Page 117

SUECIA

De este laDo Del frío 117 timas décadas –norteamericanización, delincuencia, escán-dalos políticos, atentados de fanáticos– que han amenazado su estabilidad y su identidad. Las cifras no mienten: el 20 por ciento de las mujeres reconocen haber vivido algún epi-sodio de violencia doméstica y el acoso escolar llega al 18 por ciento, según la Agencia Europea de Derechos Huma-nos. En ese contexto se entiende el interés de sus escritores por el género policiaco o negro. Porque la función del escri-tor, creía Mankell, no es embellecer la sociedad sino mos-trar sus contradicciones. Desde luego que eso no explica la gran aceptación que estos novelistas –ambos fallecidos– siguen teniendo en el mundo. ¿Cuál es la razón? Además de su talento para crear buenas historias, Stieg Larsson creó un personaje inolvi- dable, la justiciera Lisbeth Sa-lander, una hacker de estirpe quijotesca que se enfrenta al mal y hace temblar a los poderosos. “¡Qué sería de la pobre Suecia sin Lisbeth Salander, esa ‘hacker’ que-rida y entrañable!”, exclama Var-gas Llosa. Y Lisbeth Salander no está sola: hay también, en la tri-logía, otras valientes mujeres y el periodista Mikael Blomkvist, con su equipo de colaboradores de la revista Millennium. El detective Wallander no usa revólver, padece diabetes –a veces se lo ve inyectándose la insulina–, tiene una hija con so-brepeso y alcohólica, y su dedi-cación al trabajo le ha impedido tener relaciones estables con mujeres (su matrimonio fue un fracaso). Hace parte de los detectives reflexivos, como Maigret y Marlowe. Es muy frecuente verlo en su automó-vil pensando en el futuro de su país y el de Europa: “Aquello en lo que había creído, lo que habían construido, se había revela-do menos sólido de lo previsto. Habían creído construir una casa cuando habían elevado un monumento a la gloria de valores ya superados, prácticamente, olvidados. Hoy, Suecia se derrumba en torno a ellos como una gigantesca estantería”. ¿Es Wallander un alter ego de Henning Mankell? “Wallander y yo solo tenemos dos puntos en común: compar-timos la misma pasión por María Callas y la misma actitud cal-vinista, obsesiva por el trabajo. Pero Wallander es, en realidad, la imagen del sueco medio. Probablemente en ello resida su éxito: cada sueco se vio en algún momento reflejado en él”, señala. Stieg Larsson y Henning Mankel no surgieron por generación espontánea. Tienen antecedentes. Los padres fundadores de la literatura policiaca en Suecia fueron la pareja de Maj Söjwall y Per Wahlöö. Ambos, a cuatro ma-nos, escribieron una serie de diez novelas policiacas (1965- 1975), que titularon Novela de un crimen, protagonizadas  Maj Sjöwall y Per Wahlöö, creadores de las novelas sobre el inspector Martin Beck. por el detective Martin Beck. Como periodistas de izquier-da que eran, se propusieron “desmontar la idílica imagen que el mundo tenía de la Suecia de los años sesenta”. Por eso, pu-sieron en evidencia que no había tal estado de bienestar y que la social democracia no era un mejor patrón para la clase trabajadora. Sobre estos autores, el ensayista español Juan Carlos Rodríguez, advierte: “Sjöwall y Wahlöö escri-ben pegados a la realidad, sin concesiones al espectáculo y, sin el menor asomo de morbo, ajustan su novela al sincopado ritmo de la investigación policial, con sus impases desesperantes y con su vaivén del azar. Pero siempre, y eso lo proclama su inspector Martin Beck, con método y detalle, aunque siempre quede abier-ta la puerta de la intuición”. Otras reconocidas autoras son Asa Larsson y Camila Lakberg, llamada ‘la reina sueca de la novela negra’, quien escribió una serie protagonizada por una periodista y ma-dre de familia, Annika Bengtzon. Asa Larsson ubica sus historias en pequeños pueblos, con gente conservadora que se ha ido quedando sola. “El bienestar nos ha traído la soledad. Antes, por tradición y también por problemas económicos vivían hasta tres generaciones en un mismo techo. Ahora, todos se inde-pendizan y van a las grandes ciudades”. El boom ha tenido un recambio y se ha sostenido –hay muchos más autores– , pero la venerable Maj Sjöwall pone en duda la calidad de lo que se está haciendo actualmente: thrillers comerciales para divertir y no, como hacían ellos, literatura negra que cues-tionaba a la sociedad: “La creación de algunos autores suecos es no solo pobre sino pobrísima. Hablan de crímenes, pero no tienen ni idea de construir una trama y ni tan siquiera saben lo que quieren contar. Son tan malas que son imposibles de leer porque no van al grano”, explica. Queda abierta la polémica. Lo cierto es que el género policiaco en Suecia ha ca-lado tan hondo, que bien podría considerarse su litera-tura costumbrista.


SUECIA
To see the actual publication please follow the link above