En el municipio de Valencia, Córdoba, los sueños de sus habitantes caben en pequeñas cajas de madera con tres candados. En ellas, por grupos, los pobladores depositan parte de sus ingresos en medio de una dinámica muy organizada, que les permite ahorrar y acceder a créditos para invertir en lo que quieran. El sistema les ha permitido a algunas personas pagar sus estudios, a otras, comprar un vehículo para ganarse la vida, e incluso hay quienes han logrado acceso a recursos para adecuar sus viviendas.
Visto individualmente, el proceso parece simple, personas que se unen con otras en medio de estrechos lazos de confianza para unir un pequeño capital en pro de un beneficio común. Pero visto en toda su dimensión, los denominados Grupos Locales de Ahorro y Crédito son una amplia red que convierte a Valencia en uno de los municipios más ahorradores de Colombia.
Solo en este pueblo del sur de Córdoba hay 1.400 grupos, los cuales agremian alrededor de 5.000 personas, una cuarta parte de la gente que habita en el casco urbano de Valencia. Cada grupo lo componen mínimo 14 personas y máximo 19, y consta de una estructura completa a la que se someten todas las decisiones sobre el manejo del dinero. Entre los integrantes eligen a un presidente, un secretario, un tesorero, un portador de caja y tres portadores de llaves, uno por cada candado, todos con roles precisos que llenan de formalidad a esta manera de ahorrar.
“El presidente del grupo dirige las reuniones, el portador de caja guarda la caja, el secretario maneja las libretas de ahorro, una por integrante del grupo, y en ellas anota el número de acciones que compra cada uno. El tesorero es el encargado de contar el dinero y para abrir la caja tienen que estar los tres portadores de llaves. Si no están estas tres personas, no se puede abrir la caja”, explica Éver Pérez, quien preside uno de los grupos.
El ahorro se realiza a través de un modelo de acciones, cuyo valor lo establecen las personas que integran cada proyecto, con un precio promedio de 5.000 pesos por acción. Cada persona puede ahorrar 400.000 pesos por periodo, aunque esto depende de la capacidad económica de los integrantes. “El mayor beneficio de los grupos es que incentivan la cultura del ahorro. Aquí todas las personas pueden ahorrar, niños, adultos, ancianos, todos pueden integrarse”, agrega Éver.
Por otro lado, están los préstamos, los cuales sólo se conceden con la aprobación unánime de la asamblea. Si alguien no está de acuerdo en conceder el crédito, no se otorga. Los ahorradores pueden recibir préstamos hasta por tres veces lo que tienen ahorrado y en todos los casos el plazo para pagar es de tres meses con un interés del 3%.
“Se busca que las personas hagan el ahorro para que puedan acceder a los créditos, los cuales se les hacen a las personas serias, responsables, a personas que sean honestas, sinceras, transparentes”, comenta Éver, quien da testimonio de las muchas cosas que ha logrado a través de esta iniciativa.
“En mi caso particular, gracias a Dios, a través de los Grupos Locales de Ahorro y Crédito me gradué como administrador público de la Escuela Superior de Administración Pública. Allí pagaba mis semestres, que costaban 300.000 pesos, y a veces no tenía, pero los grupos de ahorro me prestaban para pagarlos”, cuenta.
Este valenciano también agradece el haber comprado su moto gracias al sistema y, además, incentivando la cultura del ahorro al interior de su familia, ha logrado hacerle importantes arreglos a su casa. “En la Fundación Vivir Mejor tienen fotos de cómo esto era antes y de cómo es ahora”, dice.
Todo esto lo complementa un aporte a lo que ellos llaman “el fondo social”, un capital destinado a ayudar a los miembros del grupo que lo necesitan de forma urgente. “Por ejemplo, si alguno de los integrantes de los grupos de ahorro no tiene para comprarse un medicamento, se pone a consideración y el grupo le presta”.
Pero sumado a los beneficios individuales que los grupos han brindado a sus integrantes, esta iniciativa tiene entre sus principales logros el hacerles frente a modelos informales de préstamo como el ‘gota a gota’ o el ‘pagadiario’, que con sus altos intereses y sistemas de pago se han convertido en un dolor de cabeza para muchos colombianos que ante las necesidades económicas no tienen otra alternativa que acceder a ellos.
Por ejemplo, por un millón y medio que prestan en un ‘pagadiario’, las personas tienen que desembolsar 1’800.000 pesos en un mes, es decir un interés del 20%, más de ocho veces la tasa legal. Los pagos se realizan cada día e incluyen los intereses y parte del capital. “Lo fácil es el ‘pagadiario’, pero ellos se estaban quedando con la plata de todos, estaban trabajando para ellos”, opina Éver.
Por otro lado, los Grupos Locales de Ahorro y Crédito también son una alternativa que tienen los habitantes de la región ante los muchos requisitos que exige el sistema bancario para acceder a un préstamo.
“Normalmente en los bancos hay muchas trabas, se necesita un fiador, un codeudor y difícilmente las personas quieren hacerle ese favor a uno. También piden tener un buen historial crediticio y no estar reportado. Si la persona quiere hacer un negocio, quiere sacar su familia adelante y tener un buen futuro, a veces no puede porque en los bancos no les dan los créditos”.
Se trata, sin duda, de una serie de beneficios que convierten a los Grupos Locales de Ahorro y Crédito en un modelo que además de incentivar un gasto ordenado que contribuye a mejorar la calidad de vida de sus integrantes, fomenta valores como la honestidad, la sinceridad, la solidaridad, el respeto, la armonía y la confianza. “Nuestros ahorros y nuestros créditos los hacemos para lograr nuestros sueños”, puntualiza Éver mientras sonríe.