Mejora el paso El Fondo Adaptación le cambia la cara al Canal del Dique. La clave son las esclusas, que controlarán los caudales y reducirán las afectaciones medioambientales y las inundaciones que arrasan las poblaciones vecinas en época de lluvias. 93 De 1984 provienen las últimas rectificaciones y ampliaciones en el Canal del Dique. Desde entonces, en esta vía acuática entre el río Magdalena y la bahía de Cartagena, se han presentado daños ambientales por las 8 millones de toneladas de sedimentos que transporta a su área cada año. Por eso, el Fondo Adaptación lidera el Plan de Manejo Hidrosedi-mentológico y Ambiental del Sistema del Canal del Dique, proyecto que busca restaurar ecosistemas degrada-dos al planificar el recurso hídrico a largo plazo. El Ministerio de Hacienda creó el Fondo Adaptación ante la ola invernal de 2010, que dejó 4 millo-nes de damnificados. Con la entidad, el gobierno busca adaptar al país a los cambios climáticos por medio de proyectos a largo plazo. Por eso, en 2011 Cormagdalena postuló al fondo para realizar obras de regulación de caudales, control de inundaciones, evitar el ingreso de sedimentos y lograr una recuperación ambiental en el canal. Todo esto para prevenir y con-trolar daños como los causados por el invierno en el Canal del Dique, cuando los niveles del agua, al crecer, rompieron uno de sus tramos entre Calamar y Villa Rosa, e inundaron el sur de Atlántico y municipios de Bolí-var y Sucre, departamentos que com-ponen los 4.542 kilómetros cuadrados de su cuenca hidrográfica. En total, el canal tuvo un área afectada de 5.400 hectáreas, que se sumaron al daño de los sedimentos del río, que afectaba los corales de las Islas del Rosario, causan detrimento en la bahía y deterioran los manglares. Adicionalmente, algunos habi-tantes tampoco ayudan con su falta de cuidado. “Así construyamos todas las protecciones del canal, si la gente mete tubos artesanales, como sucedió hace cuatro años, si chuzamos el dique y le metemos tubos para sacar agua de un lado y llevarla a otro, ponemos en riesgo a toda la población. Precisamente, las obras del Canal del Dique sirven para adaptar la vida dentro del canal, recu-perar las ciénagas, y recuperar lo que hemos perdido”, explica Iván Mustafá, gerente del Fondo Adaptación. ASÍ SE TRANSFORMARÁ El proyecto de recuperación tiene cua-tro etapas. La primera consiste en la estructuración y gestión y la segunda en los estudios y diseños, que a pesar de ser un proceso complejo debido a que se necesita mínimo un año para analizar un ciclo hidrológico completo, es la más avanzada, con un 93 por ciento de ejecución. La tercera tiene que ver con las obras preventivas, y la cuarta con las obras de las compuertas y esclusas en el desborde del río, en Calamar y en la desembocadura en el mar, en Puerto Badel. la hidroeléctrica más grande sobre el río Magdalena es Betania, ubicada en Huila. “Por medio de las esclusas se controlará el Canal del Dique y sus niveles de agua. Mientras eso llega, haremos todas las obras paralelas, que tienen que ver con taponar los boquetes y los tubos y evitar que los repitan”, dice Eduardo Verano, gobernador de Atlántico. Con una inversión de 1,7 billo-nes de pesos se prevé que las obras recuperen el canal a largo plazo. En 30 años se estima que la carga anual llegue a los 11,2 millones de tone-ladas en el escenario de captación más baja, al superar los 4 millones de hoy y mejorar la navegabilidad. “Hoy movemos el 1 por ciento de la carga del país por el río. Es más cos-toso enviar un contenedor de Bogotá a Cartagena por el río, que de Car-tagena a un puerto de Hamburgo o de Róterdam”, revela Fortunato Carvajal, director de la consultoría del proyecto. Otros beneficios tienen que ver con que a la entrada será posible con-trolar el caudal al manejar los niveles del agua y los sedimentos del río al canal se reducirán de 8 a 3,8 millones de toneladas. Así se evitará que la cuña salina llegue a la ciénaga Juan Gómez, que provee de agua al acue-ducto de Cartagena. IMPACTO TOTAL El impacto de este proyecto va más allá de la parte ambiental y la navega-bilidad. Las poblaciones de 20 munici-pios de tres departamentos que se ubi-can en la subregión del canal tendrán grandes cambios y por eso los habitan-tes se han involucrado en el proceso de reestructuración a través de talleres, foros y conversatorios. “Queremos generarle más riqueza y oportunidades a la gente que vive en el canal, recuperar las ciénagas, la pesca y la siembra, limitadas hoy por la falta de agua”. RÍO ABAJO: BAJO MAGDALENA
ESPECIAL RIO MAGDALENA
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