Allí donde desemboca el Río Meta en el Orinoco es donde está Puerto Carreño. Navegando por el río se ve el puerto, o mejor dicho, una alta antena de comunicaciones sobre una gran roca redonda y gris clara. En la punta hondea también una bandera colombiana, pero solo desde el pasado 20 de julio. No la habían vuelto a izar desde que Ernesto Samper era presidente, a pesar de que al lugar se le conoce como el Cerro de la Bandera. 

 

Esto año lo hicieron porque además, el actual presidente, Juan Manuel Santos visitaría la ciudad a los pocos días. No estuvo sino unas horas, hecho que algunos pobladores resintieron, e inevitablemente lo compararon con su antecesor, Álvaro Uribe, a quien, dicen, sí le interesaba la región. En Puerto Carreño hay versiones que la familia Uribe ha adquirido fincas en la zona, que está viviendo un boom de compra y de venta tierras. Esperan que ese boom de petróleo y de tierras le traiga más progreso y trabajo a los que viven en “Carreño”.

 

Así, sin el “Puerto” por delante, le dicen a la ciudad algunos lugareños. Pero a la aldea que fue a principios del siglo pasado le decían “El Picacho”. Según la historia oficial de la ciudad, le cambiaron el nombre en 1930 en honor al ministro de gobierno de entonces, Pedro María Carreño, y establecieron que la ciudad sería la capital de la comisaría especial del Vichada. Sólo hasta 1991 se convirtió en departamento, y sólo hasta el 2004, la ciudad logró tener luz, gracias a un convenio de interconexión eléctrica con Venezuela. También entra mejor la señal del operador venezolano Digitel, que las de las compañías de telefonía celular que operan en Colombia.  

 

La zona que bordea el río es la que le da más vida al lugar. En el muelle principal atracan los barcos de transporte de pasajeros, las lanchas de los pescadores, los barcos de madera que acarrean víveres y gasolina, y allí están ubicados también dos grandes buques de la Armada Nacional. Antes de poder pisar tierra firme hay que pasar por el puesto de control de inmigración de la policía, y el que quiera, persignarse ante una estatua de la virgen María, que pareciera es la que cuida las rampas de ingreso a la ciudad.

 

 

Sobre la calle del puerto hay varios restaurantes, billares con música ranchera, y avisos de cambio de bolívares. Los taxis amarillos y las motos pasan a ver qué pasajeros han llegado para recoger y llevar un par de cuadras más adentro, hacia donde crece una ciudad que pareciera fue construida ayer, porque todo luce demasiado reciente. La zona del puerto fue renovada, según información que reseña la alcaldía, bajo la dirección del afamado arquitecto Rogelio Salmona, quien quizás estaría en desacuerdo con las obras que le hicieron recientemente a la plaza principal de la ciudad. 

 

Juan, quien trabaja haciendo guardia en una esquina de la plaza, frente a la gobernación, dice que cortaron dos árboles gigantes de mango que le daban sombra al lugar, y bajo los cuales la gente se acostaba a dormir siesta en el pasto. Ahora, en su lugar, echaron cemento, materas, y han puesto unas lonas que no ofrecen mucho refugio del sol y del calor. Por eso, permanece desierta. 

 

En la plaza está la iglesia, la gobernación, una agencia de viajes que vende los astronómicos tiquetes aéreos de Satena para volar hasta Bogotá, (por tierra hay dos días de camino por una carretera-trocha), un restaurante que vende almuerzos caseros, y el edificio más importante y más grande, el de la Policía Nacional. Justo en frente a la sede de la policía, está la base de la Armada, que pronto será más importante y más grande que el edificio de sus vecinos.

 

La Fuerza Naval del Oriente, que debe patrullar 5032 kilómetros navegables, de los 10032 km del río fronterizo, empezó a construir varios edificios desde noviembre del año pasado, cuando se determinó que Puerto Carreño fuera la sede de la división que opera en Vichada, Arauca, Guainía y Meta. El problema para los militares ha sido encontrar mano de obra. Dicen que los obreros de la región no duran, porque ganan más comprando gasolina al otro lado del río en Venezuela y vendiéndola en Colombia, así sea ilegal, que echando pañete. El mayor flujo de galones de contrabando se hace entre Samariapo, del lado venezolano, y el Río Tamo. Por el volumen de gasolina que entra a la región, y los pocos automóviles y motos que hay en Carreño, buena parte de los galones están siendo utilizados en otros negocios, que tampoco son legales.

 

Gasolina no es lo único que se compra en el país vecino. La comida y el licor también. Una cerveza en Carreño cuesta 2.500 pesos. La misma se consigue en Venezuela por 500. Como el bolívar está cada vez más devaluado con respecto al peso, la gente de Carreño está feliz. La DIAN ha reportado que en el último mes han aumentado las importaciones de comida y de materiales de construcción, que son bienes que escasean en Venezuela. El país vecino se queja de que el desabastecimiento es culpa del contrabando de alimentos o “bachaqueo”, como lo llaman, en las fronteras. Pero en realidad, los colombianos que están importando comida de Venezuela no están cometiendo un acto ilegal.

 

Resulta que según la legislación colombiana, no hay delito alguno en importar alimentos. La gente va y compra en Venezuela, presenta sus facturas, sus manifiestos de carga ante la DIAN, y los productos entran sin problema al país. Es más, hay incentivos para hacerlo porque Puerto Carreño es zona especial aduanera, y esos bienes no pagan aranceles. En diciembre, los dueños de los almacenes es cuando más se hacen “su agosto”. “Los venezolanos están en desventaja, porque hay un vacío jurídico y normas distintas en ambos países”, dice Yolanda Patricia Pinzón, directora de la DIAN de Carreño. Comenta que es una situación difícil, como tantas cosas que suceden en la frontera, a la que “hay que darle manejo”.

Puerto CARREÑO (COLOMBIA)

Capital de nombre, comisaría de facto

De Venezuela llegan la luz y los alimentos. De Colombia, la presencia militar y los compradores de tierras.

En el muelle principal atracan todo tipo de embarcaciones.

La zona del malecón fue renovada por el arquitecto Rogelio Salmona.

Las patrulleras de la Armada Nacional transportan tropas y brindan apoyo logístico en la zona.

La plaza principal de Puerto Carreño permanece vacía.

Puesto de control migratorio de la Policía a la entrada de la ciudad.