de personajes
Bambarabanda
La fiesta pastusa
Proponen un universo de múltiples sonidos en el que caben ritmos de distintos lugares del mundo, como el rock, la cumbia, el soul o el quisindi-quindi nariñenses.
El 29 de junio de 2009, en el último día de Rock al Parque, la tarima lago del Simón Bolívar estaba a reventar. Ya el pogo había dejado un agujero de barro por donde había pasado. La banda paisa de punk Nadie acababa de presentarse y los taches, las crestas de colores y las botas predominaban en el escenario. Seguía en tarima Bambarabanda. En la programación, al lado del nombre de la banda, se leía su ciudad de origen: Pasto. “¿Cómo ponen a unos pastusos antes y después de dos bandas de punk? Nos van a meter música andina”, dijo uno de los muchos desprevenidos de esa tarde. Por eso, lo que pasó ese día es difícil de olvidar.
En el escenario Lago tuvo lugar una especie de ritual ancestral producido por el ritmo de melodías andinas que rememoraron la descendencia indígena, pero que se combinaron con acordes pesados y rápidos, como si hubieran salido del hueco más podrido de una gris ciudad. Por lo menos 200 personas corrían en círculos, ya poco importaba de dónde venían.
Quién se iba a imaginar que en Pasto, esa ciudad a la sombra del Galeras y metida entre Cali y Tumaco, naciera una de las bandas de rock más auténticas del momento. Más que rock, incluso, porque Bambarabanda es un universo de ritmos de todas las partes del mundo. Aparecen la cumbia, el funk, el soul o el quisindi-quindi, un ritmo que prende la fiesta en Nariño.
Es innegable, la música de estos jóvenes pastusos, festiva a su manera, lleva el alma del Carnaval de Negros y Blancos. Y en cada presentación mantiene vivo el teatro, el arte que los juntó como grupo. Antes de hacer música hicieron teatro, ahora le suman teatralidad a sus conciertos.
Yos, canción del primer álbum El baile de los obligaditos (2008), produce un pogo tremendo e interno cuando se escucha. Ratificaron sus pergaminos en 2016: Bambarabanda ofreció una de las mejores presentaciones de ese año, en la misma tarima, bajo otro nombre, y frente a un público más numeroso y más diverso.
En Superstar (2015) es protagonista esa pasión por el teatro, no todo son canciones. Son momentos en los que la banda va contando pequeñas historias. Sucede en A continuación, cuando una narración evoca versos que podría haber escrito Rafael Pombo, “A continuación la Bambarabanda presenta la ‘Eva de la noche’: descripción de una mujer tan hermosa como desconcertante, tan misteriosa como delirante, tan sensata como alucinante tan tierna como shhhhhhhh, dejemos que la historia continúe…”.
Y una característica que hace de estos pastusos un referente musical de primera categoría, hoy, es que también hay crítica. Sucede en Narcos , canción en la que de manera original se las ingenian para conjugar su especie de música norteña con acordeón, de la que suele gustar a los capos, con afilados arreglos de guitarra eléctrica y una letra que reflexiona sobre el consumo, la erradicación y el glifosato.
Solo queda pedirle a Bambarabanda que no deje de experimentar.