seguridad
exportando problemas y guerrilla
Los venezolanos se quejan que la guerrilla colombiana se trasteó de país. Su presencia es palpable no solo en regiones alejadas, también estarían participando en política en los centros urbanos.
Durante los años 90, en Casuarito, Vichada, la guerrilla llegó a tomarse el pueblo hasta tres veces. La primera fue en 1992, cuenta uno de sus habitantes. Y hace cinco años, en la región de Inírida veían a los guerrilleros navegar en bongos por el río. No eran uno o dos, sino hasta cien.
Del otro lado del río Orinoco, los venezolanos veían los campamentos guerrilleros colombianos, con bandera y todo. Ahora esos campamentos se trastearon de país. Los venezolanos que reconocen que al interior de sus selvas hay presencia de la guerrilla, culpan al Ejército colombiano de haberla expulsado hacia Venezuela.
El propio gobernador del Estado Amazonas, Liborio Guarulla es el primero que denuncia que la guerrilla, tanto las FARC como ELN, han decidido usar su territorio como “aliviadero”. Dice que a partir de 2004, cuando arreciaron las operaciones militares en los departamentos de Vichada y Guainía, del lado colombiano, la guerrilla se fue trasladando hacia el país vecino. Los primeros campamentos, según Guarulla, fueron establecidos por los lados de San Miguel, luego habilitaron hasta una pista aérea en la zona de Santa Bárbara. Ahora dice que ha llegado a divisar desde el aire hasta 4 pistas. Calcula, según los insumos de comida y gasolina que compran los milicianos para llevarles, que puede haber 4 mil irregulares del lado venezolano.
Del lado del Vichada, a pesar de que es notable el aumento de presencia de las fuerzas armadas, comparado con la poca presencia que había hace una década, la gente dice que es insuficiente para controlar lo vasto que es el territorio y los ríos, por donde se mueven los frentes 10, 16 y el Acacio Medina de las FARC y el frente Domingo Laín Sáenz del ELN. Según cifras oficiales colombianas, en área de frontera (incluyendo Norte de Santander, Arauca, Vichada y Guainía) hay 3.953 hectáreas sembradas de coca.
Para hacerle frente a ese problema, la Armada colombiana inauguró, con motivo de la visita de Santos, la Fuerza Naval del Oriente, integrada por 1800 hombres y mujeres, un buque patrullero repotenciado. También está construyendo nuevas instalaciones en Puerto Carreño, que cada vez más parece una base militar, y menos un puerto libre.
Indígenas versus fusiles
El gobernador Guarulla, a quien le dicen “el indio”, dice que la guerrilla cada vez más se mete más adentro de la selva en zonas indígenas. Los Piaroa, que son muy celosos son su territorio, aparentemente han tenido problemas con ellos, según le han reportado las comunidades al gobernador.
Algunas etnias se quejan no solamente de la presencia de ellos y algunas amenazas, sino también de que “los muchachos” se están quedando con los alimentos de la red Mercal del gobierno que les corresponden.
Ante la presencia cada vez más fuerte de la guerrilla en sus territorios, 60 líderes de distintas comunidades decidieron escribir una carta de rechazo a los armados y la publicaron en la revista de la iglesia católica en Amazonas. Una delegación indígena también viajó hasta Caracas a denunciar lo que estaba pasando ante el gobierno.
El obispo de la iglesia en Amazonas, José Ángel Divassón, quien lleva más de 30 años trabajando como salesiano con las distintas etnias, está preocupado porque aunque las comunidades reportan que los comandantes guerrilleros piden permiso a las comunidades para estar en su territorio, la sola presencia de los armados en la zona está afectando a las comunidades, hasta el punto que, por temor, algunas de ellas están dejando de ir a pescar. Otros se están desplazando hacia Puerto Ayacucho.
En la cuidad la guerrilla está operando de otra manera. Allá no piden permiso. Convocan a comerciantes, pescadores y líderes sociales a reuniones. El comandante Hugo de las FARC, como lo llaman en Puerto Ayacucho, es un muchacho joven a quien la gente señala de andar en una camioneta. Algunas personas de la comunidad se han mostrado interesadas en que la guerrilla imponga orden, haciendo una “limpieza social” de delincuentes y atracadores en los sectores urbanos.
Guerrilla política
El pasado 20 de julio, en Puerto Ayacucho, se celebró una marcha por la paz de Colombia y la justicia social. Por algunas emisoras hicieron el llamado, y algunos partidos políticos de izquierda en la ciudad también la apoyaron. Algunos pobladores y líderes sociales de la ciudad afirman que la guerrilla de las FARC también apoyó la marcha. Alrededor de 1.000 personas, colombianos y venezolanos caminaron desde la Avenida 23 de enero hasta la plaza principal. Muchos de ellos lucían camisetas blancas nuevas con el slogan de Marcha Patriótica, movimiento que convocó a la marcha.
A la gente de la región la guerrilla les está repartiendo panfletos con el contenido de la Novena conferencia de las FARC, comunicados firmados por el Frente Acacio Medina, y calendarios del 2013. Uno de esos calendarios venía pegado a la carta de amenaza que recibió José Tomás Correa, el alcalde de Carnén de Ratón, quien es de oposición. En la carta las FARC dicen que no le ha cumplido a los votantes, por eso le exigen que pague un impuesto de 650 millones de bolívares si no quiere perder la vida. Correa puso la denuncia de extorsión y amenaza ante las autoridades. A los pocos días, capturaron al mensajero de la carta, quien dijo ser solo un intermediario. Luego, las FARC llamaron a Correa a decirle que ellos no lo habían amenazado, que la carta que había recibido no tenía que ver con ellos.
Sean o no las FARC las que estuvieron detrás de la amenaza, de todas maneras en Amazonas cuentan que la guerrilla se está metiendo en la política venezolana con un discurso revolucionario y bolivariano. Dicen que van a apoyar a algunos candidatos de ciertas alcaldías en las próximas elecciones locales que se celebrarán en diciembre. Un líder comunal de Puerto Ayacucho afirma que la guerrilla está trabajando de la mano con uno de los partidos políticos del chavismo.
Minería ilegal
La política, el refugio, y las rutas del narcotráfico no son la única razón por la cual la guerrilla está en esta zona de frontera. Tanto del lado colombiano, como del venezolano, las tierras son ricas en metales y minerales y tradicionalmente la gente ha vivido de la minería en la región. Con los precios del oro y del coltán, la minería se ha disparado en los últimos años, afectando también parques y reservas naturales a lado y lado de la frontera. El Parque Nacional Yapacana, en Venezuela, es una de esas zonas afectadas desde hace varios años. La Guardia Nacional incluso llegó a hacer un operativo en el que capturó a unas 800 personas.
Entre los detenidos regulares hay indígenas, venezolanos, colombianos y brasileros, que también participan en el negocio como proveedores de las motobombas y dragas. Es frecuente que los capturados traten de argumentar que ellos solo hacen minería “artesanal” del lado colombiano, aprovechándose del relajo jurídico que hay en Colombia ante lo que se considera minería legal, ilegal, o artesanal. Varios de los equipos y balsas decomisadas, indican que estos mineros han montado sofisticadas operaciones que tienen un alto impacto ambiental y no tienen mucho de artesanal.
La guerrilla está presente en el negocio, o bien operando minas o cobrando un porcentaje. Los mismos detenidos por delitos ambientales han confesado ante las autoridades venezolanas que deben pagarles vacunas por trabajar, a ellos y a la guardia nacional. Algunos han confesado que la guardia exige a cada trabajador hasta 2.000 bolívares de pago.
El 20 de julio pintaron grafitis alusivos a la paz de Colombia, con motivos de la marcha impulsada por la Marcha Patriótica.
Alcalde José Tomás Correa, amenazado por las Farc.