba cumpliendo una escala en Bogotá en una zona de tránsito internacional y su destino era Ecuador, el único país que no le pedía visa. Pero de pronto, agentes de Migración Colombia lo interrogaron. Husam había llegado en un vuelo procedente de Turquía. El joven lucía nervioso y desorientado. Sin saber pronunciar una sola palabra en castellano, sacó de su maleta una carta que complicó aún más su situación.

“Yo soy Husam Atta, nacido en Irak. No hablo español, tengo toda mi familia en Bogotá, Colombia. Mi esposa vive en Bogotá, llevamos cuatro años de casados, vine porque necesito reunirme con mi familia de nuevo porque en Irak no hay vida, necesito empezar de nuevo con mi esposa, poder trabajar, tener hijos, un lugar digno en el cual vivir”, decía la carta.

Y se complicó porque las autoridades migratorias no vieron coherente que su destino fuera precisamente Ecuador. Según un vocero de prensa de Migración Colombia, ese país representaba el riego para el propio Husam de convertirse en víctima de las redes de tráfico de migrantes.

La deportación de este joven a Turquía ya tenía fecha y hora. Riyam, sin poder verse con su esposo ni si quiera a través de un vidrio, entró en pánico. Sin noticias, y en medio de la incertidumbre permaneció durante unas ocho horas dentro del aeropuerto.

Este viernes cuando Riyam y Husam estaban frente a un pastor cristiano en la iglesia Palabra Viva de la localidad de Suba, de Bogotá, intercambiando argollas y revalidando el amor que ni la tierra de por medio ha podido acabar, muchos de los asistentes a la boda no salían del asombro. Era la vida mostrando sus episodios más impensados.

La pareja ya se había casado en Irak el 7 de febrero de 2013, bajo un rito islámico, la religión de ambos. “No se ha establecido en el Islam nada más amado por Dios que el matrimonio”, dice el documento en árabe.

La decisión de volverse a casar, ahora teniendo como testigos a una comunidad creyente en Cristo, tenía como propósito confirmar la unión en territorio colombiano, con miras a los papeles de refugio que Husam está pronto a recibir.

Parecía increíble ver a Riyam y Husam vestidos con sus mejores trajes, con eso que llaman felicidad resplandeciendo en sus caras, sabiéndose seguros de que esta vez nada podía separarlos. Sobre todo porque hace un mes, estando en el aeropuerto, Riyam había perdido todas las esperanzas de ver salir a su esposo por alguna puerta de las oficinas de inmigración.

Pero ese reencuentro fue posible gracias a que Migración Colombia, luego de varios llamados de personas que conocían el caso, decidieron estudiar la situación de Husam y apelar a la figura de reagrupación familiar. Lo único que Riyam necesitaba en ese momento era acreditar ante las autoridades colombianas que Husam era su esposo. En medio de la ansiedad y los nervios, la joven logró encontrar el documento del matrimonio traducido y apostillado, oculto en un correo electrónico que parecía traspapelado.

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Ese mismo día, al filo de la media noche, Riyam y Husam pudieron verse por primera vez en cuatro años. El joven ya no sería deportado y tendría la oportunidad de rehacer su vida en Colombia junto a su familia.

El pastor que presidió la nueva boda dijo que en la Biblia no había un solo pasaje en el que Jesús o algún sacerdote casara a un par de novios. Dijo que en ese texto sagrado son los padres los que ungen a esos hijos que dejan el hogar para contraer matrimonio.

Y fue por eso que Hadi Husseín y Alaa Hassan, padres de Riyam, se pararon detrás de ella, pusieron sus manos sobre sus hombros y, en árabe, le auguraron una vida feliz. Husam no tenía a sus papás con él, pero sí a dos colombianos que le sirvieron de apoyo moral en esa nueva patria que apenas está conociendo.

FIN.

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El angustioso reencuentro de una pareja de esposos iraquíes en el aeropuerto El Dorado

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Ni la amenaza de deportación se interpuso en el matrimonio de dos jóvenes iraquíes en Colombia

Textos: José Guarnizo Álvarez Videos: Cristian Leguizamón, Sergio Vásquez, Daniel Ramírez y Eduardo Contreras Fotografías: Esteban Vega La Rotta Director General Multimedia: Ricardo Galán Diseño: Jóse Barrera y Stephanie Carvajal Desarrollo Front-End: Felipe Guillen y Iván Verano