de personajes
Monsieur
Perine
“Éramos una banda de amigos que tocábamos chisgas”
Monsieur Periné es una de las bandas alternativas colombianas que más resuenan en el mundo. Su ‘swing’ a la colombiana mezcla el jazz, el blues y la bossa nova con ritmos autóctonos.
En medio de la explosión de sonidos que históricamente inundan el país, un grupo de estudiantes se juntaron para hacer swing a la colombiana. Clarinetes, violines, saxofones, charangos y guitarras le dan vida a Monsieur Periné desde que en el 2012 decidieron enfocar sus sueños en un proyecto que rápidamente los puso del lado de la fama. Nadie es profeta en su tierra y haciendo gala de este adagio popular, la banda ha recorrido México, España, Alemania, Eslovaquia y Estados Unidos, entre muchos otros países donde tiene eco su rica mezcla de géneros que renuevan en cada álbum.
Primero empezaron a sonar en círculos de amigos y en pequeños grupos sociales. Con el tiempo, pasaron a los pequeños festivales, a los antros y a los bares. Luego llegaron a las emisoras, a los conciertos multitudinarios y las firmas de autógrafos. Finalmente, su música le dio la vuelta al mundo. Hoy son tan grandes, que fueron la única banda colombiana en llegar al Monterey Jazz Festival, de California, por donde han pasado músicos de la talla de Miles Davis, Jimi Hendrix y Herbie Hancock.
Semana habló con Santiago Prieto, uno de sus miembros fundadores.
SEMANA: ¿Cuál es el origen de Monsieur Periné?
Santiago Prieto: Nació como una banda de amigos. Nos reuníamos con la intención de tocar y gozábamos cada vez que nos veíamos. Ahora, somos una banda de amigos, la diferencia es que antes no había pretensión. Era una oportunidad para tocar y practicar pues algunos de los que conformábamos el grupo estudiábamos música en la universidad.
SEMANA.: ¿Para quién tocaban?
S. P.: Éramos una banda de esas que los gringos llaman wedding bands. Ahí empezó todo. Tocábamos música de fondo de los eventos. No teníamos nombre y nos contrataban para eventos de gente ‘divinamente’ de Bogotá: matrimonios o bautizos. Interpretábamos lo que en ese tipo de reuniones se acostumbra poner, más en ese tipo de sociedad, como música brasileña, bossa nova, boleros o jazz. Esos sonidos le dan cierta ‘elegancia’ al evento. Una banda de amigos que tocábamos chisgas, como dicen los músicos colombianos a ese tipo de trabajo. Nos contrabatan por horas. Tocabas, te pagaban y chao.
SEMANA.: ¿De dónde salió la idea del nombre?
S. P.: Al principio tiene una palabra en francés Monsieur que se mezcla con la palabra Periné, una zona del cuerpo o un chacra, digamos. El nombre era un chiste interno frente a la gente que nos contrataba, significaba como señor niez o señor culo. Sin embargo, sonaba súper elegante para el contratante esnobista y arribista bogotano, al que le parecía elegantísimo llevar a un grupo francés que quién sabe qué iba a tocar. El nombre se quedó así, pese a que lo pusimos por joder. Como la banda nunca tuvo la intención de ser nada, se quedó ahí y en últimas se convirtió en una excusa para explorar la creatividad. Todo cambió. Vivimos de hacer esto, logramos un sonido propio y una marca en el sonido que ya se asocia al nombre.
SEMANA.: ¿Cómo ha sido el ascenso que ha tenido la banda?
S. P.: De tanto tocar, de acumular horas de vuelo, se va ganando terreno. Eso les pasó a The Beatles cuando en Hamburgo tocaron ocho horas diarias durante más de un año. Todo ese tiempo lo va preparando a uno. Además una banda que tocaba música de fondo y quiere trascender y llegara a un show al que la gente le pare bolas, pues tiene que evolucionar en su calidad de intérprete, como compositor, arreglista y productor. Por eso, creo que lo determinante fue tener la visión de disciplina y tratar de emprender también. El punto era no dormirnos y querer hacer las cosas bien. Tratar de buscar la calidad y la originalidad.
SEMANA: ¿Qué fue determinante en ese salto?
S. P.: Grabamos un disco y a la gente le gustó mucho. En ese proceso fueron claves recursos como el internet, porque subimos un video que se viralizó. Fueron ese tipo de oportunidades las que sirvieron como efecto dominó que ha venido produciéndose durante los últimos cinco años. Desde 2012 cuando publicamos nuestro primer álbum. Ahí arrancó la carrera musical como tal de la banda.
SEMANA.: ¿Eres músico?
S. P.: Estudié música y ciencia política. Hice las dos carreras en la Universidad de los Andes. Afortunadamente alcancé a graduarme porque al final empezaron las giras. Casi no lo logro.
SEMANA.: ¿Cuál es tu especialidad y rol en la banda?
S. P.: Manejo los instrumentos de cuerda: la guitarra, el charango, el ronroco, el violín y algo de piano. Pero en la universidad estudié producción musical, el puente entre la tecnología y la música. Aprendí a grabar, producir y ese también ha sido mi tarea en la banda. Aprendí a hacer arreglos, escribir la música y dirigir la banda.
SEMANA.: ¿Cómo ha sido tu relación con la música?
S. P.: Arrancó desde muy pequeño. En casa se escuchaba mucha música. Mis padres ponían boleros y sonidos caribeños de los cincuenta. De otro lado, mis hermanos puro rock. Aunque si lo pienso bien, lo que más me conectó con la música fue el cine. Eso era lo que me hacía sentir la música. Por ejemplo, cuando tenía 12 años les dije a mis papás que quería tocar un violín. Estaba viendo una película, que nada que ver, de Arnold Schwarzenegger. Él era un espía y se metía a una casa donde estaban tocando tango. Por ahí empezó el rollo, me dieron el violín y resulta que tenía talento para la música.
SEMANA: ¿Qué características le dan su identidad a Monsieur Periné?
S. P.: Es duro ponerse desde la barrera. Hemos construido un sonido que se ha diferenciado de lo que la gente estaba haciendo en el país. Cuando algo es exótico de cierta manera es diferente y llama la atención.
SEMANA: Y, ¿su sello musical?
S. P.: Somos bien eclécticos en eso. Uno puede decir que es jazz pero no es jazz, que New Orleans, sí pero no. Ahí es donde entra la palabra periné pues como decimos en Colombia: ni es lo uno, ni es lo otro. Es un sancocho de cosas donde hemos podido construir un sonido. Hay ciertas marcas como el sonido de las cuerdas, la voz de Catalina, el tipo de letra y los ritmos. Pero como es tan variado es difícil hablar de una sola etiqueta.
SEMANA.: A ustedes se les identifica por los sonidos del jazz parisino, New Orleans y la música colombiana, ¿son fáciles esas mezclas?
S. P.: Todo eso que suena es música que a nosotros nos gusta y de la que queremos aprender. Queremos vibrar con ella. Digamos que en este caso, el denominador común es el ritmo afro. La música de New Orleans, el jazz y gran parte de la música de nuestro país tiene un elemento africano como es la cuestión rítmica. Por ahí coinciden muchos. Lo que hemos hecho es simplemente buscar y explorar y tratar de conectar cosas que en esencia ya lo están. Identificar lo que nos gusta y conectarlo. La razón por la que se escucha ese tipo de jazz parisino es porque en algún momento nos interesamos en Django Reinhardt, un guitarrista de los años cuarenta. Digamos que el producto en últimas tiene una raíz triple: indígena, lo europeo y lo afro. Se trata de entender esa diversidad y ponerla a dialogar.
SEMANA: ¿Cómo es el proceso creativo?
S. P.: No hay receta, ni un proceso estandarizado. Hay muchas maneras de llegar a algo. Catalina trae un pedazo de letra, o uno casi completo o nos reunimos los dos y hacemos algo. También nos reunimos con otros compositores. Una canción puede salir primero de la letra o la melodía. En ocasiones, nos sentamos y hacemos un ritmo con unos acordes. La verdad es que hay diversas maneras de crear. Es un ensayo y error. Constantemente estamos buscando cosas que inspiren o que detonen la creación: un ritmo, un acorde, una idea, una palabra o un poema. Hay miles de cosas que podrían detonar una canción.
SEMANA.: ¿Cómo les ha ido desde que incursionaron de lleno a la industria musical?
S. P.: Nos ha ido súper bien. Siento que hemos hecho un buen producto. Ha sido muy buena la respuesta de la gente. Colombia es un ejemplo de ellos, no llevamos una gran sorpresa con la aceptación que tuvo la banda. Lo más bonito es que ha sido transgeneracional. Hemos hecho conciertos donde vemos abuelos, papás e hijos. Todas las generaciones disfrutando.
SEMANA.: Y, ¿en el exterior?
S. P.: Nos ha ido muy bien. Hemos participado de conciertos increíbles en Europa y Estados Unidos. La gente se conecta fácilmente con la banda. Nosotros llegamos con un sonido colombiano, alegre, robusto y bailable, que es muy bien recibido. Afuera uno es exótico. Nadie es profeta en su tierra, entonces le va bien afuera y por ende en el país. Nos ganamos un respeto demostrando el talento. En México es una locura. El nivel de enganche es muy serio. Por ejemplo, una vez nos dimos cuenta que éramos como top 10 de los álbumes más vendidos de Bold Music en Alemania. Tocamos más por fuera de Colombia que en el país.
SEMANA.: ¿Cuál ha sido la presentación más emotiva?
S. P.: Yo creo que la última que hicimos en el Teatro Julio Mario Santo Domingo. Fueron dos funciones que se vendieron todas. Era la despedida del disco: Caja de Música. Llegaron muchos invitados. La gente se gozó la presentación. Hubo lágrimas y risas. Todas las emociones posibles. Fue memorable. Ahí le dimos paso al próximo álbum que estamos próximos a lanzar. También recuerdo mucho una presentación en el Monterrey Jazz Festival. Cuando terminamos la gente se nos acercó y nos decían: ¡Wow es el mejor show que hemos visto! y ¡nos venden sus camisetas! Había jóvenes, pero también señores de edad comportándose como si fueran fans de 17 años. Se conectaron mucho con la banda.
SEMANA: ¿Qué viene para Monsieur Periné en 2018?
S. P.: Estimamos que el lanzamiento del nuevo álbum se haga en marzo o en abril. Ahí arranca el nuevo ciclo. Hay nueva música, es un cambio en todo sentido: estético y musical. Ha sido un renacer lindo. Estamos poniéndole todo el amor a este disco que viene.
SEMANA: ¿Qué tan difícil es hacer música en Colombia?
S. P.: No ha sido fácil. Es muy difícil levantar vuelo con la música. A nosotros nos ha ido bien pero no es sencillo. Apenas hasta hace poco empezamos a ver festivales y una cultura del consumo. Antes estaba muy enfocada en conciertos extranjeros. No hay muchos lugares donde las bandas que están empezando se puedan presentar. Además, tampoco hay apoyo del Estado como, por ejemplo, en Francia hay apoyo y estímulos para que la industria creativa se sostenga. Es jodido hacer música en Colombia, pero la gente se rebusca y resuelve. La creatividad se abre paso donde sea.
SEMANA.: ¿Cuál es tu canción favorita en el escenario?
S. P.: Año bisiesto es una canción que hemos venido tocando en los conciertos. Me gusta por el hecho de que se arma una pachanga con el público. Compartir con la gente es bien interesante, es el momento preferido de los conciertos.