Según la ciencia, promueven la salud física y mental. A pesar de eso, cada vez hay más soledad e individualismo y en medio de las redes sociales la relevancia de estos lazos se pierde. Expertos explican qué está pasando.
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Muchos van por la vida concentrados en el trabajo y la familia sin tener en cuenta una variable importante: los amigos. Que ellos sean un eje crucial resulta obvio. Pero lo novedoso es que la ciencia ha confirmado su importancia para vivir y prolongar la vida. Gracias a ese trabajo hoy existe evidencia sólida de que un par de buenos parceros sirven de antídoto para la soledad y protegen contra enfermedades físicas y mentales.
Lo reveló en primer lugar el Grant Study of Adult Development, que comenzó en 1938 con una muestra de 268 estudiantes de segundo año de universidad en Harvard, entre los cuales estaban, curiosamente, John F. Kennedy y Ben Bradlee, quien sería más tarde el editor del Washington Post. En 2017, estaban vivos aún 19 nonagenarios miembros del grupo.
Los científicos analizaron los indicadores de salud y bienestar de los participantes y esperaban que en los resultados salieran variables como la genética, el dinero, el matrimonio e incluso sus derrotas y éxitos profesionales. Pero se sorprendieron al encontrar el mayor predictor de salud. “Las relaciones de amistad y la satisfacción que uno siente con ellas tiene una poderosa influencia en nuestra salud”, concluyó Robert Waldinger, psiquiatra y director del estudio. Esos vínculos cercanos ayudan a sobrellevar los golpes de la vida, producen felicidad y retardan el declive cognitivo.
Desde entonces, otros trabajos han replicado estos hallazgos. Un libro reciente titulado Friendship recoge la evidencia científica sobre los beneficios de la amistad.“Tener amigos no es una elección o un lujo, sino parte del ADN humano”, dice a SEMANA Lydia Denworth, autora del libro y editora de la revista Scientific American. “Aquellas especies que cuidan de otros y hacen amistad han sobrevivido con más éxito. Ese lado es tan fundamental como el agresivo y el egoísta”, añade.
La mayoría tiene 150 amistades en su vida. Pero solo entre tres y cinco amigos íntimos.
La escritora destaca un estudio de 2010 hecho por la Universidad Brigham Young y la de Carolina del Norte, ambas en Estados Unidos,. De ese trabajo resultó que quienes construyen lazos sociales sólidos tienen 50 por ciento menos probabilidades de morir de forma prematura. Según los expertos, la importancia de tener una red de amigos y buenas relaciones familiares “es comparable a dejar de fumar y supera factores de riesgo como la obesidad y el sedentarismo”.
Los amigos ayudan a la salud porque atenúan el estrés. La ciencia ha demostrado que a corto plazo esta tensión resulta positiva pues permite que el cuerpo entre en un estado de alerta que dispara las hormonas requeridas para que los individuos puedan sobrevivir. Pero en el largo plazo, esa presión coarta la respuesta inmunológica. Cuando una persona vive sola y aislada, desarrolla estrés crónico, lo que significa que estos procesos hormonales ocurren durante largos períodos y generan un desgaste físico en el organismo. “Los amigos realmente están para ayudar a soportar los momentos más estresantes de la vida. Aunque también son divertidos, la madre naturaleza nos obligó a tenerlos para usarlos como soporte en tiempos crisis”, dice Denworth.
Como observó Katerina Johnson, psicóloga de la Universidad de Oxford, el simple hecho de ver a los amigos produce endorfinas que “funcionan como un poderoso analgésico, mucho más fuerte que la morfina”. La actividad que estas sustancias generan en el cerebro está asociada a una mayor resistencia al dolor, lo cual hace que la persona experimente bienestar y tenga una mayor tolerancia a él.
Aún no hay claridad sobre cuántos amigos hay que tener para generar estos beneficios. El antropólogo Robin Dunbar observó en una investigación que la mayoría de la gente tiene máximo 150 relaciones en su vida, entre las que hay tres o cinco amigos muy íntimos y cerca de 100 conocidos. Estas cifras resultan de la cantidad de tiempo y esfuerzo mental que la persona les dedique. Pero para Denworth no hay un número ideal. “La calidad de las relaciones importan más que la cantidad”, explica. Lo crítico, dice, es no tener ningún amigo, y lo mejor, tenerlos en varios círculos sociales.
Cómo y por qué la persona elige un amigo también plantea un enigma. Algunos estudios sugieren que influye el aspecto físico o las aficiones en común. Otros dicen que los polos opuestos se atraen. Pero en 2014 los científicos Nicholas A. Christakis y James Fowler descubrieron que el ADN juega un papel clave. Encontraron que dos amigos tienen aproximadamente el 1 por ciento de genes en común, algo similar a lo que comparten los primos en cuarto grado. “No parece mucho, pero para los genetistas se trata de un número extraordinario”, dice Christakis. Encontraron , por ejemplo que los individuos con el marcador DRD2 (asociado al alcoholismo) tendían a ser amigos de otros con el mismo gen.
Las amistades también tienen un papel diferente en cada etapa de la vida. En la infancia ayudan a desarrollar habilidades sociales distintas a las que brindan los padres o hermanos, como la lealtad, la confianza, la reciprocidad y la reconciliación. “Ese aprendizaje cuenta tanto o más que otros logros hacia los que empujamos a nuestros hijos en el aula, como la excelencia en matemáticas, los deportes o la música”, señala Denworth.
Cuando un amor entra a la vida desplaza a dos personas del círculo cercano, por lo general a un familiar o a un amigo.
En la adolescencia los amigos tienen el poder de fomentar buenos o malos hábitos y en ese sentido, influyen en el bienestar a largo plazo. En esta etapa son más importantes que los lazos familiares o amorosos. Un estudio de 2015, realizado con jóvenes suizos, mostró que la probabilidad de que un adolescente acepte un trago más en una fiesta aumenta según la cantidad de amigos presentes. Mientras más haya, más bebidas consumirá por hora, lo que indica que los adolescentes corren más riesgos si saben que otro par está dispuesto a hacerlo.
A medida que la persona envejece, la amistad se vuelve tan importante como la dieta o el ejercicio. No tener amigos y vivir en soledad predispone a morir. Una de las hipótesis al respecto señala que los amigos en estas edades promueven la salud al alertar sobre cambios físicos o hablar de la importancia de ir al médico. A pesar de esta evidencia, los adultos van reduciendo su círculo social con los años. Sucede porque priorizan las relaciones de calidad, pero también porque la pareja pasa a ocupar la mayor parte del tiempo. Según Dunbar, cuando un nuevo amor entra a la vida de una persona, desplaza a dos miembros del círculo cercano, ya sea un familiar o un amigo.
Denworth también explica que el éxito de la amistad radica en que, a diferencia de los lazos de sangre, estas suelen ser relaciones más horizontales, recíprocas y saludables. Por esa razón, los psicólogos creen que deberían servir de modelo básico de cualquier otra.“Si se cultivaran así, quizá habría menos divorcios o relaciones familiares tóxicas ”, dice.
Según Jeffrey Hall, profesor de la Universidad de Kansas, se necesitan entre 40 y 60 horas para ser conocidos, 80 y 100 para ser amigos ocasionales, y más de 200 para ser cercanos.
En los últimos 25 años, psicólogos y sociólogos han hallado los beneficios de los amigos.
Según los expertos, ante la fragmentación de la familia, la tendencia a los hogares unipersonales, y el declive de la religión, tener amigos sólidos parece la única manera de enfrentar las vicisitudes de la vida. Pero no está sucediendo. Carlos Charry, sociólogo de la Universidad del Rosario, explica que las interacciones son cada vez más etéreas y superficiales como ha descrito el filósofo Zygmut Bauman. Aclara que para el colombiano el concepto de las relaciones líquidas aún resulta extraño porque el núcleo familiar sigue siendo importante y la gente tiende a conservar los amigos del barrio o del colegio. No obstante, “la sociedad se está transformando”, aseguró Charry a SEMANA.
Parte de esos cambios tienen que ver con que los amigos antes eran para siempre, “pero hoy la relación funciona más como una transacción que no requiere un compromiso a largo plazo sino que intenta sacar provecho de lo que el otro pueda dar”, dice. Si una persona se entiende bien con otra para jugar fútbol y no para hablar de política, compartirá sólo los espacios en los que coincide con ella. “Ya no existe esa incondicionalidad del vínculo afectivo ni social porque ya no es una prioridad”, añade.
También el individualismo afecta el concepto de amistad. En Colombia el hogar unipersonal ha crecido más que los otros, al pasar de 11,1 por ciento en 2005 a 18,1 en 2018. Esto se presentaba sobre todo entre adultos mayores, pero hoy también sucede en jóvenes que se independizan pronto de sus padres, tienen alto nivel educativo y buen ingreso. Las altas tasas de divorcio también influyen. “Todo indica que ha aumentado la incapacidad de las personas para establecer vínculos a largo plazo”, explica Charry.
La llegada de la tecnología también ha hecho mella en la amistad. Hoy es posible mantener una relación con extraños o con amigos que viven lejos. Algunos se jactan de tener en sus cuentas a 500 amigos. Esto no es del todo malo, pero crea la ilusión de que los lazos virtuales son sólidos. Por estos medios, dice Charry, es difícil adquirir la calidez humana de un vínculo real. “En las relaciones digitales las personas crean un alter ego, por eso cuando van al plano de la realidad y tienen interacciones cara a cara, hay disolución, frustración y fácil rompimiento”, agrega el experto.
Para Denworth aquellos que usan internet como un medio extra para estar en contacto con sus amigos pueden fortalecer el vínculo. Pero no así quienes sufren depresión y soledad, pues corren el riesgo de exacerbar estos comportamientos cuando están en línea.
Las personas tienen que tener en cuenta que buscar relaciones duraderas, sanas y equilibradas tiene beneficios. “No es solo por el ‘tú que me das’, sino ‘yo que aporto’”, dice el sociólogo.
Es cierto que con el tiempo algunas se acaban por circunstancias geográficas. Pero los buenos amigos siempre caminan al lado hasta el final, y están allí en las buenas y en las malas. Muchos poetas han tratado de describir este vínculo, Denworth prefiere la definición más inocente que le dieron unos niños de preescolar para su libro: un amigo es “alguien que juega contigo, comparte su tiempo contigo y no te odia”.
La falta de vínculos profundos genera poca empatía y personas cada vez más solas y deprimidas.
A medida que la población mundial envejece y las nuevas generaciones postergan el momento de tener hijos, la soledad aumenta. Las cifras hablan por sí solas. En 2018, en Reino Unido una encuesta encontró que nueve millones de ciudadanos (13,7 por ciento de la población) se sentían solos y al menos 200.000 no habían hablado con nadie en más de un año. Eso motivó al gobierno a tomar una decisión sin precedentes: crear el Ministerio de la Soledad.
Japón vive algo similar tras constatar en una investigación oficial en 2019 que muchos ancianos cometen delitos menores sólo para ir a la cárcel y no sentirse solos. El informe halló que, entre 1990 y 2019, el número de crímenes en adultos mayores aumentó un 600 por ciento. De esos, el 90 por ciento los cometían para llamar la atención y tener compañía.
El fenómeno, sin embargo no distingue edad, como demostró una encuesta de 2018, realizada por las universidades de Exeter, Manchester y Brunel, en Inglaterra, con jóvenes entre 16 y 24 años de 237 países. El 40 por ciento de ellos se sienten solos con frecuencia, frente al 27 por ciento de mayores de 75 años.
En España una de cada diez personas dice sentirse sola, mientras que la cifra en Estados Unidos asciende a tres de cada cinco, según el Índice de Soledad 2020 de Cigna, publicado en enero. En China, a finales de 2018, más de 200 millones de personas estaban solteras y alrededor de 77 millones vivían solas. La tendencia es menor en países de América Latina que Estados Unidos y el norte de Europa, por razones culturales.
En momentos de estrés las mujeres siempre buscan a sus amigas porque con ellas sienten mayor bienestar. Los hombres, por el contrario, buscan la soledad.
María Barreto, autora de la investigación de Exeter, diferencia entre quienes están solos porque les gusta reservar tiempo para sí mismos y quienes están rodeados de gente y aún así se sienten aislados. Su estudio halló que quienes sentían más soledad tenían más amigos en Facebook, pero no los conocían. Estos aseguraron no tener con quién hablar, sentirse desconectados del mundo, discriminados, tristes y poco comprendidos.
Otro estudio realizado por investigadores de Irlanda, Reino Unido y Estados Unidos, clasifica la soledad en tres tipos: social, por insatisfacción por la cantidad de relaciones sociales; emocional, que surge ante el descontento por la calidad, y la crónica, un síndrome basado en la percepción de sí misma en el que la persona piensa que nadie la valora.
Cualquiera de las tres afecta la salud física y emocional. Los expertos recomiendan que ante cualquier señal de alerta realicen actividades que distraigan, inicien una conversación con cualquiera o hablen con la familia y los amigos de esos sentimientos.
Un estudio halló que los jóvenes saben quienes son sus amigos por internet. Su autor Diego Rodríguez-Cárdenas, exdecano de la Facultad de Psicología de la Universidad de la Sabana explica los resultados.
SEMANA: ¿ En qué consistió el estudio?
Diego Rodríguez: El trabajo exploró la noción de amistad en jóvenes de bachillerato porque hoy los procesos de socialización no se limitan a espacios físicos, sino que incluye los virtuales. Queríamos ver cómo los adolescentes construyen el concepto de la amistad en estos lugares.
SEMANA: ¿Qué encontraron?
D.R.: Observamos que el concepto no cambia cuando usan las redes sociales, lo que cambia es la modalidad de interacción. Ellos tienen los mismos criterios para clasificar a alguien como amigo.
SEMANA: ¿Cuáles son esos criterios?
D.R.: Intereses en común, vivir experiencias significativas o tener proximidad, que antes era solo física pues el barrio y los vecinos lo eran todo. Pero observamos que hoy en día las redes facilitan esa proximidad. Hay nuevas modalidades como ver películas a distancia, reunirse mediante plataformas de Skype, o jugar videojuegos, que permiten fortalecer el vínculo. Antes, cuando alguien se iba del país significaba terminar la amistad para siempre.
Los jóvenes tienen un concepto diferente de proximidad: ven películas a distancia o se reúnen por Skype.
SEMANA:¿Esa proximidad digital es suficiente?
D.R.: No. La reciprocidad afectiva necesaria para asentar una amistad no puede mostrarse tan fácil en una red digital. Hay estrategias como los emoticones y los stickers; pero los verdaderos amigos tienen contactos en redes y también cara a cara. Los estudios muestran que compartir experiencias, desde hacer travesuras hasta conseguir novias juntos, ayuda a solidificar la amistad. Las redes sociales ayudan a establecerla sólo en el sentido de que rompen las barreras de espacio y de tiempo.
SEMANA: ¿Las redes generan una falsa sensación de amistad?
D.R.: Los jóvenes puede diferenciar entre un amigo, un contacto o un seguidor. Además, siguen valorando criterios como la intimidad, confidencialidad y conocimiento mutuo. Sin embargo, los estudios dicen que las redes sociales son un arma de doble filo ya que puede haber suplantación y confusión sobre los vínculos. Eso le sucede tanto adultos como a jóvenes, porque son sujetos pasivos en las redes. Habría que educar más a las personas sobre este nuevo tipo de interacción para que tengan un criterio a la hora de establecer lazos . Sin embargo, no hay que satanizar las redes sociales.
¿Cómo distinguir a los verdaderos amigos? El coach de Felicidad Andrés Aljure da algunas señales.
Esos que la gente llama amigos y que saltan en los recuerdos de vez en cuando no lo son tanto. Un buen amigo saca tiempo para ver a sus personas especiales. En ese sentido, las buenas amistades no pueden quedarse en el plano virtual. Aljure hace este cálculo: “si ustedes ven a un gran amigo una vez al año durante dos horas, eso significa que estarán 80 horas en los próximos cuarenta años. Eso es menos de tres días”, dice el experto. Aljure dice que 100 amigos virtuales nunca reemplazan a un amigo real.
Muchos dicen que el mejor amigo del hombre es el perro. Pero aunque esos animales ofrecen una gran compañía y han mostrado tener beneficios para la salud mental, según Aljure nunca reemplazarán a un congénere.
Los amigos no tienen que ser iguales ni pensar lo mismo. Por el contrario, mientras más diferencias tengan la amistad resultará más provechosa. Por eso recomienda amigos para diferentes temas para que cuando no pueda con unos sea posible salir con los otros.
Es iluso pensar que una buena amistad evita cualquier tipo de discusiones y polémicas. No se trata de no discutir con ellos sino saber manejar las diferencias y desacuerdos, así como tener certeza de que a pesar de ellas la amistad no se romperá.
Los amigos no solo aparecen para las fiestas y celebraciones sino también para hacer compañía en momentos de enfermedad o crisis. Tienen tiempo de escuchar y convertirse en un purgante psicológico para expulsar las malas ideas y los pensamientos negativos.
Ayudan a lograr las metas y para hacerlo, de vez en cuando cantan verdades. Aunque sea difícil oirlas, vale la pena tenerlas en cuenta.
El amigo fiel acepta al otro tal como es.