Río Bita: fragilidad salvaje

El río de la vida

En la cuenca del Orinoco, en el Vichada, en la esquina de Colombia y con vista a Puerto Carreño se encuentra el río de la vida. El Bita, cuyo cauce principal mide 510 kilómetros, es alimentado por 5.070 caños como si se tratara de venas que se juntan para armar un enorme cuerpo que alberga millones de especies en medio de bosques tupidos y poco o nada intervenidos.

El Bita es salvaje. Y, a la vez, frágil. Se ha mantenido en estado casi prístino dada la dificultad para llegar al lugar en el que se encuentra y a que la presencia humana es casi nula. Alberga una biodiversidad cuyo valor para la región, el continente y el futuro ha movilizado a gobierno, universidades, institutos de investigación, comunidad científica y entidades no gubernamentales en busca de la mejor forma de conservarlo.

Recorrerlo es entender que no hay nada en el planeta que se le parezca. SEMANA lo invita a conocerlo a través de este especial.

mapa mapa
image

images

En verano se agrupan los delfines rosados en el delta que forman las desembocaduras de los ríos Meta y Bita al Orinoco, a escasos 5 minutos de Puerto Carreño, la capital del Vichada.

images

En verano se agrupan los delfines rosados en el delta que forman las desembocaduras de los ríos Meta y Bita al Orinoco, a escasos 5 minutos de Puerto Carreño, la capital del Vichada.

images

En verano se agrupan los delfines rosados en el delta que forman las desembocaduras de los ríos Meta y Bita al Orinoco, a escasos 5 minutos de Puerto Carreño, la capital del Vichada.

images

Los pescadores en el delta del Meta-Orinoco-Bita conocen la importancia de los delfines y los respetan. La Fundación Omacha lleva más de 20 años educando sobre el tema.

images

La pesca de subsistencia está permitida de manera permanente. Diversos actores han alertado acerca de la sobrepesca que afecta a muchas especies porque no se respetan las tallas exigid

images

El Escudo Guayanés forma una especie de esquina en Puerto Carreño y se mantiene a lo largo del Orinoco y el Bita.

images

“Se necesitan tres para la malla y uno más para pescar” dice Norberto Romero pescador, sobre la manera como se hace pesca de especies ornamentales.

images

De la tortuga mata mata se tiene poco conocimiento y es una de las especies más presionadas en el Bita. El Instituto Humboldt y Omacha instalaron sensores en varios ejemplares recientemente para estudiar sus desplazamientos.

images

De la tortuga mata mata se tiene poco conocimiento y es una de las especies más presionadas en el Bita. El Instituto Humboldt y Omacha instalaron sensores en varios ejemplares recientemente para estudiar sus desplazamientos.

images

Las tortugas galápagas son de las más comunes pero a la vez, de las más usadas para consumo de huevos.

images

Las tortugas galápagas son de las más comunes pero a la vez, de las más usadas para consumo de huevos.

images

Las tortugas galápagas son de las más comunes pero a la vez, de las más usadas para consumo de huevos.

images

Sobre la sabana se cierne la amenaza permanente de los interminables incendios forestales que se registran durante semanas (naturales o provocados).

images

En la zona de La Esmeralda se inicia la cuenca media del Bita. Un pequeñísimo caserío de un par de casas es lo único que se ve de presencia humana en esa cuenca.

images
Se registraron ocho especies de tortuga solo para el río Bita en una reciente expedición científica que identificó su riqueza en biodiversidad

images
Se registraron ocho especies de tortuga solo para el río Bita en una reciente expedición científica que identificó su riqueza en biodiversidad

images

Nada existe en el mundo comparado con el Bita. Se han registrado solo para este río 424 especies de plantas, 254 de peces, 19 de anfibios, 201 de aves y 63 de mamíferos.

images

Se ha registrado la presencia de 38 especies de reptiles en este río. Aquí, una pequeña babilla toma el Sol en una playa de la cuenca media

images

Las playas de desove de tortugas son apetecidas por algunos pescadores que saquean los huevos para subsistencia y para la venta.

images

Las líneas horizontales marcan el nivel del río en distintas épocas. A comienzo de año es época de verano y es cuando más bajas están las aguas.

images

La pesca deportiva atrae entre 800 y 1.000 pescadores por temporada anual, a comienzo de año. Buena parte de extranjeros. La filosofía que organizaciones como la Fundación Orinoquía de “capture y libere” pretende hacer sostenible la actividad.

images

La pesca de especies ornamentales está regulada por la Autoridad Nacional de Pesca. Hay veda permanente para especies como la arawana azul, endémica del Bita, muy solicitada por el mercado asiático.

images

A 5 minutos de Puerto Carreño está la desembocadura del río Bita en el Orinoco. La corta distancia contrasta con la diferencia que hay entre las aguas, empezando por el color.

images

La artesanía, especialmente la talla en madera, es una de las principales actividades de los indígenas sicuanes asentados en Puerto Carreño, pero no les genera suficientes recursos para sus subsistencia y no todos se dedican a ello.

image image

Un hervidero de biodiversidad

“Espacio de migración para aves boreales, australes y neotropicales. Hogar de jaguares, pumas, primates, dantas, delfines y peces ornamentales. Refugio de paso de fauna acuática en constante éxodo. Territorio con la mayor riqueza de mamíferos del país, y la más amplia diversidad de especies de escarabajos coprófagos en el Escudo Guayanés. Lugar con tres especies de plantas únicas en Colombia y el mundo. Punto geográfico con ocho nuevos registros de camarones y plantas”. A través de estas características describe al río Bita la primera gran evaluación biológica de fauna y flora adelantada por el Instituto Alexander von Humboldt y la Fundación Omacha, con el apoyo de la Gobernación del Vichada.

Más de 50 investigadores de universidades, institutos del Sistema Nacional Ambiental (Sina), organizaciones no gubernamentales y comunidades locales, evaluaron la flora y fauna representada en esponjas, macroinvertebrados acuáticos, escarabajos coprófagos, cangrejos y camarones, peces, reptiles y anfibios, aves y mamíferos, durante épocas seca y lluviosa.

Los resultados se compilaron en la publicación Biodiversidad del río Bita en la cual se evidencia la gran diversidad biológica de la cuenca: 424 especies de plantas, 3 de esponjas de agua dulce nunca antes estudiadas en Colombia, 34 de escarabajos coprófagos, al menos 87 de macroinvertebrados acuáticos, 11 de crustáceos decápodos entre camarones y cangrejos, 254 de peces, 19 de anfibios, 38 de reptiles, 201 de aves y 63 de mamíferos.

El Bita, que se alimenta de más de 5000 quebradas y pequeños cauces que al confluir lo conforman, recorre 710 kilómetros de distancia desde su nacimiento en el municipio de La Primavera hasta su desembocadura en el río Orinoco.

Esta zona geográfica se encuentra influenciada por el llamado Escudo Guayanés, una alineación geológica conformada por la Guayana Venezolana, la región norte de Brasil, Guyana, Surinam, Guayana Francesa y en la región amazónica, en el departamento de Guainía, creada hace cerca de doscientos millones de años después de la ruptura del súper continente Pangea.

En la actualidad, el Bita presenta ecosistemas con alto grado de conservación: comunidades vegetales de palma de moriche y bosques en las riberas en los que habitan dantas y venados; en sus aguas se encuentran pavones, peces “bandera” (emblema del Vichada), arawanas azules y sapuaras; también rayas, esponjas de agua dulce y la tortuga charapa, características que permiten considerar a este afluente como el río de la vida y el de mejor estado de conservación en la cuenca del Orinoco con un total del 95 % de coberturas naturales, 2,5 % en procesos agrícolas y forestales, y un 3% en áreas urbanizadas.

image image
image

Biodiversidad de pico y pluma

La diversidad de tamaños, su particular comportamiento y la inmensa variedad de sus cantos hacen de las aves del Bita un verdadero espectáculo.

Del enorme garzón soldado, de cara negra, cuello rojo y cuerpo blanco que puede medir hasta dos metros y medio con sus alas extendidas, al divertido y diminuto chorlito collarejo, que se le ve correteado en las playas o dando salticos en el agua sobre las orillas, o al misterioso y solitario paujil culicastaño que sigilosamente asoma su negrura por entre el bosque (una de las aves más amenazadas en el país), estas especies evidencian con su presencia la gran oferta de casa y comida que representa para ellas el río

Una reciente expedición científica por el Bita, comandada por el Instituto Alexander von Humboldt y la Fundación Omacha, en la que participaron más de 50 científicos, determinó que la riqueza del río es mucho más diversa de lo que se pensaba. En materia de aves de registraron 201 especies de 50 familias y 22 órdenes.

De estas especies, 74 fueron registradas en la época seca, 31 en la lluviosa y 96 en ambas. Hay reporte de 8 especies migratorias: 6 boreales, una austral y una que presenta migración neártico-tropical. Del total de especies, 22 no tenían reportes en esta zona del Vichada o están restringidas a regiones de la cuenca del río Bita, diferentes a las muestreadas.

Estas son algunas de las aves que se encuentran en el río de la vida:

images

La garza morena, de patas y cuello largos, pico recto y agudo, espera pacientemente en las orillas para capturar sus peces, que, en el caso, del Bita, abundan. Esta especie se aprecia en buena parte de los ríos del país.

images

La garza morena, de patas y cuello largos, pico recto y agudo, espera pacientemente en las orillas para capturar sus peces, que, en el caso, del Bita, abundan. Esta especie se aprecia en buena parte de los ríos del país

images

El pato buzo se aprecia todo el año. Se le ve hasta en Puerto Carreño, incluso desde el malecón. En el Bita busca y engulle cuchas, sus presas favoritas, aunque bien puede probar otros bocados como este.

images

Del alcaraván (los dos detrás de la garza negra) decía Germán Castro Caycedo que “la naturaleza no le dio los mejores atributos para volar (cuello grueso y corto, cola pequeña) pero que vuela porque le gusta, porque es valiente”.

images

El pellar playero, pequeño, llamativo, a veces se observa solitario y otras veces, corriendo en pareja por las playas.

images

El pellar playero, pequeño, llamativo, a veces se observa solitario y otras veces, corriendo en pareja por las playas.

images

La garza blanca se ve en grupos descansando o solitaria, espigada, a la espera de peces, ranas y demás animales acuáticos que son su alimento.

images

La garza blanca se ve en grupos descansando o solitaria, espigada, a la espera de peces, ranas y demás animales acuáticos que son su alimento.

images

La garza blanca se ve en grupos descansando o solitaria, espigada, a la espera de peces, ranas y demás animales acuáticos que son su alimento.

images

Al pato carretero si bien se le conoce con el nombre de pato, se trata de un ganso. El único ganso que habita en Colombia, de hecho. Dada la presión que recibe por cacería, se encuentra dentro de la categoría de ave amenazada.

images

Al pato carretero si bien se le conoce con el nombre de pato, se trata de un ganso. El único ganso que habita en Colombia, de hecho. Dada la presión que recibe por cacería, se encuentra dentro de la categoría de ave amenazada.

images

Ver un rayador cazando es un verdadero espectáculo. Lo hace rozando el agua con su pico en forma de tijera. Normalmente está descansando en playas e islas arenosas del Bita.

images

El pato aguja es conocido como el pájaro serpiente. Su nombre científico es Anhinga anhinga que en legua tupí describe a un espíritu malévolo del bosque que era mitad serpiente y mitad ave.

images

El pato aguja es conocido como el pájaro serpiente. Su nombre científico es Anhinga anhinga que en legua tupí describe a un espíritu malévolo del bosque que era mitad serpiente y mitad ave.

images

El Caracará o caricari deriva su nombre de vocablos de lenguas indígenas de Brasil y de Venezuela. Se les ve en buena parte del continente. Los pescadores lo identifican como uno de los grandes depredadores de los huevos de tortuga.

image image
image

Las tortugas del Bita

En el río Bita existen ocho especies de tortugas. Seis acuáticas y dos terrestres. Del total, cuatro se encuentran en estado de amenaza. Estos reptiles son fundamentales para el equilibrio de los ecosistemas porque, entre otras funciones, contribuyen con la dispersión de semillas que permiten que la capa forestal del río se renueve y se mantenga en condiciones propicias para la vida.

De acuerdo con la bióloga especialista en tortugas Mónica Morales, del Instituto Alexander von Humboldt, el Bita les ofrece a las tortugas hábitats propicios en sus diferentes ecosistemas (ellas desovan en barrancos o arenas de playas o en tierra negra). La estabilidad de la población de las tortugas depende del Bita y vicevers

Factores como la sobrepesca, los incendios forestales e incluso el turismo se constituyen en amenazas para las tortugas de río. Este último incide porque cuando se acampa en playas de desove en temporada de postura de huevos, se impide el normal desarrollo de los ciclos de las tortugas porque no encuentran dónde poner sus huevos.

La información genética de las tortugas está programada desde hace millones de años para que pongan sus huevos en el mismo sitio y nazcan siempre en Luna llena. Así, cuando abren por primera vez sus ojos, éstos se orientan hacia el horizonte más brillante: la Luna reflejada en el agua. De ahí que solo pongan sus huevos en determinados sitios que deben estar libres para ella en su temporada de desove.

Actualmente el Instituto Alexander von Humboldt y la Fundación Omacha trabajan en la investigación de una especie del Bita que está altamente presionada por el consumo ornamental: la tortuga mata mata. Recientemente se adelantaron marcaciones con sensores que les permitirá a los científicos recibir información acerca de sus desplazamientos y sus áreas de influencia para proponer, en un tiempo, estrategias para el manejo y uso sostenible de esta especie

Jacinto Terán, motorista y protector de las tortugas, explica en el siguiente vídeo por qué es importante su manejo y conservación.

image image
image

Alerta en la cuenca

Independientemente de quien hable: entidad gubernamental, no gubernamental, ciudadano del común, ambientalista o comerciante de Puerto Carreño, la lista de amenazas sobre la cuenca del Bita incluye siempre la pesca con grandes mallas, especialmente de pescadores de Venezuela.

Con conocimiento de causa o por puro sentido común, las voces alertan sobre la cantidad de peces que ven salir del río, y también sobre la pesca ornamental. Algunos otros ven en la pesca deportiva un riesgo más de disminución de población del pavón, que es la especie más apetecida.

La Autoridad Nacional de Pesca (Aunap) adscrita al MinAgricultura, tiene una sede con tres funcionarios en Carreño y una lancha con motor, con jurisdicción sobre los ríos Meta, Bita, Tomo, Vichada y Orinoco.

Allí se tramitan los 10 tipos de permiso que existen y se carnetiza a los pescadores deportivos. Cuesta 52.000 pesos el carné para nacionales y 208.000 pesos el carné para extranjeros. No se regulan los volúmenes de captura pero sí se les habla de capturar y liberar a los pescadores, de acuerdo con los funcionarios.

Para la comercialización de peces hay veda del 1 de mayo al 30 de junio con el fin de disminuir la presión en época reproductiva. En cuanto a la pesca ornamental, desde 2010 hay veda completa sobre la arawana azul (pez ornamental muy apetecido en el mercado asiático) y actualmente se está en la veda de dos años para la cucha miguelito. Igualmente se regulan las tallas mínimas de peces. Por pescar peces con tallas menores a las permitidas se judicializaron tres personas en 2017.

Sobre la pesca que hacen embarcaciones con venezolanos, la Aunap de Puerto Carreño dice que esa es zona de frontera y que unos y otros van y vienen. Sin embargo, es la Oficina de Migración y la Policía las que deben ejercer el control. Se hace especialmente en el aeropuerto porque es la principal ruta de salida.

Estas son otras de las amenazas que tienen que ver con el Bita y sobre las cuales también alertan pobladores e interesados en el Bita.

images

Los incendios forestales en la cuenca son plaga. Se ven extensiones interminables quemadas. “Arden miles de hectáreas por semanas hasta que en alguna plantación cortan el fuego”, comenta Abigail Cruz, transportador y guía de turismo y pesca.

images

La reciente expedición al Bita, liderada por el Instituto Humboldt y Omacha, que contó con la participación de más de 50 científicos, encontró que megadesarrollos agrícolas planeados o en curso en las erróneamente denominandas “sabanas mal drenadas de la altillanura” son parte del conjunto de amenazas que se ciernen sobre la cuenca del Bita. Actualmente no hay consenso acerca de hasta dónde afectan las plantaciones de acacias y pinos, para madera, que se ven muy cerca de la cuenca media del Bita.

images

La reciente expedición al Bita, liderada por el Instituto Humboldt y Omacha, que contó con la participación de más de 50 científicos, encontró que megadesarrollos agrícolas planeados o en curso en las erróneamente denominandas “sabanas mal drenadas de la altillanura” son parte del conjunto de amenazas que se ciernen sobre la cuenca del Bita. Actualmente no hay consenso acerca de hasta dónde afectan las plantaciones de acacias y pinos, para madera, que se ven muy cerca de la cuenca media del Bita.

images

La reciente expedición al Bita, liderada por el Instituto Humboldt y Omacha, que contó con la participación de más de 50 científicos, encontró que megadesarrollos agrícolas planeados o en curso en las erróneamente denominandas “sabanas mal drenadas de la altillanura” son parte del conjunto de amenazas que se ciernen sobre la cuenca del Bita. Actualmente no hay consenso acerca de hasta dónde afectan las plantaciones de acacias y pinos, para madera, que se ven muy cerca de la cuenca media del Bita.

images

La reciente expedición al Bita, liderada por el Instituto Humboldt y Omacha, que contó con la participación de más de 50 científicos, encontró que megadesarrollos agrícolas planeados o en curso en las erróneamente denominandas “sabanas mal drenadas de la altillanura” son parte del conjunto de amenazas que se ciernen sobre la cuenca del Bita. Actualmente no hay consenso acerca de hasta dónde afectan las plantaciones de acacias y pinos, para madera, que se ven muy cerca de la cuenca media del Bita.

images

La reciente expedición al Bita, liderada por el Instituto Humboldt y Omacha, que contó con la participación de más de 50 científicos, encontró que megadesarrollos agrícolas planeados o en curso en las erróneamente denominandas “sabanas mal drenadas de la altillanura” son parte del conjunto de amenazas que se ciernen sobre la cuenca del Bita. Actualmente no hay consenso acerca de hasta dónde afectan las plantaciones de acacias y pinos, para madera, que se ven muy cerca de la cuenca media del Bita.

images

De izquierda a derecha, las dos primeras filas de huellas son de tortuga. Esta es una playa normal de desove de huevos. Las huellas de la derecha son de humano, que se dirigen justo al sitio donde pusieron los huevos las tortugas. Ahí no había ya nada.

images

Las líneas horizontales son marcas del nivel del agua. A comienzos de año se nota la baja del nivel, lo que permite que los peces se puedan capturar más fácilmente y se presenten alarmas de sobrepesca en el Bita.

images

Las rayas de río son especies muy delicadas que tienden a estresarse, según investigaciones de la Fundación Orinoquía. Estas especies son muy apetecidas por el comercio de ornamentales. Fuera de su entorno dejan de comer y mueren.

images

El pavón es la especie más demandada por la pesca deportiva. Algunas comunidades lo pescan para consumo. La Fundación Orinoquia los cría y hace reproducción en cautiverio para repoblar periódicamente el río.

image
image

Los ‘jaguares’ de las aguas del Bita

Fernando Trujillo, Director Científico de la Fundación Omacha, que ha investigado a los delfines rosados durante los últimos 22 años, trabaja promoviendo y sensibilizando acerca de la importancia de la conservación de estas especies y de las cuencas del Amazonas y el Orinoco, principalmente.

Su relación con el Bita viene de la niñez. Cuenta que desde los 5 años iba con sus amigos y familia a nadar en el río. De vez en cuando, mientras nadaban, de un momento a otro las mamás gritaban “¡toninas!”, al ver a los delfines. Entonces, sacaban a los niños del agua. Tal vez, dice, ellas creían que los delfines podrían golpearlos. Nunca pasó. Pero conservó esos encuentros en la memoria.

A los 20 años, cuando era estudiante de biología, el explorador e investigador Jacques Cousteau visitó su universidad y conversaron sobre el tema que lo ha cautivado la vida entera: el Amazonas. En ese momento hablaron de los delfines de río, cuando nadie tenía conciencia de su existencia. Y hasta ese lugar llegó Trujillo para relacionarse con la selva y sus míticos seres por el resto de su vida.

“Seres que nos permiten entender la dinámica de los sistemas fluviales del Amazonas y del Orinoco y que nos ayudan también a entender el impacto de los humanos”, dice Trujillo.

A cinco minutos de Puerto Carreño, capital del Vichada, está el delta donde los ríos Meta y Bita desembocan en el Orinoco. En época de verano, cuando las aguas bajan, los delfines se aglomeran en el delta para aparearse y abastecerse de alimento porque por ahí pasan todos los peces. Dice Trujillo que ha visto grupos de hasta 33 delfines y que uno solo puede consumir entre 3 y 4 kilos de pescado diario.

Pueden llegar a medir más de 2,5 metros y pesar más de160 kilos. Su frente tiene lo que se conoce como “melón” que es una especie de zona de grasa por la cual pasa el sonido y funciona como un radar para ecolocalización.

Los delfines de agua dulce no son rosados del todo. Trujillo explica que se van volviendo rosados durante los momentos de actividad física, por ejemplo, cuando persiguen peces. Como cuando los humanos hacen ejercicio. Al llegar la calma, retornan al tono gris.

Trujillo conoce a los delfines como su sombra, los entiende. Incluso, los predice. Su relación con ellos y el Bita sobrepasa lo investigativo, lo científico, lo social... Hay una especie de conexión que desde mediados de los 90 también intenta compartir con la gente para que valoren la presencia e importancia de los delfines para la región y para el mundo.

La voz que acompaña el siguiente vídeo es la de Fernando Trujillo.

image

Bita: fragilidad en estado salvaje

La última expedición de científicos al Bita dejó 23.000 registros de especies. Un hervidero de biodiversidad en la cuenca del Orinoco, en el Vichada, en la punta del Escudo Guayanés, amenazado por la sobrepesca, el tráfico ilícito y las plantaciones forestales.

Atontada tras haber estado un par de días en una bolsa de tela, la tortuga galápaga tocó la arena, miró al cielo y al frente, y dando tumbos movió su caparazón hacia el monte. El pescador Guillermo Merchán corrigió su camino y la empujó suavemente hasta hacerla ver el agua clara de Barranco Blanco, en la cuenca baja del río Bita, en el Vichada. Emprendió camino hacia el agua y su torpeza en tierra contrastó con la agilidad con la que se perdió río abajo. La hembra, de unos dos años de edad, tuvo suerte, pues recobró la libertad.

Posiblemente, vivirá algo más de 50 años porque su caparazón le da para aguantar las mordidas de nutrias, jaguares y babillas. Entonces su información genética le permitirá poner sus huevos dos veces cada año, en un mismo sitio, para que sus crías nazcan siempre en luna llena. Merchán almorzó la palometa que acababa de pescar, en vez de la galápaga que se le enredó en el anzuelo, y con su acción piadosa con un animal en peligro de extinción contribuyó a la esperanza para que un lugar como el Bita no termine depredado.

Sobran razones para el optimismo. “Este no tiene comparación con otro río en el planeta. No hay otro que se le parezca”, dice Brigitte Baptiste, directora del Instituto Alexander von Humboldt. Lo dice porque el 95 por ciento de sus bosques de galería y sabanas inundables son naturales. Y porque sus 710 kilómetros alimentan más de 5.000 quebradas, cruzan aves boreales, australes y neotropicales y concentran la mayor riqueza de mamíferos del país (63 especies), la más amplia diversidad de especies de escarabajos coprófagos del Escudo Guayanés (34 especies) y 3 especies de plantas únicas en Colombia y el mundo.

Una reciente expedición de 50 científicos comandada por el Humboldt y la Fundación Omacha, cuyos resultados quedaron consignados en el libro Biodiversidad del río Bita, encontró allí, además, 8 nuevos registros de camarones y plantas, e identificó 2 especies de esponjas, entre otros.

“El Bita es vida”, dice el biólogo Fernando Trujillo, director científico de Omacha, quien lleva 22 años estudiando una de las especies más carismáticas de este río: el delfín rosado o ‘jaguar del agua’. Trujillo compara el nacimiento del Bita con venas que se juntan entre morichales en un lugar conocido como La Primavera, para formar “el génesis de la vida” que describe miles de meandros hasta desembocar en el Orinoco, muy cerca de Puerto Carreño, en la última esquina del Escudo Guayanés.

Hace unos años, Trujillo planteó, con otros científicos, aplicar al Bita la figura de río protegido como una alternativa para blindar esa riqueza. La idea era gestionar la cuenca, teniendo en cuenta factores como la importancia de enseñar a la gente a conocer y apreciar la riqueza ecológica del territorio para que ella misma asuma la responsabilidad de protegerla. A la iniciativa se sumaron varias entidades de orden nacional y local y organizaciones ambientales.

Jacinto Terán, motorista y pescador de Puerto Carreño, parece resumir en su historia ese propósito. Conoce el Bita desde hace 50 años y hoy trabaja con Omacha sensibilizando comunidades para que cuiden las tortugas. “Yo no le voy a decir que no me como unos cuantos huevos de tortuga al año. Me crie aquí. Pero soy responsable en el consumo: no como su carne y le explico a la gente que si se la comen, ¿quién va a poner los huevos? El problema empieza cuando se comen 20 en lugar de una”, dice. No es un tema menor: en el Bita viven al menos ocho especies de tortugas de río.

Terán, tal vez sin quererlo, define así el manejo sostenible del consumo, precisamente lo que quiere la comunidad científica que hagan los pobladores de la cuenca del Bita. La ventaja es que, a diferencia del Magdalena o el Bogotá, poca gente vive allí (menos de un 3 por ciento de su territorio tiene asentamientos). En la cuenca media no hay más de 2 o 3 caseríos muy pequeños, con muy pocos ranchos.

A Jacinto lo mueven sus nietos y la vida de esos animalitos. “Si acabamos las tortugas, después los nietos pequeños y las generaciones que vienen no van a ver nada”, reflexiona, mientras limpia su bote, amarrado en el muelle de Puerto Carreño.

Capture y libere

Alberto*, un pescador deportivo que conoce el Bita hace 25 años, tiene un lema para sus acompañantes: “Pavón vivo vale más que pavón muerto”. El pavón es el emblema del Bita y la pesca deportiva. Sus colores verde, negro y naranja aparecen en camisetas en el aeropuerto, en tallas indígenas en las ventas callejeras de Carreño, en esculturas y pinturas en hoteles y restaurantes.

Al Bita vienen muchos pescadores deportivos. Cifras de la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca indican que entre 800 y 1.000 de ellos entran para vivir la experiencia de cada temporada anual, a comienzo de año. En su mayoría se trata de extranjeros que ven en el Bita el reto de lo salvaje y de paso le inyectan recursos al turismo y a guías, lancheros y pescadores que viven el resto del año de lo que ganan en esas travesías. Alberto interpreta con sus palabras la frase de la campaña de la Fundación Orinoquia: capture y libere.

Steve Jensen, de la Fundación Orinoquia, ONG con sede en Puerto Carreño, cría pavones en cautiverio para liberarlos y repoblar el río. El “capture y libere” que plantea la fundación también lleva un mensaje de respeto hacia la especie, conocida por la forma como lucha al picar el anzuelo. Un mensaje que implica usar anzuelos de una pata en lugar de tres, para no hacerle tanto daño al pavón y no agotar al pez en la pelea, junto con una serie de prácticas que aseguren que quede vivo y pueda reponerse de la faena.

La pesca deportiva incomoda a quienes la ven como un maltrato innecesario. Luis Ángel Trujillo, por ejemplo, quien trabaja en Carreño con víctimas del conflicto y con temas sociales asociados a pescadores, dice que “el pavón queda maltrecho, vulnerable ante predadores naturales, incapaz de retomar su rumbo”. Y agrega que “luego de las temporadas se ven pavones muertos en las orillas de la cuenca baja”.

El científico Carlos Lasso, del programa Ciencias de la Biodiversidad-línea de recursos hidrobiológicos, pesqueros continentales y fauna silvestre del Humboldt, lideró parte de la investigación del libro Biodiversidad del río Bita. Dice que es necesario evaluar el estado de conservación de los pavones para establecer su sostenibilidad en la pesca deportiva

De jaguares y pinos

Germán Garrote, biólogo español experto en felinos e investigador asociado a Omacha, destaca la saludable presencia de jaguares en la cuenca alta del Bita, famosos por tener la mordida más poderosa del reino animal. “Subsisten dada la oferta de presas: roedores, dantas, venados, entre otros, es decir, naturaleza en equilibrio”, explica. Y también, por la oferta de agua y refugio.

La reciente expedición científica al Bita evidenció la presencia de especies claves como nutrias, jaguares, pumas y dantas. Pero en sus conclusiones dice que su conservación depende de la manera como se manejen potenciales riesgos como el incremento de la agroindustria forestal con especies vegetales afines a los incendios como el pino silvestre, la acacia y el eucalipto, y que aminoren los efectos causados por el cambio climático y los conflictos entre grandes felinos y la producción ganadera.

A menos de dos horas de Carreño, por la vía que conduce a Villavicencio (ubicada a dos días en carro), aparecen varios paisajes: sabana quemada, plantaciones forestales, fincas ganaderas, plantaciones de marañón. Sobresalen las extensas zonas quemadas. “Eso arde semanas y hectáreas hasta que en alguna plantación cortan el fuego”, explica Abigail Cruz, transportador y guía de turismo y pesca

Los 16.000 habitantes de Carreño, que parece suspendido en los años cincuenta entre gigantescos y centenarios árboles de mango, saben del Bita. Lo conocen. Lo tienen a cinco minutos en el delta donde desemboca también el Meta. Valoran su abundancia, pero tienen poco clara su fragilidad.

Roberto* sube a remo a 5 minutos de Puerto Carreño a sacar cuchas, peces ornamentales muy demandados para los acuarios. Ocho, diez inmersiones y saca una o dos pegadas en las piedras. Saca 150 a 200 por temporada que le pagan a 700 pesos. “Si son punta diamante me las pagan a 5.000 pesos”, dice, y se queja por la creciente escasez.

Como muchos, tiene los pectorales templados a punta de caretear por años “sacando ornamentales que se llevan para la capital”; usa una gruesa cadena de oro y lleva una maleta en la que guarda la hamaca, el toldillo y un chinchorro o red de agujero pequeñísimo en la cual cae toda clase de animales en una noche. Extraoficialmente, se dice que del Bita sale la mayor cantidad de peces ornamentales de Suramérica para el exterior. La arawana azul, endémica del Bita, tiene una gran demanda en el mercado asiático. Ya se encuentra en el listado de las más amenazadas por el tráfico ilegal

Lo cierto es que el Bita se ha mantenido salvaje y estable hasta hoy. Por allá no pasaron ni el conflicto armado ni los grupos ilegales. En su cauce repleto de playas se ven la noches más profundas, iluminadas e infinitas acompañadas por el resoplido de las toninas y el zumbar de millones de insectos. Allá todo es infinito.

image

Carreño, años sin cuenta

Parece suspendido en los años 50. El alcantarillado de aguas lluvias está junto a los andenes, descubierto. No todas las calles están pavimentadas pero sí están repisadas con tierra terracota. No hay edificios altos y los mangos centenarios refrescan y proveen de sombra y cantos de cientos de aves durante el día.

Es un puerto bendecido por el agua. Tiene el Orinoco al frente y el Bita y el Meta a cada lado. Abundan la buena pesca y las sabanas inundables. A 5 minutos en lancha, en el delta donde desembocan el Bita y el Meta en el Orinoco, los delfines rosados o toninas presentan cada verano el espectáculo más grandioso de la naturaleza cuando se arremolinan a cazar y a aparearse en la temporada en la que el nivel del agua está más bajo. Al llegar el invierno, se dispersan.

Puerto Carreño vive lento. Al medio día cierra el poco comercio que hay y la gente se resguarda del calor del Sol hasta pasadas las 2 de la tarde. Los indígenas sicuanes y piapocos van y vienen con bolsas y maletas pequeñas por las calles, pidiendo comida o ayuda. No tienen concepto de frontera y por eso no saben la diferencia entre Colombia y Venezuela. Solo algunos comentan que “al otro lado no se vive bien”.

¿De qué se vive en Carreño? Principalmente de la administración pública, reflexiona César Rojas, director de la Seccional de la Fiscalía. Todas las entidades públicas hacen presencia en el puerto y requieren funcionarios. Hoteles, negocios de comida, artesanías y se acaba la lista.

También viven de la pesca en temporada al igual que de la guianza cuando llega la época de pesca deportiva. Hay mucha gente como Norberto Romero que vive 9 meses al año con lo que gana en tres meses acompañando pescadores deportivos en época de pavones. También pesca peces ornamentales que le pagan en promedio a 700 pesos el individuo, principalmente cuchas.

La informalidad campea. En los barrios periféricos hay ‘estaciones de servicio’ que venden gasolina venezolana a menos de la mitad de precio de la nacional. La almacenan en botellas de gaseosa de dos litros. Llega el carro o la moto (todo el mundo sabe dónde están) y sale el ‘bombero’ en chancla con la botella llena del combustible rosado. No es el fenómeno de los “pimpineros” de Cúcuta, pero el contrabando se ve. “Es la misma situación de todas las zonas de frontera solo que reducida en un 90 por ciento”, dice Rojas.

Suena extraño pero pese a la informalidad, Carreño es tranquilo y seguro. No hay homicidios. Ni raponazos. Si alguien roba, el sitio más cerca para escapar es Villavicencio que está a dos días en carro. Por eso se ve poco el hurto. Casos como la violencia doméstica son los que más se presentan en la Fiscalía, de acuerdo con Rojas.

En algunas esquinas se ven arrumes de patillas o de piñas. Frutas de temporada que se cultivan en las vegas, que son zonas inundables de los ríos. Allí se cultiva cuando baja el agua porque es tierra fértil.

A los indígenas sicuanes los contratan en las vegas, los llevan a cultivar y/o recoger y les pagan la semana a 10 mil pesos como cuenta María, una indígena sicuane de 21 años, nacida del lado de Venezuela que, cuando no está en las vegas, limpia casas por 5.000 pesos el día cuando le va muy bien.

A finales de 2017 el comercio amenazó con parar y lo hizo en protesta por un fenómeno que, a simple vista, parece normal: ciudadanos con maletas en las calles. Como si se tratara de viajeros, son personas que van por las calles en actitud completamente normal, cargados de maletas. El tema es que se trata de ciudadanos venezolanos que llevan en esas maletas lo que les quepa: desde un televisor hasta todo tipo de alimentos no perecederos “que venden a precio de huevo”, comenta un comerciante colombiano.

Esa venta de mercancía de contrabando hizo que los comerciantes de Puerto Carreño armaran un paro porque se bajaron las ventas de víveres, ropa y hasta electrodomésticos. Igual, a hoy, se ve mucha gente con maletas por las calles, como si fueran viajeros normales. Aunque queda la duda…

Temas como la prostitución de las indígenas preocupa a personas como Luis Ángel Trujillo, defensor de derechos humanos que trabaja con temas de reparación. “Se trata de mujeres cada vez más jóvenes que no conocen de protección y que ponen en riesgo su vida ejerciendo esta actividad por pura necesidad ”. Esta situación la corrobora la Fiscalía Seccional.

Adicionalmente, Trujillo plantea otro tema complicado: se han visto jóvenes indígenas respirando pegante, como lo hacen los habitantes de la calle en Bogotá.

Al preguntarle a María dónde vive, ella responde que en el puerto. En realidad vive un poco más lejos. En las afueras de Carreño, por la vía que conduce a Villavicencio, se ven ranchitos acomodados con palos y plásticos. Especies de cambuches. Ahí viven los sicuanes.

Alguna vez tuvieron casa, relata Trujillo. Una zona que la administración municipal les asignó para vivir. “Pero las vendieron muy baratas y nadie lo impidió. Ahí empezó todo este proceso que ha terminado con ellos mendigando por la ciudad”. Luis Fernando Herrera, artesano, propietario de un negocio de artesanías, pescador y guía turístico, cuenta que hace unos años se habló de casas que fueron asignadas a indígenas pero que ellos mismos vendieron en 500.000 pesos.

Herrera, además de comprarles artesanías a los indígenas, les enseña técnicas que tienen que ver con el uso sostenible de la madera. La idea es darle un mayor valor a ese trabajo de la talla haciéndolas sobre madera caída en el río, en lugar de hacerlas con árboles talados.

Sin embargo la demanda no es tanta como la oferta. Los turistas no llevan grandes cantidades de piezas (se ofrece por lo general animales de la selva tallados y bolsos y hamacas tejidos en fibra vegetal) y hay mercancías que pasan mucho tiempo exhibidas sin poderse vender.

Un enorme canasto de fibra que está en la puerta del negocio El Mohan, el almacén de Luis Fernando Herrera, le hace recordar la historia de quien lo hizo: “Una abuela indígena que llegó a ofrecerme ese canasto, acompañada de tres nietos, me dijo que no le diera plata. Que ella necesitaba ropa para los niños, de no más de 7 años el mayor. Y así lo hice, les compré muditas a los niños y se fueron felices. El canasto aún no lo logro vender porque es muy grande y nadie se lo va a cargar”. Comenta Luis. ¿El valor del canasto? 40.000 pesos.

images

Guillermo Merchán es de ancestros sicuanes. Talla el jobo (árbol de corteza rosada) con pedazos que caen al Bita y se curan. Al ver cada pedazo dice a qué animal se parece. Talla sin modelo. Comercia sus pinturas y tallas en Puerto Carreño

images

Luis Ángel Trujillo actualmente trabaja en una organización defensora de derechos humanos identificando procesos de reparación. Le preocupa la situación de indigencia de los sicuanes que deambulan por el puerto sin recursos ni casa ni alimento.

images

Mucha gente en Puerto Carreño vive del turismo, de manera informal, llevando y trayendo turistas a zonas de avistamiento de delfines, por ejemplo, o a pescar.

images

Los perros callejeros son una problemática demasiado evidente en Puerto Carreño. Cada vez son más. Si bien la gente tiene respeto por los animales y se ven casas con 2 ó 3 animales adoptados, se requiere control urgente para frenar la proliferación.

images

La artesanía es una alternativa a la pesca, especialmente para comunidades de indígenas como los sicuane. El pavón, pez insignia del Bita y del Vichada, es el más tallado, pintado y vendido.

images

En Puerto Carreño no viven más de 20.000 personas. Está sobre el Orinoco muy cerca de las desembocaduras de los ríos Meta y Bita. La entrada de las aguas del Bita al Orinoco se ve a la derecha, con un tono diferente porque nunca se mezclan.

images

Los fines de semana es común ver grupos de familias o amigos en la desembocadura del Bita en el Orinoco, muy cerca de Puerto Carreño. Van a nadar o a pasar la tarde en un sitio de aguas limpias enmarcado por las piedras del Escudo Guayanés.

images

En el puerto no se ven grandes embarcaciones. Las más grandes son las de la Armada que custodian la frontera. El Orinoco lo bordea y es en el muelle donde se ve movimiento de comerciantes y turistas.

images

En el puerto no se ven grandes embarcaciones. Las más grandes son las de la Armada que custodian la frontera. El Orinoco lo bordea y es en el muelle donde se ve movimiento de comerciantes y turistas.

images

Yerly Chipiaje tiene 21 años y está esperando su tercer hijo. Es de la etnia piapoco de Venezuela, su pareja es Javier, primo de Guillermo Merchán. Todos se dedican a las artesanías. Yerly aprendió a tallar viendo a sus padres hacerlo así como lo hacen ahora sus hijitos.

images

En los negocios de artesanías callejeras venden todo lo que los indígenas les proveen, especialmente tallas de animales en diferentes tipos de madera y fibras vegetales. El bajo precio en el que se venden reflejan lo barato que se los compran a los indígenas.

images

Los mangos centenarios abundan por todo Puerto Carreño. Refrescan el aire, dan sombra y verde al puerto y siempre permanecen llenos de aves. El ambiente que proveen difícilmente se ve en otra ciudad dada la cantidad que hay.

images

Entre 4 y 5 personas por cuadra, sentadas por lo general en sillas con pequeñas mesas, en los alrededores del muelle, cambian bolívares. El negocio está en la cantidad. En un día una persona puede alcanzar los 10 millones de bolívares que se cambian por 400.000 pesos.

images

No todo Puerto Carreño está pavimentado. Y parte de su alcantarillado de aguas lluvias está descubierto. Los hidrantes son de los pequeños, antiguos, y no hay edificios altos. Parece suspendida en los años 50.

images

María dice que tiene 20 años. Duerme en el puerto, tiene un hijo de un año, no tiene marido y vive de lo que le regalan en la calle. Cuando la contratan para arreglar casas, no le pagan más de 5.000 pesos por día. Es un ejemplo típico de la realidad sicuane en el puerto.

image image image image image image image image
image image image image image image image image image