Crónica: Paula Doria
Fotos: Juan Carlos Sierra
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Claudia López mira por la ventana de la camioneta blindada. Pasa su mano por su cabello negro, cada vez más cubierto de hilos plateados. Ahora que las calles de Bogotá están vacías por la cuarentena, se mueve en cuestión de minutos de una localidad a otra. Hace unas semanas eso le tomaría horas. “Mira TransMilenio tan vacío. Qué maravilla”, dice. Después responde a la pregunta sobre qué es lo que más le preocupa de la crisis del coronavirus en Bogotá: “Lo que realmente me angustia es pensar que, cuando se levante la cuarentena, el 27 de abril, va a haber personas de unos 50 años, con hijos chiquitos, que van a ir a trabajar, se van a contagiar y van a dejar a sus niños huérfanos”.
Esta idea la acompaña a lo largo del día. En un momento sus ojos se vuelven cristalinos y al frente de sus técnicos médicos se asoman unas lágrimas. “Si en Nueva York, la capital del mundo, están enterrando a la gente en fosas comunes en los parques porque allí no se guardaron en sus casas, ¿qué es lo que le espera a Bogotá si la gente empieza a salir masivamente?”, se pregunta. Ellos le responden que si llega a ocurrir en Bogotá, hay que pensar también cómo será en las regiones más apartadas del país, donde el Estado no ha podido llegar. “Y si se quieren morir, pues hasta para morir hay un límite. Bogotá solo puede cremar a 172 personas diarias y guardar a 300”, agrega Claudia.
Pese a los cambios que ha significado la pandemia Claudia dice que prefiere la Alcaldía que el Congreso, “donde se pierde mucho tiempo”.
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La alcaldesa inicia su día hacia las 5:30 de la mañana. Se toma una café. Luego medita, lo hace todos los días al menos media hora. Su agenda en este día arranca a las 8:00 a.m. “En las mañanas soy sub secretaria de Salud y en la tarde, de Integración”, cuenta, entre risas. En el día visitará TransMilenio, el hospital de Fontibón y el Centro Regulador de Urgencias y Emergencias (Crue). Además, le hará seguimiento a la entrega de mercados y a lo que sucede con los giros bancarios. Y en sus “ratos libres”, si es que los hay, se preocupará por los problemas que estallarán en Twitter.
Y es que los escándalos en esta red social no son menores. Esta semana hubo uno por el supuesto arrendamiento de 11.000 millones de pesos que se le iba a pagar a Corferias para el hospital temporal que se levanta en el recinto ferial. Se trataba de una propuesta inicial de Corferías pero nunca se concretó. “No había la más mínima posibilidad que yo les pagara un peso por arriendo”, contó Claudia. También volvieron las críticas por no haber usado el complejo San Juan de Dios. SEMANA estuvo en otras oportunidades en esas instalaciones y comprobó que aún no es viable instalar un hospital en ese lugar ni camas con unidades de cuidados intensivos.
Más tarde, la alcaldesa estará maniobrando la ola de críticas y las imágenes desgarradoras de las protestas en Ciudad Bolívar, por la falta de alimentos y el enfrentamiento de algunos ciudadanos con el Esmad. Muchos ciudadanos aseguraron que estaban protestando pacíficamente y que fueron dispersados por la Policía sin piedad.
Claudia López explica que la Policía llegó para evitar el saqueo de un supermercado, de propiedad de una señora de la localidad, y asegura que las protestas se manejaron con gestores de convivencia. “A la necesidad van las ayudas, y al atraco la Policía”. Y sobre las críticas por los contratos, ha dicho que todos son públicos.
Pocos días después el Distrito encontró que en efecto en esos enfrentamientos dos personas resultaron heridas por agentes de la Policía, uno de ellos con pronóstico reservado. Además, las autoridades, le abrieron una investigación al uniformado que afectó a los ciudadanos por un posible uso desmedido de la fuerza.
Algo por lo que ha estado estresada son las demoras que han tenido con los giros y la repartición de los mercados a las 500.000 familias más necesitadas.
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— ¿Por qué le importa tanto lo que pasa en Twitter?
— Porque lo que pasa en Twitter no se queda Twitter... Lo de Corferias que era falso salió a los minutos en muchos medios...
Detrás de muchas de estas críticas está el senador Gustavo Petro, quien reporta a través de sus redes sociales lo que considera no va bien en la ciudad. Eso era previsible desde que Claudia y Petro se distanciaron en medio de la campaña a la Alcaldía porque la entonces candidata anunció que le daría vía libre al metro elevado, si lo encontraba contratado, tal como ocurrió. Pero lo que no se esperaba era que el líder de la Colombia Humana se convirtiera en su contradictor número uno, por encima de los los opositores del uribismo y el Centro Democrático.
Esta semana Petro la calificó de “irresponsable” y de “tirana” por “responder con gases lacrimógenos a la gente con hambre” de Ciudad Bolívar. Cuando ella dio sus explicaciones, le dijo que era “una mentirosa”. Sin embargo, Claudia López tiene hoy un 80 por ciento de popularidad, según las encuestas, una cifra casi imposible de alcanzar en una ciudad como Bogotá. Su gestión es aplaudida desde varios sectores. En Twitter ya le dicen “Mi presidenta”. Ella dice que no se lanzaría a la carrera por la Casa de Nariño. Pero hay otros que no dudan del papel que podría desempeñar a nivel nacional, si continúan los buenos resultados como hasta ahora en la Alcaldía.
La alcaldesa trata de evitar responderle a Petro, un antiguo aliado y amigo, a quien apoyó en segunda vuelta en la campaña presidencial. En una rueda de prensa le pide disculpas a los ciudadanos de Ciudad Bolívar y de otras localidades, a las que no les han llegado los giros bancarios o los mercados. La demora, explica, es porque los entes de control ordenaron frenar las transferencias por los posibles casos de corrupción que habría con las ayudas del Gobierno Nacional, a través del programa Ingreso Solidario. Cosa que estas entidades después desmintieron. También porque había que verificar que las personas a las que se les daba el mercado pertenecieran a esos 100 barrios más pobres de la ciudad que posiblemente no están en el Sisben y que los giros llegaran también a esas poblaciones más necesitadas.
“El problema ya no son los mercados porque hay — dice Claudia— el lío es ir a entregarlos. Y en cuanto a los giros, el problema no es la plata, es que hay unas personas bancarizadas y otras que no lo están”, agrega.
— “Me angustia es pensar en que cuando se levante la cuarentena, personas de unos 50 años, van a ir a trabajar, se van a contagiar y van a dejar a sus niños huérfanos”.
Claudia López, alcaldesa de Bogotá
“Mi equipo me da tranquilidad”, cuenta. A algunos se dirige con cariño y confianza: “¿Qué más te resuelvo, mi corazón?”, le dice a Xinia Navarro, secretaria de Integración Social. Esta última relata que ha sido un reto establecer ese listado propio de los 100 barrios más pobres y negociar los precios de los mercados porque después hay críticas y dicen que “en la tienda de la esquina están más baratos”.
“¿Cómo vas, mi príncipe?”, le pregunta a Vladimir Rodríguez, el Alto Consejero para las Víctimas, quien ha estado entregando también mercados por esa población. Pero durante la jornada también se le escuchó a la mandataria decir frases con impaciencia como “esa cifra es la que se debería saber de memoria”; “llevo una semana pidiendo esa tabla, ¿por qué no está lista?”; “si crees que hemos avanzado muy rápido, dile eso a la gente que tiene hambre”; y “la burocracia es el arte de hacer difícil lo fácil”.
La meta es llegar a 500.000 familias con transferencias monetarias, pero se han retrasado. Además, repartir 120.000 mercados con la Cruz Roja en los 100 barrios más pobres de Bogotá y a personas que posiblemente no están en el Sisben.
— Algunos le critican que el mensaje de la transferencia llega con su nombre...
— Pero no por vanidad. Hace unos días mandamos el mensaje sin mi nombre para dar los mercados y la gente no creía que era verdad. Entonces no hacían el proceso de dar sus datos personales para recibir la plata. Increíble.
Claudia habla con su madre. Una de las cosas que más le duele a la alcaldesa es no poder verla.
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En su visita a TransMilenio, Claudia y sus técnicos hablan sobre cómo podría operar el sistema una vez se levante la cuarentena para algunos sectores. Dicen que contratarán a más gente para redoblar los controles y por ningún motivo se puede operar a más del 35 por ciento para evitar los contagios. Deberán llevar guantes y tapabocas y definitivamente TransMilenio no volverá a ser masivo, al menos por un año y medio.
Por esa misma razón, las obras más importantes que se avecinan no serán las que servirán para descongestionar las entradas y salidas de Bogotá. Los esfuerzos se centrarán en la ampliación de la red de ciclorrutas para que las personas puedan viajar en bicicleta, el medio más seguro contra la pandemia.
En salud ya está casi listo el hospital de Corferias con 2.000 camas para pacientes que no tengan cuadros clínicos graves. Además se compraron 300.000 pruebas, los uniformes antifluidos y se destinaron los hospitales Simón Bolívar (norte), Santa Clara (centro), Tunal (sur) y Fontibón (suroccidente) para atender a los pacientes con covid-19 y así reducir el riesgo.
Al principio de la crisis había 300 camas disponibles con unidades de cuidados intensivos. Hoy hay casi 600, pero la meta es llegar a 2.000. Si se supera el 70 por ciento de ocupación, Claudia volverá a declarar cuarentena. Otras alternativas serán acordonar zonas que se conviertan en focos de contagio, como probablemente sucederá con la amplia localidad de Kennedy, en el suroccidente de Bogotá.
— “Si en Nueva York, la capital del mundo, están enterrando a la gente en fosas comunes en los parques porque no se guardaron en sus casas, ¿qué le espera a Bogotá?”.
Claudia López, alcaldesa de Bogotá
Como le pasó a todo el mundo, desde la aparición del coronavirus, los planes de Claudia López cambiaron por completo. Estaba preparada para hacer obras, inciar el metro, renovar la flota de TransMilenio, terminar de construir colegios, seguir adelante con la Universidad Distrital. Hoy el primer plan que está cumpliendo es el del llamado “contrato social”, que consiste en que todos los ciudadanos tengan lo mínimo que se requiere para poder vivir. Ahora, como nunca antes, es importante que todos tengan techo, comida, salud y acceso a una educación, que tendrá que ser virtual, y oportunidades de empleo, que también tendrán que ser a distancia.
Claudia cuenta que su vida personal ha cambiado por completo, pero afirma que no se compara con lo que realmente están afrontando miles de familias. Eso sin que le deje de doler no poder ver a su mamá, quien todos los días le pregunta si irá a almorzar. Extraña ir a las montañas, pasear más con su perro Lucky. Y el sueño de tener este año un bebé con su esposa, la senadora Angélica Lozano, ha quedado aplazado, por supuesto.
Los domingos, aunque no se desconecta, trata de descansar. “Si Dios pudo, ¿por qué yo no voy a poder?”. En estos domingos de cuarentena ha visto algunas películas y series de Netflix: “The English Game”, “Unorthodox” y “Madame CJ Walker”, la primera mujer negra en ser millonaria en Estados Unidos en 1911. Y de libros terminó “Homosapiens”, y “Hatshepsut, la gran reina de Egipto”, quien derrotó a los hombres que no la querían ver en el trono. También está leyendo sobre las mujeres colombianas que han cambiado la historia.
Entre semana no tiene problema con trabajar más horas de lo normal. “El problema es la angustia”, dice.
Pero cuando llega a su casa, a eso de las 8:00 de la noche, intenta desconectarse. La espera su esposa, quien ahora legisla de forma virtual. “Vida mía, siéntate a mi lado”, le dice a su esposa.
Claudia se acuesta en una hamaca naranja que le regalaron por su matrimonio. “Los regalos eran tan lindos que tuvimos que remodelar la casa para que no chillaran”, dice Angélica, entre risas mientras le acaricia el pelo a Claudia.
“Ya parecemos una pareja tradicional. Ella sale todos los días y yo me quedo en la casa”, dice su esposa, la senadora Angélica Lozano.
“Yo soy la encargada del bienestar de Claudia”, cuenta la senadora de la Alianza Verde, y lamenta que se vean solo los fines de semana: “Ella llega y al rato se queda profunda. Ya parecemos una pareja tradicional. Ella sale todos los días y yo me quedo en la casa”.
Claudia celebra que la cuarentena ha servido para que Angélica, quien “tenía habilidades culinarias en cero”, prepare ahora platos en el horno. Esta noche hay pizza de queso, champiñones y albahaca, (esta vez pidió domicilio). Angélica le confiesa que se preocupa mucho, no tanto por el contagio, sino por la envidia, las fakenews y la mala leche.
Se reparten el oficio los fines de semana. “Yo como soy la mayor de seis hermanos no tengo lío con eso. En dos horas arregló la casa y tengo listo el almuerzo”, cuenta Claudia. Angélica, en cambio, ha tenido que llamar a la señora del aseo para que le explique cómo funciona la lavadora.
— Alcaldesa, ¿extraña el Congreso?
— No soporto perder el tiempo. No soporto la falta de rigor y eso sobra en el Congreso. Esos cuatro años fueron para mí como el servicio militar. Prefiero la Alcaldía con todo y pandemia porque siempre se está haciendo algo.
A Claudia le desesperó que el Congreso, después de tres meses de vacaciones, se demorara en iniciar actividades virtuales. Por eso los invitó a donar su salario para la pandemia. Y retó a su esposa a ser de las primeras en la donación. Angélica así lo hizo.
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Claudia López y Angélica Lozano se casaron en diciembre pasado. La alcaldesa asegura que su esposa es su mayor aliciente en medio de la crisis por coronavirus.
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Sentada en su hamaca, Claudia suspira. “Voy a publicar toda la información sobre lo que va a pasar cuando la gente empiece a salir a la calle. Los escenarios más conservadores nos dicen que eso se va a disparar. Pero quizá si todos los ciudadanos compartimos la angustia, se quedarán en sus casas”.
Asegura que esta emergencia sanitaria no se va a resolver en menos de un año y medio. Pero la crisis económica, las quiebras y la estrechez no le preocupa tanto como ver morir a la gente.
Con algunos bostezos y los ojos suplicantes de sueño, Claudia se despide diciendo: “Hubo gente que se encerró cinco años y se dedicó a comer ratas para sobrevivir en el Holocausto... Esta crisis va a pasar en menos tiempo. Vamos a perder los ahorros, vamos a perder la peluquería, la miscelánea, todos vamos a estar muy apretados. Será un año muy difícil. Pero hay que poner en la balanza qué vale más: ¿la vida?, ¿dejar a mis hijos huérfanos?, ¿o perder un año y medio de trabajo?”.
*SEMANA acompañó a la alcaldesa el día miércoles 15 de abril de 2020.
La alcaldesa espera que los ciudadanos entiendan que el peligro del contagio no va a desaparecer hasta dentro de un año y medio.
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