Tierradentro: Forjando un nuevo futuro

“Eso ha derramado mucha sangre en nuestro país”, asegura Vidal Julio Silgado refiriéndose a la coca, mientras recorre sus campos de cacao a las afueras de Tierradentro, sur de Córdoba. “Ya no tengo necesidad de estar detrás de una mata de coca para subsistir”, dice orgulloso mientras recuerda cómo, al igual que muchos por acá, el conflicto le tocó a la puerta y lo dejó casi sin nada.

Por años, la guerra ha adquirido en este humilde corregimiento distintos rostros. Por acá pasaron los paramilitares, que a sus anchas asesinaban a quien les venía en gana en plena plaza pública; y también los guerrilleros, que una madrugada a punta de bala y cilindros bomba se ensañaron contra el puesto de Policía y todo el que se cruzó a su paso.

Y aunque la violencia adquiere nuevos rostros y pareciera estar lejos de hallar un fin definitivo, más de 150 familias, incluida la de Vidal Julio, intentan pasar la página y de paso convertir a Tierradentro en un ejemplo de progreso.

La historia de Vidal Julio y el cacao empezó hace poco más de dos años, cuando con ayuda de la asociación Aspropisat compró, con lo poco que le quedó después de salir desplazado de la región del Alto Sinú, el terreno que hoy recorre orgulloso. Con dos hectáreas de plátano y una hectárea y media de cacao ha logrado mantener a su familia e incluso recuperar el capital invertido en la tierra.

Para que el cacao sea productivo en un 80%, aproximadamente, se requieren de cerca de cuatro años, por lo que quienes le apuestan a este cultivo lo alternan con plátano para tener productos que comercializar. Sin embargo, gracias a las bondades de la tierra, el cacao sembrado por Vidal Julio ya cuenta con una producción del 40%, por lo que en un año espera que su producción le signifique cerca de 1’200.000 pesos mensuales.

El plátano y el cacao también ayudaron a que Manuel Ricardo Díaz dejara de “camellarle a todo”, incluyendo los cultivos ilícitos, y le apostara a cultivar en su propia tierra. Hoy cuenta con una hectárea de plátano y otra de cacao, y espera muy pronto poder expandir su cultivo en unas cinco hectáreas más, un poco más alejado del casco urbano.

Según Manuel Ricardo, la acogida que han tenido los cultivos de cacao y plátano se siente también en las veredas que rodean a Tierradentro, donde además de los cultivos de pancoger muchos de los campesinos siguen sembrando coca, aunque incluso esto no les ha beneficiado económicamente. “Ha habido épocas que han aguantado hambre esperando cómo cambiar eso”, asegura.

“Por las veredas están ya con ganas de aliarse a la Asociación. Me han preguntado cómo hacer para entrar”, reitera Manuel Ricardo, que además sostiene que en vez de miedo, los habitantes de Tierradentro tienen esperanza de sustituir los cultivos ilícitos.

Según aseguran los productores, la ayuda de Aspropisat ha sido vital para lograr que su producto se comercialice con mejores precios y hacer así competitivos los cultivos tradicionales. La asociación ha logrado alianzas comerciales en Medellín para la comercialización de plátano, y en cuanto al cacao cuentan con alianzas con grandes productores de nivel nacional, según lo señala Jorge Luis Vergara, quien desde 2008 inició esta asociación junto con otros habitantes de la región.

Según Vidal Julio, “las ayudas del Gobierno no se estaban dando, y las que se daban no llegaban directamente al campesino que las necesitaba”, pero con el trabajo de Aspropisat se logró tener mayor acceso a estos recursos, además de acceder a capacitaciones para el cultivo. “Ya no es necesario ir a Montería o Montelíbano, que son los intermediarios y los que de una u otra forma entorpecen las cosas y las ayudas no llegan”, asegura.

En estos años, tanto los productores como la Asociación han logrado mantenerse fuera de la mira de los actores armados y alcanzar una producción que, según Jorge Luis, es competitiva bajo los estándares del mercado, incluso los del cacao tipo gourmet. Sin embargo, aún restan varias problemáticas que impiden que Tierradentro desarrolle todo el potencial que tiene. Según Jorge Luis, a su Asociación le hace falta fuerza para lograr dotar de beneficiaderos a los campesinos, y que así el producto esté finalizado cuando lo entrega el productor, y ampliar los cultivos de cacao en otros lugares donde la tierra es escasa o se usa para fines ilegales.

Otro de los principales problemas son las vías en mal estado, que reduce el margen de utilidad del producto. “Ha sido difícil la comercialización del plátano porque la vía nos ha dado malas jugadas. Si antes un camión entraba acá por 200.000 o 300.000 pesos, ya no quiere entrar por menos de 400.000 pesos. Porque ya no se emplean tres horas sino cuatro o cinco para llegar a Montelíbano”, dice Jorge Luis.