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ESPECIAL RIO MAGDALENA

por hectárea, mientras que en otros países esta cifra sube a ocho toneladas. Como si fuera poco, los produc-tores también deben enfrentarse al cambio climático. Los intensos veranos que padecen desde hace unos años, y la contaminación de los cuerpos de agua, ha perjudicado el desarrollo del cultivo de arroz y de la ganadería extensiva, segundo renglón en la economía local. La Mojana es la zona con el mayor número de ciénagas del país: 320.000 hectáreas, de las 478.419 de Colombia. Por lo cual “resulta inadmi-sible que, estando a orillas del río Mag-dalena, en verano se pierda una cose-cha de arroz por falta de agua”, afirma César Badrán, gerente de Comercasur y empresario arrocero. En verano disminuye 40 por ciento la producción de arroz de La Mojana, lo cual obliga a los molineros de Magangué a comprar y comercia-lizar arroz de Valledupar y Montería para cubrir la demanda del cereal. Para los ganaderos la situa-ción no es mejor. En Magangué hay 350.000 cabezas de ganado que de febrero a octubre pastorean en la sabana, zona ideal para esta activi-dad por la fertilidad de su suelo. Pero cuando llega el verano, y durante cua-tro meses, es necesario transportar las reses a zonas cercanas al río Mag-dalena para obtener agua y pasto de calidad. Esta trashumancia aumenta los precios y dificulta su venta en las centrales de abasto. Sin embargo, y a pesar de todos sus problemas, Magangué reivindica su potencial como capital de La Mojana y sigue luchando para recobrar su lugar dentro de la economía de la región. El anuncio del gobierno nacio-nal de recuperar el río significa, en gran medida, solucionar algunos de sus problemas. “El río es la espina dorsal de la red vial de Colombia, y su recuperación es fundamental para la actividad comercial de Magangué”, dice Badrán. Varias empresas se están dando cuenta de que con la recupe-ración de la navegabilidad se puede repotenciar a Magangué, y que, al ser el segundo puerto más impor-tante sobre el Magdalena, después de Barrancabermeja, se convertiría en un importante centro de operaciones y negocios. Por su parte, desde la adminis-tración municipal advierten que hay un tercer escalón en la economía local por explotar: la pesca. “Es un sector en el que Magangué es extrema-damente rico”, afirma Pedro Alí, el alcalde. Para mejorar la productivi-dad del sector pesquero el gobierno local quiere hacer estaciones piscíco-las que garanticen y ayuden a oxige-nar los recursos naturales. “Las esta-ciones piscícolas sirven para proyectar a Magangué como una ciudad líder en producción de alevinos de especies nativas de la región, como bocachico, bagre, tilapia y mojarra”, comple-menta el alcalde. La idea es, con ayuda de la Gobernación, recuperar los comple-jos cenagosos sedimentados y explotar los recursos de los cuerpos hídricos de Magangué para convertirse en una potencia piscícola con una inversión inicial de 20.000 millones de pesos. No obstante, los magangue-leños reconocen que devolverle la riqueza a su territorio no es algo que puedan logran sin la ayuda de los gobiernos nacional y departamen-tal. “Hace falta inversión”, afirma Badrán. Por eso, los ganaderos piden que, para evitar la sequía, la Alcaldía, en asocio con la Corporación Autó-noma Regional del Sur de Bolívar y el Ministerio de Minas, realice estu-dios para explorar aguas subterrá-neas y emprender la perforación de pozos profundos. Por su parte, los comerciantes solicitan una carretera que los conecte con La Mojana, lo que no solo proveería de riquezas a la región, sino a Colombia entera. Los magangueleños reconocen que no pueden devolverle la riqueza a su territorio sin la ayuda de los gobiernos nacional y departamental. En Magangué solo quedan 14 empresas molineras de arroz. Hace 30 años funcionaban 25. foto: christina gómez echavarría RÍO ABAJO: BAJO MAGDALENA


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