Page 35

SUECIA

Una larga amistad 35 “Se iniciaron de esa manera, bajo los fecundos auspicios de las ciencias naturales, las relaciones entre dos países lejanos, separados por la historia, la lengua y la tradición”, relataba en 1960 el diplomático Gabriel Giraldo Jaramillo, en un libro sobre las relaciones culturales bilaterales. La llegada a Suecia, en 1818, del francés Jean Baptiste Jules Bernadotte –mariscal de Napoleón Bo-naparte– fue determinante para que ese país apoyara la lucha del libertador Simón Bolívar por la independencia de los países andinos de España. Bernadotte, coronado rey de Suecia con el nombre de Carlos Juan –cuyos des-cendientes siguen hoy en el trono–, animó a su exede-cán militar, el conde Federico Tomás Adlercreutz, para que se uniera a las legiones irlandesas y británicas que peleaban junto a Bolívar contra las tropas del terrible reconquistador español Pablo Morillo. El conde Adlercreutz llegó a la Nueva Granada en 1820 y, un año más tarde, cuando se creó la Gran Co-lombia y Bolívar fue nombrado presidente de la repú-blica, Morillo fue derrotado en Cartagena. En la batalla decisiva, el militar sueco –que llegó a ser muy cercano a Bolívar– disparó incesantemente un cañón de 18 pulgadas contra las tropas españolas desde el cerro de La Popa. Luego, el conde fue designado como jefe del Primer Cuerpo de Húsares del Magdalena y, en 1928, nom-brado gobernador civil y comandante mili-tar de Mompox. Después de las gestas militares de Adlercreutz, quien se casó con una cartagene-ra, comenzaron a llegar otros suecos a Colom-bia. No eran muchos, pero hicieron historia. LA FAMILIA DE GREIFF La minería del oro en el nordeste de An-tioquia se convirtió en un imán que atrajo a algunos integrantes de la familia De Greiff, como Carlos Segismundo von Greiff, quien llegó en 1826 y echó raíces en Colombia. A pesar de que sus proyectos mineros no “La cooperación sueca salva vidas, protege vidas, proyecta vida. Así debería ser toda la cooperación para que hubiera cambios en los territorios”. fueron muy exitosos, Von Greiff se quedó a vivir en el país. De su estirpe, que hoy tiene más de 900 descen-dientes, surgió uno de los grandes poetas colombianos del siglo XX: León de Greiff, nieto de Carlos Segis-mundo y Petronella Faxe. Al departamento de Antioquia también llegó otro emprendedor sueco, el ingeniero de minas Per Nisser, quien se casó con María Martínez, oriunda de Sonsón. Ella fue considerada una especie de Juana de Arco en la famosa Guerra de los Supremos, ocurrida entre 1840 y 1841, cuando tomó las armas con su padre y sus herma-nos para defender al gobierno legítimo de José Ignacio de Márquez y liberar a Nisser, que había sido encarcelado. En 1876, más de un siglo después de los contactos entre Mutis y Linneo, se establecieron las relaciones diplomáticas entre Colombia y Suecia, en tiempos del presidente Aquileo Parra y del rey Oscar II. A partir de ahí comenzaron a venir al país empresas e inversio-nes suecas. Una de las primeras fue la Ericsson, que instaló centenares de líneas telefónicas en varias ciu-dades antes de que terminara el siglo XIX. Luego, en el siglo XX, fueron apareciendo otras compañías, como SKF, AGA Fano, Electrolux, Volvo, Skandia y ABB y, en el XXI, el turno fue para Securi-tas, Scania y el poderoso grupo empresarial AB Kin-nevik, propietario de Millicom, socio de Tigo y UNE, y de otras compañías como Bayport, Publimetro, Easy Taxi, Lamudi y Linio. Hoy funcionan en Colombia alrededor de 70 empre-sas suecas, algunas de las cuales tienen aquí sus centros de operaciones para otros países de la región. Y mien-tras ellas llegaban, Colombia iniciaba e incrementaba sus exportaciones de café, banano y flores a ese país. UN LÍDER TRAS LA PAZ La relación entre Suecia y Colombia ha sido tan fiel, que hace casi medio siglo desembarcaron los primeros jóvenes cooperantes suecos que vinieron a trabajar en Colombia con las comunidades más pobres y necesitadas. Y así como Suecia, con Adlercreutz, ayudó a Bolívar en la guerra de la Indepen-dencia, en las últimas dos décadas se ha convertido en un aliado fundamental de Colombia en la búsqueda de la paz. Se trata de una alianza re-flejada en la defensa y promo-ción de los derechos humanos, en el apoyo a los Laboratorios de Paz, en la restitución de tierras, en la reintegración de los desmovilizados de los grupos armados ilegales, en el trabajo con muchas organizaciones sociales y con las mujeres, y en la asesoría a instituciones del Estado. Desde finales del siglo pasado, centenares de co-lombianos han ido a estudiar a Suecia, como el cien-tífico Manuel Elkin Patarroyo, o a buscar refugio en las épocas de persecución, como ocurrió con muchos militantes de la Unión Patriótica. Sin llamar mucho la atención, la mano de ese país siempre ha estado ahí y se ha extendido para ayudar. De hecho, Suecia es una de las principales fuentes de cooperación internacional en Colombia. Esa colaboración financia procesos de mediano y largo plazo en entidades como la Defensoría del Pue-blo –inspirada en la figura del ombudsman sueco– y la


SUECIA
To see the actual publication please follow the link above