Por la cuarentena, las librerías tuvieron que cerrar sus puertas durante dos meses. Esta semana algunas abrieron sus puertas con temores y protocolos sanitarios. Algunas incursionaron en el comercio electrónico para evitar el cierre. Las esperanzas están puestas en recuperar el tiempo perdido.
SEMANA visitó Merlín, una de las librerías de viejo más fascinantes del centro de Bogotá. Aunque el librero no da entrevistas, el lugar dice mucho por sí solo.
Después de su jubilación como alta ejecutiva, creó Wilborada 1047 enteramente a su gusto. Hoy dice que la pandemia dejó claro que las librerías necesitan tener una canal digital sólido.
La librería Lerner, una de las más importantes de Bogotá, intenta reactivar su actividad. Alba Inés Arias, su directora comercial, habla del fuerte impacto que ha dejado la pandemia en la sede del centro, con 62 años de historia.
Para uno de los decanos de las librerías, nada en la virtualidad podrá reemplazar el placer de recorrer los estantes de estos lugares, pero asegura que el libro que ha sobrevivido a quemas, censuras, pestes y guerras no sucumbirá ante el coronavirus.
Las sillas y mesas están recogidas; las máquinas de café, apagadas; y los pasillos vacíos. Con la ciudad cerrada y sin turistas, la librería de María Elisa Gutiérrez, en el Centro Histórico de Cartagena, también sufre las consecuencias de la crisis por el coronavirus.
En el centro de Cali, ahí muy cerca a la Gobernación del Valle, la librería Troya lucha contra las otras pandemias: el miedo y la crisis económica.
La librería de mayor tradición de Bucaramanga pasa por una transición en plena cuarentena, fue vendida a Lerner. SEMANA habló con su fundadora Martha Ojeda sobre el proceso y los retos de la pandemia para los libreros.
Ana María Aragón, dueña de la librería Casa Tomada, recurrió a las ventas en línea y los domicilios. Aunque ya recibe algunos clientes lo que más extraña es poderse quedar hablando con ellos tomando café.
La ‘librería más rockera de Bogotá’, en la que convergen las letras y la música, intenta afrontar la pandemia con optimismo. Marco Sosa, uno de sus fundadores, lucha para que la librería, que describe como su proyecto vital, no sucumba ante la adversidad.
Elisabeth Ungar explica su visión sobre el momento que viven las librerías y las perspectivas de la Central, propiedad de su familia y la más antigua del país.
Claudia Morales dejó de lado la intensidad de la vida periodística para embarcarse en el mundo de los libros. Cuando se mudó a Armenia y fundó Árbol de Libros, su encantadora librería, jamás se imaginó que pocos años después una pandemia la llevaría a la quiebra.
Desde 2001 Babel se ha consolidado como la mejor librería para niños en el país. En 2017 fue elegida como la mejor editorial infantil del mundo. Su directora, María Osorio, cuenta cómo es sobrevivir a la cuarentena.
Los libros y la peste: la lucha de las librerías contra el coronavirus