La leche es esencial en la vida del hombre. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), más de 6.000 millones de personas consumen este líquido o sus derivados.
Colombia no es ajena a esta dinámica: es uno de los países de América Latina donde más se utiliza el producto, según Asoleche, y el sector es responsable del 0,83 por ciento del PIB nacional, de acuerdo con el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR). En el mercado interno uno de los principales “jugadores” es Cundinamarca, el segundo productor nacional.
Para cubrir el consumo del país –140 litros anuales per cápita, según Asoleche– esta entidad territorial registra la mayor productividad con 6,13 litros por vaca diarios, según el MADR. Este desempeño se fundamenta, entre muchas razones, por el aporte de las cooperativas y las asociaciones que reúnen a los pequeños productores lácteos.
Según Juan Carulla, profesor de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Nacional de Colombia, las cooperativas y asociaciones “han sido un avance muy grande para la cadena láctea”. El académico también subraya que estas han contribuido al desarrollo de este subsector en el departamento porque los productores pequeños pudieron “acceder al mercado formal de la leche, mejorar la calidad del producto y participar en programas de apoyo por parte del gobierno que, en algunos casos, han terminado en procesos de formación y de extensión”.
“Estos factores –agrega– han mejorado su labor y, ahora, son más productivos. Hay un impacto sobre la productividad, la calidad y la formalización del mercado”.
Una de las primeras experiencias de este tipo tuvo origen en la provincia del Guavio. Allí, en octubre de 1999, nació la Cooperativa de Lecheros de Guatavita (Colega), que reunió a 22 productores de la vereda de Monquentiva y que hoy cuenta con 50 afiliados. En total hay 11 cooperativas vigentes que agrupa a cerca de 500 productores que generan 50.000 litros diarios.
José Ignacio Tamayo, presidente de Colega y de la Asociación de Cooperativas Lecheras de Guatavita (Asolega), explica que este modelo, tomado por Colanta, en Antioquia, “nos ofrece muchas oportunidades para el verdadero desarrollo rural integral y del campo. Su objetivo es el mejoramiento de la calidad de vida de los productores”.
De esta forma, a través del trabajo colectivo, los productores pequeños contribuyen al desarrollo del sector lechero de Cundinamarca y, de paso, al desarrollo del departamento.