Volker Türk:.(Foto: EFE)
DESPLAZAMIENTO
"Los colombianos deben creer en un futuro mejor"
Un experto internacional en desplazamiento asegura que Colombia es un ejemplo para el mundo con las soluciones que se están implementando en este tema.
Colombia es el país con la mayor población desplazada del mundo. En los últimos años, se ha hablado de entre 4.7 y 5.4 millones de desplazados mientras que Iraq, el segundo país con más desplazados, está entre 2.3 y 2.6 millones.
Sin embargo, el Estado es cada vez más consciente de que tiene que hacer algo para enfrentar esta problemática, como explica Voler Türk, el austriaco que dirige el Departamento de Protección Internacional del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
SEMANA: Usted asegura que Colombia puede ser un ejemplo para otros países del mundo en las soluciones al desplazamiento y al conflicto en general. ¿Qué es lo que tenemos para mostrar?
Volker Türk: Colombia está haciendo un trabajo increíble en infraestructura legal e institucional. Las víctimas colombianas conocen sus derechos mientras que otras personas afectadas de otros países no. El siguiente paso es que esos derechos se implementen. En cuanto a las instituciones, hay una participación importante de la Corte Constitucional y existe toda una estructura estatal para enfrentar las consecuencias del conflicto. Están la Unidad de Protección del Ministerio del Interior, la Unidad de Restitución de Tierras, la Unidad de Víctimas, la Defensoría del Pueblo, entre otros. Debo aceptar que desde la última vez que estuve aquí, en noviembre del 2010, he visto mucho más compromiso que antes.
SEMANA: ¿Es suficiente con esas entidades?
V. T.: Es un buen comienzo pero se necesita más. La solución del desplazamiento interno tiene que ser tratado en toda la agenda política del gobierno, a la par de las condiciones actuales de seguridad. Debe ser desde lo municipal hasta lo nacional.
SEMANA: ¿Y qué deberíamos aplicar de las experiencias internacionales?
V. T.: No se debe comparar pero sí se debe aprender de las lecciones de otros países. Está el caso de Suráfrica. Ellos vivieron en el régimen del apartheid durante 40 años. No se puede dimensionar la desconfianza que se tenían entre las dos comunidades y aun así se idearon la manera para crear confianza, especialmente durante el gobierno de Nelson Mandela. Es extremadamente difícil pero, al igual que Suráfrica, Colombia necesita un establecimiento en el que se pueda confiar, que oriente a la gente y que demuestre resultados.
SEMANA: Pero ¿cómo confiar en el Estado cuando se ha comprobado que, en algunas ocasiones, es uno de los victimarios?
V. T.: Ese es un problema y va a ser muy difícil reconstruir esa confianza. Las instituciones tienen que encontrar maneras diferentes para relacionarse con las comunidades. En Suráfrica, por ejemplo, cuando Nelson Mandela se posesionó no despidió a las personas que trabajaban en el gobierno anterior. Él les dio la oportunidad de decidir si se quedaban o se iban porque quería construir las instituciones dentro de la sociedad. Por supuesto, al principio fue extremadamente difícil porque la gente no confiaba entre sí. Eso es lo que hace el conflicto. Destruye la confianza. Pero hemos aprendido que sí se puede confiar de nuevo.
SEMANA: Y además de la confianza, ¿qué debe hacer el Estado para enfrentar el desplazamiento forzado?
V. T.: Lo principal es reconocer que la víctima tiene derecho a tomar una decisión libre e informada. Es decir, que puede elegir si regresa a su lugar de origen o si se queda donde está, eso es la libertad de circulación. Dentro del país, el ciudadano debería poder establecerse donde quiera pero a los desplazados se les vulneró ese derecho fundamental cuando fueron obligados a abandonar sus tierras. Según la experiencia internacional, el desplazado que está cinco años por fuera de su lugar de origen, no quiere regresar; y el conflicto colombiano lleva más de 40 años. Ahí el problema es cuando el territorio donde se quiere quedar no le pertenece. Por eso las instituciones deben tratar con cuidado una posible regularización y legalización del predio, según la situación. Esto significa que se acepte que la gente se integre a los lugares donde ha vivido los últimos años. La otra arista son las áreas donde los desplazados no pueden volver porque hay presencia de grupos armados ilegales.
SEMANA: En medio de esas condiciones y del conflicto en el que está Colombia, ¿es posible tener éxito con las políticas de desplazamiento?
V. T.: Una de las grandes lecciones que hemos aprendido internacionalmente es que incluso mientras se está en medio de una emergencia, se tiene que pensar en soluciones. De otra manera, el desplazamiento se vuelve muy largo, se convierte en algo aceptable y no se trabaja en ello. Ahora Colombia lo está afrontando y su principal ventaja es que existe un Estado fuerte. Esto no ocurre Iraq o en Afganistán, donde los desplazados viven en campamentos y dependen básicamente de agencias internacionales humanitarias.
Otra ventaja es que Colombia conoce la naturaleza de su violencia y de su desplazamiento pero una de las dificultades son los carteles de droga, los narcotraficantes y los grupos ilegales que hay que combatir. Además, es necesario entender que si el desarrollo socio-económico no llega a los posibles desmovilizados de las FARC, ellos retornarán a los grupos armados. Se necesita una aproximación de desarrollo y en eso es lo que está trabajando ACNUR y PNUD. La experiencia es importante.
SEMANA: Su visión internacional frente al proceso de paz y al conflicto de este país es mucho más positiva que la visión de muchos colombianos. ¿Sí cree que las cosas están tan bien?
V. T.: Cuando enfrentamos un problema de esta magnitud, siempre es mejor construir sobre los logros alcanzados para afrontar lo que falta, por eso mi optimismo. Es cierto que hay muy buenas bases en el caso colombiano pero falta mucho por hacer porque necesitan encontrar soluciones para aquellos desplazados que no quieren volver a su lugar de origen y aceptar que se queden donde están. Además, se tiene que pensar muy bien qué pasará con los desmovilizados. Sin embargo, uno de los problemas más grandes llega con el pesimismo, que se construye por las informaciones del pasado. Es por eso que se necesita un liderazgo que genere optimismo acerca de las soluciones. Así pasó en Suráfrica. La gente creyó en un futuro mejor y es lo que está empezando a suceder en Colombia.
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