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SUECIA

que inventó la escala termométrica), para sacar la le-che descremada (el proceso de separar la crema de la leche fue inventado por Gustaf de Laval a finales del siglo XIX) que viene empaquetada en Tetra Pak (los famosos envases de cartón creados en 1944 por Erik Wallenberg y Ruben Rausing) y agregársela a nuestro cereal que, milagrosamente, no fue inventado por los suecos. Al menos que yo sepa. Desde el siglo XVIII los inventores suecos han al-terado el progreso tecnológico de manera sustancial, ya sea en la ropa que vestimos (la cremallera), la mi-nería (la dinamita, creada por Nobel), las telecomuni-caciones (la bocina del teléfono, la central telefónica, Skype), la medicina (el marcapasos; la diálisis; el escal-pelo gamma, que remueve tumores cerebrales sin de-rramar sangre; el rastreador de VIH, que monitorea el progreso del virus de sida en el cuerpo; el ultrasonido que vigila nuestro corazón y el desarrollo de los fetos), el diseño industrial (la ‘llave inglesa’, que de inglesa no tiene nada; las hélices de los barcos, los motores turbo; las aspiradoras Electro-lux; la cámara Hasselblad que fotografió la luna; las pantallas planas de televisores y compu-tadores; el revólver, inventado por un pastor protestante; o el papel de esta revista, cocido y blanqueado con un méto-do creado por Johan Richter en 1930). Los suecos incluso ayudaron a crear los carros de juguete de mi infancia con la invención de la balinera; a guiar los carros de verdad por el laberinto de nuestras ciuda-des modernas con el GPS, y a no matarnos en ellos con el cinturón de seguridad. Gracias al espíritu pionero de varios inventores, Suecia pasó, en apenas unas décadas, de ser una sociedad pobre y agraria a una altamente industrializada. Pero, ¿por qué han estado los suecos en la vanguar-dia de la tecnología desde hace al menos 200 años? En el siglo XIX, Suecia pasó de ser una sociedad pobre y agraria a una altamente industrializada en apenas unas pocas décadas, gracias en gran parte al es-píritu pionero de decenas de inventores. Sin embargo, hay quienes creen que no fue el impulso individualista sino la idea del bien común, inculcada desde la infan-cia, la que fomentó y sigue impulsando la creatividad en Suecia. En 1933, el escritor noruego-danés Aksel Sande-mose escribió la novela Un refugiado sobre sus límites, en la que postula la Ley de Jante (Jantelagen), expresada en diez mandamientos seculares que dan prioridad a la colectividad sobre el individuo, rechazan las jerarquías y celebran la modestia. Estas ideas se expandieron rá-pidamente por los países nórdicos, incluida Suecia y, combinadas con la ancestral austeridad luterana, aún colorean su idiosincrasia. Es en parte esta filosofía –y el hecho de que el país sea una sociedad secular, urba-na y dispuesta a adoptar de inmediato nuevas tecnolo-gías– la que todavía guía las políticas gubernamentales que ayudan a que prospere el espíritu de innovación. De hecho, el gobierno ha invertido en una serie de iniciativas que impulsan la creatividad desde una tem-prana edad y que, sin duda, han ayudado a que Suecia se convierta, per cápita, en el segundo núcleo tecnoló-gico más prolífico del mundo. Finn upp, por ejemplo, combina la educación basa-da en la invención con un premio al mejor invento para niños entre los 6 y 9 años. Ung Företagsamhet (Jó-venes Empresarios) es una organización sin ánimo de lucro que brinda la oportunidad a los adolescentes de administrar su propia compañía durante sus estudios de secundaria. Snilleblixtarna (Chispas de Genio) bus-ca estimular la curiosidad tecnológica de los niños y su capacidad para pensar de manera crítica. Con ese tipo de estímulo no es sor-prendente que los suecos hayan inventado Skype, Spotify y uTorrent, o que la inver-sión en biotecnología –que es un campo particularmente pujante– haya permitido el desarrollo de Genotropin, una hormona para el crecimiento, medicinas para el asma como Bricanil y Pulmicort, o Losec, la dro-ga para la úlcera estomacal que ha revolu-cionado el tratamiento de esa enfermedad. Pero el trabajo más importante que Sue-cia está desarrollando ahora, es el relacio-nado con el cuidado del medioambiente y el control del cambio climático. Por ejemplo, aunque parezca mentira, Suecia importa 800.000 toneladas anuales de… basura. So-bra decir que esto no es tan excéntrico como suena, sino parte de un ambicioso proyecto para aprovechar al máximo la energía renovable y así poder dejar de depender del petróleo y sus derivados en 2020. La otra gran aventura ambiental sueca es ‘la ciu-dad sostenible’ y los progresos en ese campo han sido prodigiosos. Por ejemplo, desde los años noventa, Go-temburgo usa un sistema centralizado de calefacción que recicla la energía de las plantas industriales y que recorre 1.200 kilómetros y calienta 90 por ciento de los edificios residenciales y 12.000 casas particulares. El sistema se ha extendido a toda Suecia y el 80 por ciento de la calefacción y el agua caliente del país fun-ciona de esa manera, lo que reduce la emisión de gases y el efecto invernadero de manera sustancial. El puer-to de Malmö combina arquitectura moderna con eco-logía sostenible y es el primer vecindario europeo que 17 IntroduccIón


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