La UN en la vida del país

En su siglo y medio de vida institucional, estudiantes, profesores, rectores e intelectuales de la UN han sido protagonistas o han tenido un papel importante en la historia de Colombia.

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Más colombiana que nunca

Al cumplir sus 150 años, la Universidad Nacional, como el primer día, sigue siendo el gran estandarte de la educación pública incluyente, libre y comprometida con el progreso del país.

Desde los albores de la República, muchos de sus gobernantes se han preocupado por que el Estado ofrezca a los habitantes una educación universal, incluyente; crear ciudadanía en un entorno de progreso y modernidad. Y la Universidad Nacional ha sido fundamental en esos propósitos.

El general Francisco de Paula Santander, como vicepresidente de la Gran Colombia, dio el primer paso hacia esa meta al organizar no solo una red completa de escuelas y colegios, sino la Universidad Central de la República (con sedes en Bogotá, Caracas y Quito), que si bien desapareció en 1850, es considerada la génesis de la Universidad Nacional. Para Santander y muchos otros líderes e intelectuales la educación debía ser pública y laica, al contrario de quienes defendieron e impusieron en otros periodos que la Iglesia católica se hiciera cargo del sistema educativo.

Como hija de destacados liberales del Olimpo Radical, el 22 de septiembre de 1867 el Congreso de la República creó la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, que empezó a funcionar al año siguiente bajo la rectoría de Manuel Ancízar. En cierta medida, recogió los ideales y la historia de la Universidad Central.

En sus inicios, la Nacional tenía seis facultades: Artes y Oficios, Derecho, Medicina, Literatura y Filosofía, Ciencias Naturales e Ingeniería. También le anexaron el Observatorio Astronómico, el Museo Nacional, el Laboratorio Químico Nacional, la Biblioteca Nacional, el Hospital de la Caridad y el Militar.

Desde un principio, la Universidad quedó inmersa en el debate, que se repetiría varias veces en sus 150 años de historia, sobre si allí debía o no existir una libertad de cátedra; si debía ser autónoma de los gobiernos de turno y cuál papel debía cumplir frente al Estado y el país. Lo cierto es que desde su fundación la UN ha sido abanderada de la educación pública nacional, policlasista y de alta calidad.

De hecho, desde un principio cada Estado podía enviar hasta ocho estudiantes a Bogotá para que estudiaran de forma gratuita. El profesor suizo Ernst Röthlisberger, quien llegó en 1882, relata en sus memorias que “también en cuanto al color de la tez había una gran variedad dentro del alumnado. Los más diferentes matices se ofrecían a mi vista, desde el blanco rosado de los tiernos jovencitos de Bogotá hasta el negro más intenso”.

Tras la caída de los liberales y la subida de los conservadores y la Regeneración, la Nacional también tuvo un impacto, pues el gobierno limitó la libertad de cátedra, la autonomía trató de ejercer su control junto con la Iglesia. De hecho, los profesores e intelectuales más liberales la dejaron para fundar la Universidad Externado. Sin embargo, quienes se quedaron, unidos a los estudiantes, nunca dejaron de defender los ideales que marcaron su historia: siempre nacional, moderna, actual y evolutiva, experimental y unificadora, tal como lo proclamó el líder liberal Rafael Uribe Uribe.

Pese a estos y otros conflictos ideológicos, entre 1903 y 1940 surgieron en la Universidad más de 20 carreras, como Arquitectura, Enfermería, Farmacia, Ingeniería Química, Medicina Veterinaria, Odontología y Química.

Solo desde el gobierno de Alfonso López Pumarejo (1934-1938), tras el fin de la hegemonía conservadora, la Universidad Nacional logró consolidarse como una institución por encima de las políticas partidistas. En 1935, mediante la Ley 68, se convirtió en un organismo autónomo con personería jurídica e independencia. Para agrupar las Facultades dispersas en el centro, diseñó y empezó a construir, en tierras que entonces quedaban a las afueras de Bogotá, el campus de la Ciudad Universitaria, conocida como la Ciudad Blanca.

El arquitecto Leopoldo Rother diseñó, por primera vez en el país, un campus con amplias zonas verdes y de esparcimiento, enlazadas por senderos peatonales y dos vías perimetrales. Geometrías simples, carentes de aditamentos superfluos, que ofrecían un conjunto de vanguardia. La Universidad que conocemos hoy es, en lo fundamental, la concebida en 1935, con los ajustes y adecuaciones necesarios.

En 1936 se incorporó la Escuela Nacional de Minas en Antioquia y dos años más tarde la Escuela de Agricultura Tropical de Medellín. Con esto comenzó oficialmente a operar la sede Medellín de la Universidad. De una forma parecida, los antecedentes de la sede Manizales se remontan a 1946, cuando el gobernador José Jaramillo Montoya y el rector Gerardo Molina promovieron su creación. Para el caso de la sede Palmira debemos recordar que se originó con la incorporación a la Universidad Nacional de la Escuela Superior de Agricultura Tropical en 1964.

Luego de este momento, de fundamental importancia en la consolidación de la Universidad y de la educación superior, el rector José Félix Patiño adelantaría la siguiente gran reforma en 1965. La UN adquirió una estructura moderna con Facultades y departamentos que atendían a las áreas de conocimiento; mejoró y profesionalizó la planta docente; creó un plan de estudios generales para todos y un sistema de bienestar universitario para miles de estudiantes. Además, emprendió la construcción de múltiples edificios que integraron la vida universitaria con la cultura, como el Auditorio León de Greiff y el Museo de Arte.

Esta reforma, que creó un ordenamiento que en cierta medida se mantiene hasta hoy, ha sido tan importante como la instauración de una estructura de sedes, conformada inicialmente por las de Medellín, Palmira y Manizales, que desde 1997, bajo la rectoría de Guillermo Páramo, se completó con las nuevas de frontera: San Andrés, Leticia, Arauca y Tumaco. En esta presencia nacional, la Universidad ha consolidado el espíritu pluralista, pluriclasista y laico con el que soñaron sus fundadores en el siglo XIX.

Con los ajustes y reformas hechas en 1963, 1980 y 1993, “la Universidad ha logrado estar ligada de manera muy estrecha, y con las limitaciones que siempre se le han impuesto, al acceso de los estratos inferiores a la educación superior de calidad, a las actividades de recepción, transformación y creación en los órdenes científico, tecnológico y artístico; al estudio de los problemas de la comunidad nacional y a la reflexión crítica sobre sus más sentidas urgencias”, dice un texto de la misma Nacional.

La Universidad tiene en sus sedes una infraestructura de gran riqueza arquitectónica, urbanística y ambiental, en la que se destaca el aspecto histórico y moderno de sus edificaciones. Diecisiete de ellas son monumentos nacionales y representan la arquitectura colombiana de los últimos 80 años. En la sede de Medellín sobresale un edificio diseñado por el insigne arquitecto Pedro Nel Gómez, en la que hoy funciona la Facultad de Minas. En la sede de Manizales está la antigua Estación del Cable Aéreo a Mariquita, donde hoy funciona la Facultad de Arquitectura. Y en la sede de Palmira está el edificio de la Facultad de Agronomía, diseñado por Leopoldo Rother.

Las rectorías de los profesores Antanas Mockus, Guillermo Páramo, Marco Palacios y Moisés Wasserman llevaron a cabo importantes reformas académicas que le imprimen a la actual Universidad Nacional un carácter académico moderno y flexible.

Los primeros programas de maestría nacieron entre 1967 y 1973, lo que le dio un impulso a la investigación, determinante para crear nuevo conocimiento en los campos del saber. Además, estos programas terminaron de validar esta actividad como un eje misional de la UN, lo que permitió desarrollar invenciones que han sabido dar respuesta a las necesidades de la sociedad. Hoy, siglo y medio después de fundada, tiene 95 programas de pregrado, 64 doctorados, 165 maestrías, 40 especialidades y 80 especializaciones.

Producto de este esfuerzo, la Universidad en la actualidad cuenta con 570 grupos de investigación registrados por Colciencias, de los que 94 están clasificados en la categoría A1, 109 en la A y 130 en la B, las más altas. Además cuenta con 95 programas de pregrado y 349 de posgrado en sus diferentes sedes.

Después de 150 años, la UN tiene más de 50.000 estudiantes y ha sido abanderada de la educación de los colombianos, de la inclusión, de los estudios de género y de la multiplicidad de investigaciones al servicio de la sociedad. Ese es nuestro patrimonio.

Hoy, “la UN sigue trabajando por ese gran objetivo de entregar a nuestros jóvenes una educación de calidad, sin importar su situación económica, su credo, su género o sus preferencias, ya sea que provengan del más apartado rincón de nuestro país o de una gran urbe. Gracias a esto, nuestra institución ha influido hondamente en la conformación de la nación y su desarrollo. El aporte más importante que la Universidad ha entregado al país no solo tiene que ver con la infinidad de investigaciones pertinentes desarrolladas en nuestros laboratorios, o los proyectos de extensión social que han mejorado el bienestar de muchas comunidades. El principal aporte ha sido, y sigue siendo, la formación integral, como profesionales y ciudadanos ejemplares, de miles de colombianos”, reconoce el rector Ignacio Mantilla.

Durante siglo y medio, por las aulas, laboratorios, bibliotecas, talleres y auditorios de la Universidad Nacional han pasado mentes inquietas, ávidas de conocimiento, creativas, que sueñan al país y que transforman nuestra sociedad. De ella han egresado presidentes de la república, líderes políticos, sociales y económicos, intelectuales y protagonistas y defensores de los derechos democráticos y humanos.

También, los logros en esos 150 años se deben al trabajo y esfuerzo de innumerables personas que pasan desapercibidas, y por supuesto, gracias al respaldo de todo un país. A pesar de tensiones políticas, guerras civiles, escasez económica y conflictos sociales, comunes en un país en formación que busca ser libre, autónomo y mayor de edad, la Universidad ha podido consolidarse como la mejor institución de educación superior de Colombia. Nuestra historia nos ha dado la mayor responsabilidad en una sociedad: liderar su educación e influir con el ejemplo y la cátedra en el destino de la nación.

La Universidad en general tiene la responsabilidad, frente a la sociedad, de impulsar la superación de la desigualdad. En este sentido, en su plan de desarrollo 2016-2018 contempla trabajar en cuatro ejes estratégicos. El primero, integrar los ejes misionales, como un camino a la excelencia. El segundo, mejorar y conservar la infraestructura física y el patrimonio, como apoyo indispensable para la academia. El tercero, fortalecer la gestión institucional, con recursos tecnológicos, físicos y financieros. Por último, asumir el compromiso con la paz donde la UN adquirió la responsabilidad de contribuir a la reconciliación, a la construcción de nación y a la consolidación de la paz a lo largo y ancho del territorio.

La Universidad Nacional de Colombia no es solo historia, que de por sí es rica y fundamental para el país. Es presente serio y futuro promisorio. Esta institución pertenece a todos y ha sido construida gracias al aporte, el apoyo y el cariño de cada uno de los colombianos.

“Los colombianos deben sentir como suya a la Nacional para que dure otros 150 años más”

Ignacio Mantilla, rector de la institución, habla sobre la importancia del sesquicentenario para la Universidad y para el país.

¿Por qué es tan importante la celebración de los 150 años de la Universidad?

Ignacio Mantilla:Que una institución pública cumpla siglo y medio en medio de las vicisitudes que ha sufrido el país desde el siglo XIX, que haya logrado superar innumerables dificultades, y que aun así permanezca en el primer lugar como faro de la educación superior colombiana, es un gran logro.

En ese sentido, ¿cuál ha sido la importancia de la Nacional en la vida del país?

I.M.:La Universidad ha contribuido en todas las áreas del conocimiento. En jurisprudencia, la Nacional formó grandes personajes como Carlos Lleras Restrepo; aquí estudió Derecho Gabriel García Márquez, una carrera que se truncó en el Bogotazo. Así podríamos hablar de todos los académicos, artistas, científicos que se han formado. Además, la Universidad no ha sido ajena a lo que sucede en el país. Los estudiantes se han estado manifestando contra aquellas cosas que consideran injustas o que no le hacen bien a la vida democrática del país. En temas recientes la Universidad ha tenido un protagonismo importante. Con el proceso de paz, nosotros colaboramos en coordinar todos los foros realizados y en compilar los documentos enviados a La Habana para que se estudiaran y de allí saliera el gran acuerdo.

Después de 150 años, ¿por qué la Universidad sigue siendo la mejor del país?

I.M.:Yo creo que sigue siendo la mejor del país porque se ha manejado con una gran transparencia, preservando la calidad; un ejemplo es el examen de admisión a pregrado, a lo que hay que sumarle una excelente planta docente. La interacción entre estudiantes seleccionados de manera transparente y profesores de alto nivel construye una dinámica que produce excelentes profesionales, los cuales a su vez renovaran la planta profesoral para así continuar con el ciclo.

Relacionado con este tema, un estudiante que pasa a la Nacional pero que tiene la capacidad económica para ingresar a una universidad privada de alto nivel, por lo general, siempre termina yéndose por la segunda opción. ¿Qué tiene que decirle la Nacional a ese joven para que estudie con ustedes?

I.M.:Le voy a cambiar el sentido de la pregunta. Nosotros tenemos en este momento una demanda muy grande de cupos. El año pasado se presentaron 120.000 jóvenes, de los cuales solo ingresaron unos 11.000, entonces la Universidad no acude a ese tipo de publicidad. En pregrado la demanda es tan alta que tenemos que rechazar estudiantes que serían muy buenos. Haciendo esa salvedad, me queda decir que formarse acá es una experiencia única, entre otras cosas porque la Nacional es la única institución de educación superior de carácter nacional y la más incluyente del país. Aquí se forman profesionales provenientes de las poblaciones más vulnerables, pero también se gradúa cerca del 40 por ciento de los doctores de Colombia.

Pero esa diversidad e inclusión se debe a las sedes que tienen en todo el país…

I.M.:No necesariamente, nuestro carácter nacional no es por las sedes que tenemos. Nosotros no somos como el Ejército que necesita de una presencia en todo el territorio colombiano para ser nacional. El siguiente dato es bastante diciente para explicar lo que quiero decir: en los últimos 5 años solo 90 municipios del país no han tenido aspirantes a la Nacional. Esto muestra nuestro carácter nacional, no hay ninguna otra institución con esa característica, donde existan jóvenes de más de 1.000 municipios que intenten ingresar acá.

Si la Nacional es una de las mejores del país, tiene credibilidad académica y científica, es transparente, ¿por qué todavía parte de la opinión pública sigue teniendo una serie de prejuicios frente a ella?

I.M.:Hemos logrado cambiar esa imagen. En los últimos años no hemos vuelto a tener hechos de violencia que merezcan ser registrados en los medios de comunicación. Yo creo que ese es más bien un prejuicio que persiste en muchas personas. Cuando yo publico algo en redes sociales algunos me responden con fotos viejas de hechos violentos. Para seguir combatiendo eso debemos abrir la Nacional a la opinión pública, que deje de ser el secreto mejor guardado del país y empiece a mostrar su verdadera capacidad, sus logros y, sobre todo, esas cosas que puede hacer para el futuro del país. Por otro lado, el proceso de paz ha ayudado a cambiar la imagen de la Nacional, porque nosotros también fuimos víctimas del conflicto, de los grupos alzados en armas que quisieron poner la vida universitaria al servicio de sus intereses y que en muchas ocasiones alteraron las actividades académicas.

Ya que hablamos de proceso de paz, ¿cuál fue el papel que tuvo la Universidad en la negociación con las Farc y cuál es el papel que tendrá en el posconflicto?

I.M.:Gracias a la confianza que generó tanto en el gobierno como en la guerrilla, la Nacional, junto con Naciones Unidas, fue llamada a coordinar siete foros para estudiar los temas esenciales en los acuerdos. Además, creamos un centro de pensamiento para seguir esos diálogos que espera prestar sus mejores servicios en el posconflicto. Por otro lado, en el futuro nuestra principal función va a ser la de siempre: educar. Nosotros creemos que es a través de la educación como se van a generar las nuevas garantías para la equidad y la igualdad.

Viendo lo que ha pasado en los últimos años, ¿está en peligro la educación pública?

I.M.:Yo creo que lo que sucedió con la educación media pública no puede ocurrir en la educación superior pública. Me refiero a que en los privados no pueden ofrecer mejor educación que el Estado. En ese sentido, el próximo gobierno va a tener que tomar decisiones en materia de financiación y tiene que revisar la política de subsidio a la demanda para que las universidades públicas sean igual de competitivas con las privadas. Pero aquí lo importante es que el gobierno, sea quien sea, debe entender que si el país renuncia a unas instituciones públicas de educación de calidad, está renunciando a la esencia misma del Estado.

Ya que toca el tema de la financiación, ¿cómo está la Universidad en ese aspecto? ¿Cuánto de su presupuesto es dado por el Estado y cuánto es de autogestión?

I.M.:Hoy tenemos que generar una parte de importante de los recursos para poder sobrevivir y en mi opinión eso no debería ser así, la financiación en su totalidad debería ser estatal. Someter a las universidades a la búsqueda de recursos propios por medio de contratos de asesoría o de interventorías genera un desgaste y en ocasiones causa que las instituciones se desvíen de sus principales objetivos.

¿Qué piensan hacer con los recursos provenientes del impuesto de timbre a los contratistas del Estado, comúnmente conocido como la estampilla?

I.M.:Hay que recordar que ese tributo es solo para la sede de Bogotá y se destinarán para terminar de recuperar la infraestructura que tiene la sede de Bogotá.

¿Para usted que significa ser el rector de la celebración del sesquicentenario?

I.M.:Me siento muy honrado porque he podido participar en la organización de eventos muy importantes que no se van a ver en los próximos años. Mi gestión en estos años también ha sido acorde para conmemorar esta fecha; con mi equipo de trabajo nos hemos preocupado por recuperar la infraestructura, abrimos el hospital universitario, hemos abierto nuevos programas de pregrado, como Ciencias de la Computación, y de doctorado.

¿Qué hay para el futuro? ¿Cuáles son los planes a mediano y largo plazo?

I.M.:Hay proyectos que sin importar quien sea el próximo rector van a continuar, como por ejemplo la sede nueva de La Paz en Valledupar o la segunda fase del hospital universitario. Por otra parte, logramos establecer que el 25 por ciento del presupuesto de la Universidad se destine a investigación, y creo que eso no se va a modificar porque es un objetivo fundamental para la Nacional. Así mismo considero que los programas de admisión especial se fortalecerán.

¿Hay algo que la Universidad deba mejorar?

I.M.:Muchas cosas. La primordial, su financiación. Yo creo que eso es fundamental para aumentar la cobertura, un tema que en este momento esta en discusión por parte del gobierno nacional. Pero nosotros tenemos que ser responsables y no podemos ampliar el cupo de estudiantes si no aseguramos la calidad. Y eso solo se logra con mayores recursos.

Volviendo al sesquicentenario, ¿qué tiene preparado para el 22 de septiembre, el día de la celebración?

I.M.:Va a ver una importante agenda académica, que incluye un foro con por lo menos 50 rectores latinoamericanos, entre ellos el rector de la Unam de México y de la Universidad de Chile. En la tarde tendremos la presencia del expresidente Correa del Ecuador, que dictará una conferencia sobre la transformación de la educación superior en ese país. En la noche, en el Museo Nacional, tenemos el acto central de la celebración y el lanzamiento de la colección de libros que recoge la historia de los 150 años de la Nacional; son 12 volúmenes en los que escribieron 168 autores. Esperamos que esa noche nos acompañe el presidente Juan Manuel Santos.

¿Cuál es el mensaje que usted les enviaría a los colombianos sobre la Universidad en este sesquicentenario?

I.M.:Que reconozcan y se apropien de la Universidad, que la sientan como un patrimonio de todos y no de unos cuantos. En la medida en que la sociedad sienta como propia a la Nacional, podrá sobrevivir otros 150 años siendo el faro de la educación superior. Creo que en la medida que tengamos instituciones sólidas de educación pública no vamos a tener que resolver los conflictos por la fuerza o con la violencia, por eso es importante que la Nacional siga cumpliendo su labor educadora.

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    Foto: Universidad Nacional

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