El venado cola blanca (Odocoileus virginianus) es una de las especies de fauna silvestre más representativa de Cundinamarca. Y no solo por su belleza, también por su presencia –ellos están en diferentes pisos térmicos: desde zonas templadas hasta pisos fríos y páramos– y por su importancia en la cadena del reino animal: son un magnífico dispersor de semillas de los pastos y frutos que consume y, además, una presa de preferencia para otras especies como el puma. Los venados son un importante elemento en la transferencia de nutrientes en el proceso trófico, o sea, de nutrición.
Estas características convirtieron a los venados, culturalmente, en una pieza de cacería para alimento y recreación, también como una especie de mansedumbre –como mascotas y atractivos turísticos–. Y lo anterior, unido a la deforestación, al uso de agroquímicos y a la presencia de perros ferales en algunas de sus áreas de distribución natural, ha puesto en riesgo a estos animales. Por eso es necesario definir e implementar estrategias participativas de manejo y conservación.
Una de ellas, por ejemplo, es realizar estudios de ecología poblacional, con el fin de obtener información sobre patrones de distribución, densidad, tendencias poblacionales, proporción de sexos y clases de edad, así como el uso del hábitat y movimiento.
Ahora, dentro de las acciones de conservación que ha desarrollado el gobierno, y que han beneficiado a la especie, sus ecosistemas y a la misma comunidad, se destaca la creación de áreas protegidas; los programas de sensibilización y de educación ambiental; y la realización de estudios relacionados con ecología, cría en cautiverio (zoocría), epidemiología y parasitología, entre otros.
Estos proyectos son, en parte, la evidencia de una política ambiental que se viene construyendo desde hace varios años, en cabeza del Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, seguida por las Corporaciones Autónomas Regionales y las gobernaciones, entre ellas Cundinamarca. Ellos, junto con las necesidades y conocimientos campesinos e indígenas, han propuesto programas donde las comunidades son líderes y participantes activos. Al fin y al cabo, el uso y manejo adecuado de especies requiere también de información sobre la valoración e importancia socioeconómica de los recursos extraídos y de las limitaciones biológicas de las actividades de aprovechamiento.
De esta manera los venados de cola blanca –un símbolo del departamento– son, actualmente, más que una bandera: hoy día representan un himno de la protección y conservación de la fauna.