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Profetas

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Foto: cortesía de Pablo Fortaleza

Un sonido que evoluciona

Esta banda, liderada por un colombiano y una centroafricana, empezó haciendo hip hop, pero hoy mezcla la música urbana con los ritmos afrolatinos que vienen de sus raíces.

Profetas, el dúo de la centroafricana Antombo Langangui Barahona y del colombiano Pablo Fortaleza, lleva 17 años rodando por festivales como Glastonbury (Inglaterra), Hip Hop al Parque, Rock al Parque o Estéreo Picnic, pero 2017 fue un año con un sabor especial. No solo lanzaron Tiempo, su tercer trabajo discográfico (uno de los mejores del año en la lista de SEMANA), sino que también fueron testigos de algo que nunca antes habían vivido: sus canciones sonaron con éxito en la radio comercial.

La combinación entre la voz gutural pero melodiosa de Antombo y la de Pablo (más bien grave) tiene un encanto especial que enamora a quienes escuchan temas como Chocolate, Tiempo o Apretaito. Y aunque estas canciones –las más reconocidas– tienden hacia el pop y la música que suena hoy en discotecas o rumbeaderos, el grupo en realidad tiene un amplio repertorio de sonidos hip hop, reggae y fusión de ritmos afrolatinos con música urbana.

La combinación de ritmos no es extraña pues, como explica Fortaleza –un caucano nacido en Puerto Tejada–, es la evolución normal de un grupo que se ha venido consolidando desde finales del año 2000, cuando él y Antombo se conocieron en su pueblo, durante unas vacaciones de la sudafricana.

“Profetas ha tenido varias etapas y cada una ha sido relevante en diferentes nichos –cuenta–. La primera fue una etapa más hip hop y, de hecho, llegamos a ser uno de los grupos más relevantes en la escena local a inicios de los años dos mil. Luego, la banda empezó a volverse más alternativa; aunque ya fusionábamos cosas con músicas afrolatinas, desde 2004 empezamos a hacerlo con más frecuencia. Esa fase de nuestra música nos llevó a internacionalizarnos, empezamos a hacer muchos festivales en Europa y a girar por el mundo”.

Ahora están en una tercera etapa. “Lo que está pasando con este disco es que, por primera vez, entramos al mainstream colombiano y empezamos a sonar en radio comercial”. Eso ha traído cambios. Ya no solo viajan por el mundo durante todo el año, sino que ahora también los reconocen los colombianos de a pie, esos que no están familiarizados con las bandas alternativas, y mucho menos con los grupos de hip hop.

La evolución no solo ha sido musical. Cuando Antombo y Fortaleza se conocieron aún estaban en el colegio, no tenían cédula de ciudadanía y eran un par de jóvenes contestatarios, como muchos a esa edad. Además, ella había llegado al país luego de una tragedia personal: sus padres descubrieron que tenían VIH y su madre, de origen colombiano, decidió que lo mejor era mandar a sus hijos a su tierra natal con su familia. Él fue una especie de redención: comenzaron a componer por hobby, pero un año después ya se habían presentado en Hip Hop al Parque.

Su primer álbum, Amor y Fortaleza, salió en 2006 y ya combinaba ritmos como la cumbia y el hip hop. El segundo, Baila, salió en 2011 con una impronta mucho más enérgica y rumbera. En esa época ya eran un grupo reconocido en la escena alternativa bogotana y, además de los festivales, tocaban en bares de Chapinero y otras zonas de la ciudad. Este es un disco más reposado, y aunque aún conserva rasgos alternativos y fusiones, es mucho más pop que los anteriores.

“Ahora queremos vivir otro tipo de cosas. Yo estoy trabajando en una empresa de distribución digital de música, lo que me obliga a permanecer más tiempo en Bogotá, y Antombo está con una marca de ropa. También cambió el mundo, cuando nosotros mezclábamos hip hop con cumbia, en el mercado no les ponían tanto cuidado ni a los raperos, ni a la gente del folclore. Ahora, la fusión urbana es lo que suena en todo lado”.

Y de hecho eso es lo que ellos son: una mezcla de lo urbano con lo tradicional. No solo tienen raíces muy fuertes en pueblos de las costas, sino que han pasado casi toda su vida en las ciudades (Bogotá o Cali). En esto a Fortaleza y a Antombo se une el resto de la banda (en tarima son siete): nacidos en el Caribe o en el Pacífico, pero criados en las selvas de cemento.

Y esas raíces no solo las defienden haciendo música, también tienen iniciativas para fortalecer a los nuevos grupos y a las nuevas propuestas que surgen en su tierra. Por eso durante el Bomm (El ‘Bogotá Music Market’), el mercado musical más importante del país, organizan el ‘Afro Boom’, un evento paralelo en donde invitan a grupos con tendencias afrolatinas y a representantes de disqueras, festivales y eventos en todo el mundo. La idea es que otros sigan su camino. Porque 17 años de recorrido no se pueden desperdiciar ni a la hora de componer ni a la hora de guiar.