Apertura agua a la vereda

Foto: Santiago Harker.

Acueductos de Cundinamarca hechos a mano

Autor: Rodrigo Durán, periodista.

San José de la Carretera y Caño Tigre, veredas de Paratebueno, son algunas de las obras construidas por sus habitantes con la ayuda de la Gobernación. Gracias a este proyecto hay agua potable en un centenar de veredas de Cundinamarca.

Ricardo Pinto, Sebastián Garzón y David Daza son campesinos de las veredas de San José de la Carretera y Caño Tigre, en Paratebueno (Cundinamarca), en plena frontera con Meta. Los tres tienen, ahora, una misión diferente a la de labrar la tierra. Son el presidente, tesorero y revisor fiscal de la junta directiva del acueducto rural que ellos mismos ayudaron a restaurar tras años de mal funcionamiento y sequías interminables.

Actualmente la obra opera a la perfección y proporciona el líquido vital a la comunidad. La nueva tarea de estos hombres dedicados al campo empezó a comienzos de 2018, cuando 55 campesinos de esas dos veredas se reunieron para discutir sobre qué hacer con el acueducto que no funcionaba. Hasta entonces cada familia recolectaba el agua de la quebrada La Carretera, pero el afluente se agotaba debido a la precariedad de la infraestructura, y hasta la única escuela de la zona quedaba sin agua potable.

En medio de la reunión alguien propuso vincular la comunidad al programa ‘Agua a la vereda’, una iniciativa diseñada para que los habitantes restauren y amplíen los acueductos con la financiación de Empresas Públicas de Cundinamarca y la asesoría de FONDECÚN; lo anterior para disminuir la brecha en la cobertura y continuidad del servicio de acueducto en el área rural. El plan sonaba esperanzador, pero algunos vecinos desconfiaban debido a unos intentos fallidos en el pasado.

Aun así, esa misma tarde comenzó a consolidarse la junta directiva para el acueducto, que quedó integrada por Pinto, que tiene 63 años; por Garzón, que tiene 21, oriundo de la región; y Daza, de 34 años, y mayordomo de una finca ganadera. Rápidamente este encuentro de generaciones comenzó a dar sus frutos. “Yo acepté ser el presidente y representante legal del acueducto porque vi muchas caras motivadas, pero no tenía ni idea de lo que se me venía cuesta arriba”, comenta Pinto, entre risas, mientras camina por el borde de la quebrada junto a su perro Simón.

En septiembre de 2018 el acueducto fue seleccionado por la Gobernación de Cundinamarca para su intervención y el 11 de diciembre se firmó el contrato para ejecutar la obra por 40 millones de pesos en un periodo de 90 días. Al trabajo en terreno se unieron otros 16 campesinos, que de forma voluntaria aportaban con sus horas de jornal; y se unieron, también, tres ingenieros de FONDECÚN. Fue así como varias personas que antes no se conocían o se frecuentaban muy poco trabajaron juntas. “Lo mejor de este acueducto es que lo sacamos adelante nosotros los campesinos –asegura Sebastián Garzón–. Nosotros cargamos el material, hicimos la excavación para las mangueras y terminamos la obra. Creo que todos los que participamos habíamos vivido veranos sin agua, y gracias a eso valoramos mucho lo que ahora tenemos”, confiesa Ricardo Pinto.

Los materiales para las obras llegaron finalmente el 27 de enero de 2019. La primera misión parecía imposible: había que mover un tanque de 1.000 litros y otros tres de almacenamiento, de 2.000 litros hasta el sitio de captación. Tocaba caminar casi tres kilómetros, atravesar la quebrada tres veces y abrirse camino en un terreno agreste lleno de guamos, cedros y ceibas. A pesar de la adversidad los tanques llegaron a su lugar a lomo de cundinamarqués. Mientras unos trazaban la avanzada y señalaban el camino, otros se organizaban en grupos de a cuatro y se turnaban la cargada como si se tratara de una carrera de relevos. Bajo este espíritu se dieron el resto de las obras: se instalaron 7.500 metros de manguera, la rejilla, la bocatoma, las válvulas ventosas y las respectivas uniones.

Así, gracias al esfuerzo colectivo entre campesinos, empresarios y las cabezas del gobierno departamental, el 8 de marzo de 2019, tres días antes de lo previsto, se entregó un nuevo acueducto que abastece un total de 22 predios, entre ellos la escuela Caño Tigre, donde los niños ya no corren ningún riesgo.

Este es solo uno de los 197 proyectos que la actual gobernación ha intervenido de manera exitosa hasta la fecha, y una prueba contundente de que el eslogan de la Gobernación, ‘Unidos podemos más’ no es una frase de cajón y de que el programa ‘Agua a la vereda’ es una realidad que genera bienestar en los territorios que más lo necesitan.

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