Cundinamarca es un territorio complejo y diverso: con múltiples contextos. Por un lado tiene a Soacha, con 1 millón de habitantes y todo lo que implica ser una ciudad intermedia –tan cerca de Bogotá– y con un importante polo de desarrollo industrial, comercial y urbanístico. Y por el otro lado está la Cundinamarca rural que limita con otros cinco departamentos y que jalona la economía de la región y del país gracias a su industria agrícola y agropecuaria.
Por eso, cuando se habla de seguridad –entre otros temas– o se puede medir al departamento por igual. Teniendo en cuenta lo anterior se creó el programa ‘Con toda seguridad’. La idea es sencilla, pero, como lo demuestran las cifras, ha sido efectiva. ¿En qué consiste?
La primera consideración para su éxito es que todas las instituciones debían trabajar juntas. Esto incluía a la Gobernación, a la Policía y a la Fiscalía de Cundinamarca, lo mismo que al Ejército, Medicina Legal, ICBF y Migración Colombia, así como alcaldes, personeros, comisarios de familia e inspectores de policía. Todos. “Si estamos unidos ganan Cundinamarca y los ciudadanos, porque hay un solo discurso y unas actuaciones en seguridad y convivencia direccionadas por esa institucionalidad”, asegura Necton Borja, comandante de la Policía de Cundinamarca.
El segundo paso fue focalizar la estrategia, es decir, analizar cómo se iban a abordar los problemas: con qué instituciones y con cuáles servicios.
Prevención más que control
‘Con toda seguridad’ se basa en la llamada ‘pirámide del conocimiento’, que pretende abordar las conductas no cívicas del día a día antes de que se conviertan en algo peor. Así lo explica, en palabras más sencillas, el coordinador del Observatorio de Seguridad y Convivencia, Andrés Nieto: “Estamos convencidos de que una lesión personal empezó con un grito, que un feminicidio comenzó con una violencia simbólica, que un abandono a un menor con un embarazo no deseado y así. Eso nos llevó a realizar una investigación especial y a determinar estrategias de prevención antes de que alguna acción estalle en un delito”.
El plan de desarrollo que adoptó la Gobernación –y que se basa en el concepto de Seguridad Humana, de las Naciones Unidas– hace una medición no solo de delitos sino, también, de otros comportamientos y contextos, la violencia de género o el consumo de sustancias psicoactivas. De las 57 metas que se desprenden de este programa vale la pena resaltar la creación de la primera casa de acogida para mujeres víctimas de violencia y el subprograma ‘Líder, hazlo creativo’ que, a través del emprendimiento, busca alejar a los niños y adolescentes del consumo de sustancias psicoactivas; igualmente hay que destacar que se dotó a la Policía con tecnologías de videovigilancia, comunicaciones y movilidad, y de la misma manera, se creó el plan especial ‘Soacha y Territorios de Paz’, que incluye acciones que van desde instalaciones de sistemas públicos de bicicletas hasta la entrega de 268 celulares a los líderes comunales, escuelas y frentes de seguridad.
Así mismo, se implementó el modelo psicosocial en la Línea 123 de Cundinamarca –que junto a psicólogos, abogados y trabajadores sociales ha atendido más de 5.000 llamadas relacionadas con algún tipo de violencia–, y el Sistema de Información y Monitoreo de Violencias de Cundinamarca (Simovic) que administra el Observatorio de Seguridad de Cundinamarca, donde se recopilan todos los datos sobre los diferentes tipos de violencia y lesiones en los municipios y que fue premiado por el Presidente Iván Duque y el Gobierno Nacional con la mención de honor Premio Nacional de Alta Gererencia que exalta los cinco mejores proyectos de paises en Gestión Pública.
Las metas van por buen camino. No en vano, al finalizar 2018, el departamento registró la tasa de homicidios más baja en 43 años (con 14 homicidios por cada 100.000 habitantes, 10 puntos por debajo de la tasa nacional) y un mejor panorama frente a la reducción de delitos en los últimos ocho años. La seguridad del departamento vive su mejor momento. Trabajando en equipo y apuntándole a la prevención, más que al control, es posible vivir en paz.