La Operación Jaque graduó a las Fuerzas Armadas de Colombia como una de las más poderosas del mundo. El general (r) Freddy Padilla de León cuenta cómo se ejecutó la operación y cómo ha cambiado su vida desde hace 10 años.
SEMANA: De ser uno de los grandes artífices de la Operación Jaque usted pasó a ser negociador con el ELN, ¿cómo sintió ese cambio?
Freddy Padilla de León.: En toda su historia las Fuerzas Militares han contribuido a la búsqueda de la paz. Hemos afrontado, con valor y decisión, las batallas que han correspondido con cada momento histórico, siempre con el convencimiento de que los triunfos en el campo de la batalla se consolidan en las mesas de negociación. Indiscutiblemente, fue un honor comandar a las Fuerzas Militares en momentos de alto impacto estratégico, como fue el resultado de la Operación Jaque, y hoy contribuir desde una mesa de negociaciones a concertar la anhelada paz con el ELN y con la que por primera vez en toda su historia se logró pactar un Cese Bilateral al Fuego y de Hostilidades.
SEMANA: Este 2 de julio se cumplen 10 años de esa gran hazaña, ¿qué lectura tiene del país?
F.P.L.: Llegamos al punto que siempre soñamos para que la mejor opción que tuvieran las Farc y el ELN fuera sentarse a negociar. Todas las instituciones trabajamos en ese propósito. Hoy se logró un acuerdo mayoritario con las Farc y estamos trabajando uno con el ELN. Hace uno meses el presidente Juan Manuel Santos me invitó a participar en ese proceso. Jamás me lo había propuesto pero estoy poniendo mi grano de arena. El país no resiste que haya organizaciones que estén actuando con las armas para tratar de lograr transformaciones políticas.
SEMANA: ¿Cómo recuerda todo lo que ocurrió en 2008?
F.P.L.: Fue un momento culminante en la vida de las Fuerzas Amadas, el Gobierno y los colombianos. En la historia del país no ha habido ninguna actividad con la que los ciudadanos se hayan unido tanto y se mostraran tan orgullosos y felices. La Operación Jaque fue un hecho único. Hemos tenido momentos de felicidad con la selección, pero no es lo mismo. Rescatamos a 15 personas sin disparar un solo cartucho, sin dejar heridos o muertos y sin pagar un solo peso. Diez años después puedo decir que hemos superado muchas dificultades, no somos perfectos pero vamos en la dirección correcta.
SEMANA: ¿La emoción del rescate sigue intacta?
F.P.L.: Esa alegría que produce proporcionarle la libertad a alguien no tiene precio y tampoco no la quita nadie. A ninguno de los que participamos en esa operación se nos podrá borrar el sentimiento de haber participado en la planeación y ejecución de una misión como esta.
SEMANA: Su encuentro con el teniente Malagón se narra como uno de los momentos más emotivos, ¿por qué?
F.P.L.: Fue muy valiente en ese instante que, en presencia de las Farc, le dice al periodista: ¡Quiero hablar: -Soy el teniente Malagón y estoy secuestrado! Eso le pudo haber costado la vida, pero fue un acto de valor que nos subió la moral a todos. Aunque llevaba años en poder de esa guerrilla, mantenía su honor militar. Además, yo era comandante de la Séptima Brigada cuando atacaron la base de La Uribe y se los llevaron. Cuentan los sobrevivientes que después de que se les dio la orden de replegarse él les pidió a ellos que retrocedieran. Fue un acto de valor infinito estar dispuesto a sacrificarse para proteger a sus hombres. Por eso, cuando lo escuché durante el rescaté dije: para mí Malagón tiene un espacio muy especial en mi vida. No son muchas las personas que tienen esas cualidades.
SEMANA: ¿Qué significado tiene para las Fuerzas Armadas un flagelo como el secuestro?
F.P.L.: En los años noventa el pueblo colombiano sufrió como ningún otro en la tierra. La institucionalidad no tenía capacidad de enfrentar ese flagelo que nos estalló en la cara. Aunque la respuesta del Estado con los años mejoró, las Farc todavía tenían un grupo con el que querían sacar un beneficio político. En las Fuerzas Militares había un sentimiento de frustración. Si bien, más del 99 por ciento de las veces que intentábamos un rescate terminaba en forma exitosa, en este caso había voluntad para liberarlos pero no sabíamos dónde los tenían. En esa encrucijada fue que el general Ospina Ovalle acuñó la frase: “Secuestrados pero jamás olvidados”.
SEMANA: ¿En qué momento empezaron a cerrarle el cerco a las Farc?
F.P.L.: Todo se tejió como en una especie de telaraña. Todo empezó con la libertad del intendente Jhon Frank Pinchao. Su caso fue extraordinario. Por primera vez alguien que había sido secuestrado recuperara su libertad. Él tenía información valiosa que nos ayudó a reducir el espacio geográfico. Con la Operación Fénix que se desarrolló contra Raúl Reyes, que manejaba el nodo de comunicaciones de esa guerrilla, se incautaron elementos importantes que ayudaron a terminar de tejer la red. Finalmente, un día se dio el hallazgo más importante: una patrulla de fuerzas especiales del Ejército vio a los estadounidenses bañándose en el rio Apaporis.
SEMANA: ¿Por qué no los rescataron de una vez?
F.P.L.: Todo se planeó con suma cautela. Esa era la primera vez que veíamos a los secuestrados. Por eso, se tomaron todos los datos pero procedimos con prudencia. Actuar habría sido un riesgo con muy graves consecuencia. Ese sargento fue prudente e inteligente.
SEMANA: ¿Cómo se planeó toda la operación?
F.P.L.: Para ese momento ya teníamos ayuda electrónica y tecnología de punta que se sumaba a nuestra capacidad nacional. Interceptamos las comunicaciones de las Farc y eso nos dio la ubicación exacta de los tres estadounidenses, Íngrid Betancourt, los cuatro miembros de la Policía y los siete del Ejército. Con esa información el general Mario Montoya Uribe tomó el mando. La Operación Jaque nace de abajo hacia arriba. Al final cuando se maduró se puso en conocimiento del entonces ministro de Defensa, Juan Manuel Santos. Con esa visión política se perfeccionó rápidamente.
SEMANA: ¿Cómo recibió la propuesta el expresidente Álvaro Uribe?
F.P.L.: En ese momento él tenía dos inquietudes particulares: que la operación fuera humanitaria. Él ratifico esa propuesta con que llegamos. La otra, fue manejar un plan B en caso de que algo saliera mal.
SEMANA: ¿Qué tenían en mente?
F.P.L.: La propuesta fue hacer una especie de cerco humanitario. La angustia de muchos era dejar ir esa oportunidad y pensar en cuánto tiempo tendría que pasar para poderlos rescatar. Esta parte se planificó con las fuerzas especiales del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. El planeamiento se encomendó al mayor general Carlos Suárez Bustamante. Su misión era impedir que si algo fallaba se llevaran a los secuestrados a la profundidad de la selva. Sin embargo, no hubo necesidad.
SEMANA: ¿Cómo fue el primer paso antes de poner en marcha la operación?
F.P.L.: Un grupo de expertos que sabían utilizar los medios de comunicación e identificaban las voces de las personas de las Farc intervinieron. Aprovechando un relevo de comunicaciones en el área, ellos hicieron una suplantación de las voces. Como había muchas voces femeninas, y se requería que todos estuvieran muy seguros de lo que hacían, los suboficiales y oficiales decidieron conquistar a sus esposas. El fin era que ellas reemplazaran las voces de las personas originales de la guerrilla. Hubo un enorme sacrificio porque tuvieron que irse a un cerro alejado de Bogotá. Desde allí se comunicaron para que todo sonara natural.
SEMANA: ¿Qué instrucciones les dieron a las Farc los oficiales que los suplantaron?
F.P.L.: Se les pidió que movieran a los secuestrados a un área más segura para nosotros. Al comienzo los tenían separados en tres grupos y logramos que los agruparan para tratar de moverlos al secretariado. ¿La razón? Ellos los querían tener más cerca.
SEMANA: ¿Se manejó con mucho hermetismo?
F.P.L.: Sí, Siempre quisimos estar seguros de la planificación que habíamos hecho. Un día por ejemplo nos reunimos en la residencia de Juan Manuel Santos con unos funcionarios que mandaron desde Washington. Eran expertos y les explicamos cómo se había planificado el asunto y lo que teníamos en mente. Ellos quedaron admirados del detalle y de la calidad de la planificación que teníamos. Eso nos dio más seguridad.
SEMANA: ¿Durante el desarrollo en algún momento se salieron del guion?
F.P.L.: Si mal no recuerdo, la operación se planeó para que se ejecutara en 20 minutos. Esto, desde el momento que salían, embarcaban y neutralizaban a la gente de las Farc. Sin embargo, se demoró como un minuto y quince segundos más. Eso fue una eternidad.
SEMANA: ¿Qué papel jugaban el fotógrafo y el periodista en la misión?
F.P.L.: Era una tarea distinta a la que cumplen en las gestiones humanitarias seguramente. Lo que ellos transmitían lo estaban escuchando los pilotos que no se enteraban de lo que estaba pasando afuera porque el helicóptero estaba prendido. Por eso si ellos sentían que la operación fracasaba la frase clave era: ¡Se me cayó la billetera, se me cayó la billetera! Eso indicaba que los pilotos debían salir con el helicóptero de forma inmediata.
SEMANA: ¿Diez años después de la hazaña, qué tiene para decirles a quienes participaron en la operación?
F.P.L.: Quiero resaltar infinitamente su labor. Horas antes de empezar la operación, con el general Montoya fuimos y les preguntamos a cada uno: ¿quién no quiere continuar con la operación? Ni los pilotos, suboficiales, oficiales o civiles se negaron. Todos estaban dispuestos al sacrificio.