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ENRIQUE ORLANDO MARTÍNEZ

EL CÓNSUL CHAVISTA

Enrique Martínez representa con fidelidad lo que es un funcionario público del bolivarianismo venezolano del siglo XXI. 

HERNANDO CELIS

De empresario a diplomático

Su pasado negociante le ha servido a Hernando Celis para manejar las relaciones entre el chavismo y la oposición.

 

El consulado de Venezuela en Puerto Carreño no podría ser más patriota. Los muros de fachada de la casa, ubicada sobre una concurrida calle comercial de la ciudad, están pintados en amarillo, azul y rojo, y en algunas paredes, dibujaron las estrellas blancas que diferencian a la bandera venezolana de la colombiana.

 

Todas las funcionarias que trabajan allí están uniformadas con una camisa beige, tipo militar. Y al fondo, en la pared, está colgada la foto del fallecido comandante-presidente, Hugo Chávez Frías, atravesada por una cinta morada, QEPD. Detrás de esa pared, el cónsul Enrique Orlando Martínez, atiende a una de las pocas venezolanas que viven del lado colombiano. La está tratando de convencer de que se case, así como el presidente Nicolás Maduro formalizó en días pasados su unión de hecho con Cilia Flores “la primera combatiente” de la nación.

 

El coronel Martínez es fiel admirador de Chávez, con quien dice, estuvo hombro a hombro en el Ejército porque fueron compañeros de promoción. Risueño y dicharachero, habla duro, no sólo por ser militar, sino porque, según se aprecia por los audífonos en sus oídos, tiene problemas de audición. Como buen chavista, es seguidor del libertador Simón Bolívar, de quien tiene varios cuadros y una estatuilla en su oficina. Recita uno de sus discursos y habla de él como el gran padre fundador de las dos naciones, Colombia y Venezuela.

 

Martínez lleva más de 5 años en función diplomática en la frontera, y antes de que Chávez muriera, le dijo que quería seguir en la carrera, pero en otro lugar, menos “inhóspito”. Además, son muy pocos los venezolanos que atiende en el consulado, la mayoría son colombianos que tramitan permisos fronterizos o de tránsito. Dice que expide unos 60 diarios y aprovecha la ocasión para quejarse de que las autoridades colombianas molestan a los venezolanos porque les da tratamiento de “extranjeros”, cuando se supone que son “como hermanos”.

 

Al preguntarle por la situación de seguridad, la presencia de cultivos ilícitos y de grupos armados irregulares en la zona, dice que, al momento, sólo hay 4 venezolanos detenidos en Colombia por traficar droga, mientras que hay muchos más colombianos presos por lo mismo en Venezuela. Comenta que en el Vichada han crecido los cultivos de coca, pero hay pocos decomisos.

 

Señala al ex presidente colombiano, Álvaro Uribe, de haber hecho acusaciones sin fundamento sobre la presencia de la guerrilla del lado venezolano. Mucho menos cree en las denuncias hechas por la oposición, en especial por el gobernador de Amazonas, Liborio Guarulla, a quien tilda de traidor, y de quien dice que, poco a poco, “le hemos ido cortando las alas”. Al hablar de política interna en su país, Martínez se envalentona y deja de lado la diplomacia. Se refiere al líder de la oposición venezolana, Henrique Capriles, como “la flaca”, pero confiesa, al final de la entrevista, que así como él es chavista hasta el tuétano, tiene un hijo que es opositor acérrimo. 

 

 

Hernando Celis es un hombre de frontera y no por ser el cónsul colombiano en Puerto Ayacucho. Oriundo de Cúcuta, Norte de Santander, antes de ser diplomático, Celis era un empresario que exportaba a Venezuela y sabe cómo es, o quizás como era, la dinámica comercial entre los dos países hace unos años. Ahora, desde su oficina en el consulado, decorada austeramente con una bandera colombiana y otra venezolana, Celis negocia, de saco y corbata, unos asuntos muy distintos.

 

Por el teléfono se entera de que a un colombiano, con papeles, lo está molestando la Guardia Nacional en un punto de control. Pide que le pasen al guardia, se identifica como el cónsul colombiano y le pide su colaboración para que deje tranquilo al señor. Hace unos días le notificaron que el Ejército venezolano hizo una operación contra la minería ilegal, más al sur, en la que capturaron a 20 colombianos. Los han recluido en la cárcel en Puerto Ayacucho, y con ellos, ya suman 56 los nacionales presos. En San Fernando de Atabapo, no tan lejos de allí, están presos otros 34 compatriotas. A veces llegan sin ropa, sin zapatos, con hambre y el consulado no tiene recursos para ayudarles a todos. Tampoco tiene como ayudarles a costear una pieza donde dormir si quedan libres, pero tienen que cumplir una citación o audiencia ante las autoridades. Algunos de los detenidos son indígenas, otros son de la región, pero también hay gente del Eje Cafetero que ha llegado hasta el Amazonas venezolano esperando encontrar oro o coltán.

 

Aparte de velar por la situación de los presos y los 20 mil colombianos, que se calcula viven en Puerto Ayacucho de manera legal o ilegal, a Celis le toca hacer malabarismo político para relacionarse al mismo tiempo con el chavismo y la oposición. El gobernador del estado Amazonas es opositor, pero el alcalde de la ciudad, y la mayoría de las demás autoridades, son oficialistas. En un ambiente tan políticamente polarizado, en algunas ocasiones le han reclamado que tenga relaciones con ambos bandos.

 

El último de esos episodios que causaron malestar local fue porque parte de la comitiva presidencial colombiana, que viajó a Puerto Ayacucho para preparar la visita de Santos, se hospedó en un hotel de la ciudad, considerado de oposición. Celis, como negociante y diplomático que es, manejó el asunto y no trascendió pero es incómodo para él, que como representante de otro país, intenten meterlo en el pulso político venezolano. "Al cónsul no lo pueden etiquetar", dice.